El Gran Final - Parte Final

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“no hace falta que mencione lo que paso después de eso, de una manera agresiva ella se lanzó hacia mí, no quería nada con Peter solo estaba enojada conmigo, ¿Cómo no estarlo? Alguien más estaba invadiendo su territorio y para ella Peter no era más que eso, suyo y de nadie más. En sus ojos rojos se apreciaba la ira acumulada, lanzo varios picotazos hacia mi rostro, como pude logre esquivarlos, mientras sujetaba sus manos que aún eran por poco humanas, es decir, eran como las patas de un ave con esa piel dura que daba asco tocarla y sus afiladas garras que despellejarían a alguien de un solo rasguño.

Peter se lanzó encima de ella, quitándomela de encima a mí, mientras gritaba a todo pulmón ¡YA BASTA! Con mucha firmeza. Retrocedí aun en el piso, sin dejar de mirarlos, con la angustia de que Kelli cometiese una locura, ella estaba realmente enojada, quizás y solo quizás por medio de ello podía hacerle daño a Peter sin darse cuenta.
Me dejaste fuera – dijo Kelli entre chillidos.
¡Eso no es cierto! – grito Peter encima de ella sujetándola contra el piso.
Entonces… ¿Por qué no me has buscado en todo este tiempo? – pregunto Kelli convirtiéndose nuevamente en humana mientras sollozaba.
Si lo he hecho – dijo Peter mirándola fijamente.
¡mientes! – exclamo Kelli alterándose nuevamente, mientras le brotaban las plumas.
¡cálmate! – grito Peter – ¡te hemos buscado! – agrego – ¡ambos! – mientras me señalaba – ¡no lo hemos dejado de hacer!
¿lo prometes? – pregunto, haciéndose humana otra vez.
Con mi vida – respondió Peter – te amo – agrego – te amo mucho, más que a nadie – dijo mientras la tomaba entre sus brazos.
Los vi, siendo felices, justo como antes, cuando yo no estaba, tome mi pantalón y colocándomelo, los veía aun a ambos abrazos, con una gran sonrisa de oreja a oreja a cada uno. Me coloque la camiseta y sin decir nada trate de salir, pero sentí como tomaron mis manos, me di la vuelta y allí estaban, Peter sujetándome mi mano derecha y Kelli mi mano izquierda respectivamente.
¿A dónde crees que vas? – pregunto Peter.
Los mire a ambos, de rodillas ante mí, sujetando mis manos con fuerza, pero no dije nada, simplemente desvié la mirada, ya estaba muy incómodo con todo como para quedarme un segundo más.
Lamento lo de hace rato – dijo Kelli – es solo que… pensé que me habían olvidado – agrego con una mirada de tristeza.
Si te buscamos – dije mirándola – pero todo se volvió tan loco de pronto que…
¿Qué?
Al no encontrarte pensamos que estabas…
Muerta – dijo Peter, completando mi oración.
De igual forma… aquí estoy ahora, pero no por ello debes alejarte – dijo Kelli apretando mi mano, eres parte de mí y de Peter – agrego.
Mire a Peter quien ya me estaba mirando desde hacía rato con una sonrisa, mirando hacia otro lado y sonrojado pregunte ¿es eso cierto? A lo que ambos respondieron al compás “si”
Todo lo que haga feliz a Peter me hará feliz – dijo Kelli, besando mi mano.
¿te hago feliz? – le pregunte.
Sin duda alguna… Ambos me hacen feliz – dijo Peter para reír al final de una forma picara.
Yo sabía lo que eso significaba, de hecho los tres lo sabíamos. Lo que habíamos empezado solo Peter y yo hacía rato se había convertido en cosa de tres justo como la última vez. Está de más decir lo que paso después. Mientras el instituto se venía abajo, las paredes se agrietaban y el olor a muerte estaba en el aire nosotros estamos felices de estar juntos, al menos así lo veía yo.
Calculo que eran como las 2 de la mañana ese día, por el frio y el silencio que se escuchaba, por algún motivo no podía dormir, obviamente Kelli y Peter estaban rendidos. Cubrí mi cuerpo desnudo con una vieja sábana blanca y me asome por el pasillo, nada más que la fría oscuridad a lo lejos se podía apreciar, no había nada. Me di la vuelta, regrese a la cama y entre un largo suspiro, luego de tanto pensar me logre quedar dormido… desperté sin nada de sueño después de unas cuantas horas, hacía calor, recuerdo que hacía mucho calor, mi cuerpo estaba mojado como si hubiese salido de la ducha, mire hacia los lados y no estaba ni Peter ni Kelli, pero… ¿Dónde estarían? ¿Se habrían ido sin mí? Los llame a ambos y nada, no había señales de ellos, al menos no desde encima de la cama.

CONDENADOS - DESCENDIENTES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora