CONDENADOS - DESCENDIENTES

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Época Colonial, 1777
¿crees que es buena idea seguir torturando a esta gente? – pregunto Dan.
¿acaso quieres dejar de lucir tan jovial? – le respondió Elisabeth.
Es solo que…
Es solo que nada querido, si no dejas de decir esas estupideces como que “está mal torturar a esas personas” te romperé las piernas y serás el siguiente en terminar siendo la ofrenda – dijo Elisabeth interrumpiéndolo.
Estas demente Elisabeth – dijo Dan saliendo de su cabaña.
El día de todos los santos se aproximaba, no había fecha más especial para Elisabeth que esa, ella decía que esa noche era cuando el poder oscuro se adentraba en ella y la hacía sentir más fuerte que nunca, dándole la capacidad de destruir todo a su paso. Nunca antes nadie la había visto actuar de una forma sobrenatural, todos pensaban que estaba loca, pero lo que pasaría esa noche los haría cambiar de opinión muy rápido.
Se suponía que debía salir el sol, pero este nunca lo hizo, era de noche, una noche oscura y helada, todos se preguntaban qué estaba pasando, pero no había respuesta alguna, Elisabeth estaba frenética, sedienta de sangre, con ganas de derramar más sangre, más y más, tanta hasta que pudiese nadar en ella y así fue empezó la masacre. Cada persona era visitada por una especie de humo negro y sin darse cuenta terminaban en el piso hechas trizas, tripas y otros órganos era lo único que quedaba de ellos.
Dan sabía que algo estaba mal con Elisabeth y que posiblemente acabaría con el también justo como el resto, pero no fue así. Al llegar a su cabaña Dan noto que allí sentada estaba Elisabeth como si nada hubiese pasado, tan calmada y tan tranquila que se podría decir que no era ella misma.
¿fuiste tú? – le pregunto Dan refiriéndose a todos los colonos caídos.
Me siento más fuerte que nunca – le respondió.
Pensé que sería un solo sacrificio por mes – dijo Dan acercándose a ella.
Eres débil Dan, frágil y te estas quebrando con facilidad, ¿acaso no quieres seguir con esto? – le pregunto Elisabeth mirándolo directamente a los ojos, mientras los de ella se tornaban de un color rojo.
¿él te ha ordenado hacer todo esto? o ¿ha sido cosa tuya?
A sido cosa de ambos – dijo Elisabeth riendo – da gracias de que no acabe con todos, necesitamos gente para asesinar durante los próximos meses – agrego.
¿acaso no piensas acabar con esto?
Esto apenas empieza querido, cada noche de todos los santos será igual, asesinare por placer y vanidad y el demonio dentro de mí se alimentara de la sangre, piel y huesos de las víctimas que yo misma destruya y más vale que no te pongas en mi contra o te ira mal – dijo Elisabeth.
¿Qué pasara si uno de los colonos se revela ante ti o ante mí? – pregunto Dan tomando del brazo.
Piénsalo de este modo si antes cuando era una simple mortal me temían, imagínate el terror provocado por mí cuando sepan que he sido yo quien ha asesinado a todos esta noche – respondió Elisabeth con una gran sonrisa.
Tenemos hijas Elisabeth ¿Qué sentirías si asesinaran a una de las dos?
Nadie lastimaría a mis niñas, pueden lastimarte a ti si lo desean pero a mis niñas nunca nadie las lastimara – dijo Elisabeth empujando a Dan y haciéndolo caer – será mejor que duermas bien esta noche, después de lo que acabas de decir tendrás que aprender a dormir con los ojos abiertos porque si algo le sucede a esas dos niñas, no lo pensare dos veces para asesinar a las pocas personas que aún viven aquí, incluyéndote – agrego mientras salía de su cabaña.
Y así cada año, justo en la noche de todos los santos una masacre era el festín y deleite de Elisabeth, despellejaba, mutilaba y torturaba a las personas, fuesen niños, jóvenes, adultos o ancianos.

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