El último mensaje que recibió en clases fue de Ethan informándole el precio de la preciada fotografía, 500 dólares. Todo el esfuerzo de su trabajo se iría a la cuenta bancaria de un posible estafador, pero era mejor eso que quedarse con la duda.
Salió de clases y como siempre, se escapó sin que su hermano se diera cuenta. Era uno de los días seguros para ella, ya que él tenía una cita a ciegas al otro lado de la ciudad, así que llegaría relativamente tarde, eso la tranquilizaba.
Llegando al hotel saludó a los de la portería y subió a la suite de la banda, al fin después de mucho tiempo podría estar de nuevo dentro de la intimidad de esos muchacho, había practicado algunas preguntas o como zafarse de alguna situación incómoda, de a poco estaba aprendiendo a mentir sin ser tan notada.
Una vez abiertas las puertas del ascensor, se percató de algo muy extraño, había dos hombres altos, fornidos, vestidos de negro frente a la entrada de la suite de la banda. Frunció el ceño y se acercó a ellos algo temerosa.
¿De qué se trataba todo eso?
—Hola, ¿le sucedió algo a los chicos? —ellos solo la miraron pero no respondieron—Trabajo aquí en el hotel—ninguna palabra—. ¿No podré entrar?
—Solo gente autorizada.
—¿Podría hablar con alguno de ellos para poder entrar?
—Solo gente autorizada, vete—Hanny chasqueó la lengua enojada, ¿qué se creía? Se cruzó de brazos, como si eso los fuera a intimidar.
—Señorita Jones, ¿cierto? —escuchó decir a su lado.
Hanny lo reconoció, un hombre de mediana edad, bajo y bastante esbelto, el representante de Black Mist. Hanny se enderezó y le sonrió.
—Hola, usted es el señor Richard, si no me equivoco.
—Sí. Hace mucho que quería hablar contigo, pero al parecer no coincidíamos. Los chicos me comentaron tu trabajo, espero que no te hayan ocasionado problemas.
—No lo han hecho, además, es un servicio del hotel—miró a los guardias—. Un servicio especial—recalcó—, creo que no podré hacerlo más ya que no se me deja entrar—Richard rio nervioso y observó a los guardias.
—Sí—rio de nuevo—, son bastante eficientes, cortesía del hotel—Hanny frunció el ceño otra vez, ¿cómo que del hotel? —. Ella podrá pasar, no hay problema, los chicos la esperan.
—Ella no está en la lista, no podrá entrar—respondió uno de los guardias.
Antes que pudieran reclamar, la puerta de la suite se abrió de par en par, dejando ver a Gael, parecía enojado.
—Al fin llegas, pasa—le dijo a Hanny, ella asintió y se dispuso a entrar, pero uno de los guardias la tomó del brazo con brusquedad.
—Me lastimas—se quejó.
Gael tomó la muñeca del hombre y lo obligó a soltar a Hanny.
—No te atrevas a tocarla—le advirtió—. Ella entra porque yo lo digo, ¿entendiste?
—No está autorizada.
Gael lo miró con furia, intimidando al guardia, Hanny estaba asustada, nunca había visto tanta tensión en su vida. Tocó su brazo, ¿qué le pasaba a ese imbécil en tratarla de esa manera? Por un momento deseó que Gael lo golpeara.
Richard trató de calmar los ánimos, advirtiéndole a Gael que no siguiera.
—Entonces que no me provoquen—se acercó a él—. Te mueves, o te muevo—lo amenazó sin importarle que el hombre fuera el doble de su tamaño. Se hizo a un lado sin responder. Gael miró a Hanny y le hizo un gesto para que entrara.
ESTÁS LEYENDO
Los Secretos de Renee
JugendliteraturHanny perdió a su mejor amiga de manera inesperada, llevándose con ella una parte de su alma y corazón. Nadie sabe qué pasó, nadie entiende el porqué y no hay esperanzas de descubrirlo. Pero ¿qué pasaría si Hanny tiene la llave de los secretos que...