Capítulo 11.

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Acaricio las fotos con la punta de mis dedos.

Ha pasado ya un mes desde que recibí la maldita carta, y la fecha que venía indicada en el posterior de una de las fotos, junto con la dirección, se va acercando.

15/03 - 21:00h - Avenida Grant.

- ¿Sigues pensando en ello, preciosa? -me pregunta Ashton, sentándose junto a mí en la tumbona, tendiéndome una taza humeante de té verde con miel. Agarro la taza y le agradezco con la mirada. Nos quedamos en silencio, observando los árboles floreciendo junto a la valla que separa el jardín de Ashton del mío-. Deberías dejar de comerte la cabeza con todo esto, Jeller, de verdad, no merece la pena.

- Me estoy hundiendo en un montón de mis mismas mentiras... Necesito resolver esto -digo, dirigiendo mi mirada a sus brillantes zafiros, observándome con infinito cariño. Me muevo ligeramente, hasta quedar pegada a él, y apoyo mi cabeza en su pecho, cansada. Si me preguntaran qué es lo que somos, no sabría responder. Tampoco necesitamos etiquetar lo que somos, sólo necesitamos saber que lo que sentimos el uno por el otro es real.

Cuando Bella nos vio darnos nuestro primer beso en la cafetería del instituto se quedó de piedra, para después mirarme con su típica cara de sabelotodo, la misma que yo usé con ella hace menos de dos semanas, cuando me dijo que le gustaba Calum, el capitán del equipo de baloncesto.

- ¿Sabes qué? -digo, separándome de él, levantándome de la tumbona después de dejar la taza en el suelo. Decidida, me dirijo al horno de barbacoas y cojo el encendedor. Sabiendo que tengo su apoyo en lo que yo quiera hacer, me siento junto a él y les echo un último vistazo a las fotos, para después dirigir el encendedor hacia sus esquinas y dejarlas caer sobre los ladrillos del suelo, quemándose, desapareciendo de mi vida.- Vamos a descubrir quién me ha hecho esto -digo, para después salir corriendo hacia mi casa, consciente de que Ashton me sigue.

* * *

- Date prisa, Michael, por favor -ruego, a sus espaldas. Oigo sus manos teclear rápidamente en el ordenador de la oficina del director, realizando un reconocimiento de la letra que escribió la carta.

- Voy todo lo deprisa que puedo, Jeller, lo siento -me dice el muchacho, pasando la mano por su colorido cabello. Vuelve a teclear unas cuantas veces, decenas de ventanas abriéndose y cerrándose, con las fotos de todos los alumnos y sus respectivas firmas-. La tengo -dice, dando un brinco de la silla. No me hace falta ni leer el nombre en cuanto veo la imagen de quien ha estado haciendo esto.

- Debía haberlo sabido -murmuro. Puedo sentir los dedos de Ashton entrelazándose con los míos, dándome apoyo, en cuanto ambos nos quedamos mirando la fotografía de Rosalie McMahon, la pequeña marioneta de Kyle-. Muchas gracias, Mike, de verdad.

- Te la debía después de ayudarme a aprobar el examen de Filosofía -me dice, dándome un beso en la mejilla. En cuanto se separa, sale corriendo del despacho del director.

- Vaya, es una pena que no sea el único que pueda darte besos -dice Ashton, cogiéndome ambas manos, quedándose quieto frente a mí, sonriéndome con sorna. Yo sonrío, inevitablemente, y me levanto de puntillas para darle un pequeño beso. Él cierra los ojos y rodea mi cintura con sus manos, mientras yo acaricio su suave mejilla con mi mano derecha, sintiendo una explosión de sentimientos en mi interior mientras el profundiza el beso.

- ¿Quería algo, señorito Adams? -nos interrumpe la voz chillona de la secretaria.

* * *

- No pasa nada, lo solucionaremos -me dice un angustiado Ashton, tratando de liberarse de mi apretado abrazo. Se separa de mí mientras yo hago un exagerado mohín con mis labios. Él me sonríe abiertamente, mostrando su perfecta dentadura, y me agarra las mejillas con sus manos frías para después darme un rápido beso-. Te quiero, ¿vale? -me dice. Me quedo estática, queriendo contestarle, pero las palabras se han quedado atascadas en mi garganta. Me separo de él, notando la sangre dejar de circular por mis mejillas, y me alejo calle abajo a trompicones. Él se sube al coche de mi padre, cerrando la puerta del conductor de un portazo, y arranca.

Not A Good GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora