Despertar

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Henry estuvo refunfuñón toda la tarde, diciendo que no había visto a Emma en toda la semana y que no era justo. Un discurso con el que taladró las orejas de Regina durante todo el camino hasta la mansión. Ella estaba inquieta, su hijo se había alejado de ella desde la muerte de Leopold, él estaba persuadido de que ella había matado al que consideraba como su padre. Aunque la revelación de que había sido adoptado no puso en duda nada, Henry miraba a Regina como alguien malvado que buscaba hacer el daño a las personas que tenía alrededor. En su cabeza de niño de diez años, las cosas eran así, él pensaba incluso que había sido raptado a Emma o que ella había sido convencida para que lo abandonara. No se había atrevido a exponer su explicación lógica para su estado de madurez por miedo a que su madre entrara en un estado excesivo de cólera, aunque él no la había visto sino una vez fuera de sus cabales.

Regina no dijo nada, escuchaba solo las quejas de su hijo, absorbida por el hecho de que tenía en las manos el poder de deshacerse de Emma. Su hijo cambiará de opinión cuando una vez más la joven rubia tenga que abandonarlo. Escondió su alegría y adoptó un tono neutro para responderle

«Bueno, ya veremos cómo incluir a Emma en nuestras vidas, de momento te pido que, después de la cena, vayas a acostarte, creo que mañana tienes un examen de matemáticas»

El niño gruñó de descontento, una vez más su madre esquivaba el tema "Emma Swan" y prefería encerrarse en su despacho, sin duda, a preparar algunos complots contra la gente de "bien" de esa ciudad.

Henry se durmió pronto y Regina depositó un beso cargado de ternura en el rostro de su hijo. Él rechazaba todo abrazo y beso desde hacía algunos meses y cada rechazo de su hijo destrozaba el corazón de la morena. Ella había acabado por darse por vencida, y conformarse con ese beso de buenas noches depositado en la frente del niño ya dormido. Ese rechazo del niño a mostrarle afecto no había hecho sino envenenar las relaciones entre Regina y Emma, sin que la rubia, desde su llegada, se hubiese enterado del cambio radical de Henry hacia su madre adoptiva.


Regina se sirvió una copa y bebió dos sorbos antes de visionar el resto de la detestable carrera pornográfica de Emma Swan. Colocó el pen drive en el portátil y esta vez, clicó sobre el resto de cortometrajes, de escenas burdamente filmadas con planos cortos sobre la intimidad de los actores, los sexos masculinos sobredimensionados y gemidos fingidos, todo tan artificial que era hasta risible. Emma parecía entrar en el juego y provocar al macho con sus encantos, ofreciéndole diversas cosas que un hombre está listo para aceptar. Regina gruñó de disgusto y saltó una vez más hasta el "final" y apagó el sonido para evitar los excesivos gemidos de la pelirroja en la pantalla. Ella suspiró. Al final, ver estos films le provocaba un asco casi inexplicable.

Acabó por abrir los dos últimos videos y sin duda era otro contexto: se trataba de un primer ensayo donde Emma estaba en escena con otra mujer, morena y bastante bonita, las caricias y los juegos sexuales eran más dulces y más tiernos, se veía a Emma tomarse todo su tiempo para ayudar a su compañera a sentir algún placer. La película parecía más amateur que profesional y daba un halo sincero a la escena filmada. Los besos iban evolucionando de tiernos a más apasionados. Regina parecía hipnotizada por la escena, sintió su corazón latir desenfrenadamente y sus mejillas inflamarse. Se dio cuenta de que lo que venía a continuación le interesaba, ¿no había visto ella este tipo de film antes? Sí, por supuesto, no era una mojigata salida de un convento, ya había visto películas pornográficas, que Leopold guardaba y veía a escondidas en su ordenador. En su época, ella había preferido eso antes que la engañara, pero con el tiempo...Se había lamentado de ese pensamiento.

Estaba cautivada por Emma y su interpretación más ágil, parecía más cómoda con lo que hacía. Las mejillas enrojecidas de su compañera traicionaban un orgasmo no fingido, había alcanzado sus objetivos y después, un compañero masculino entró en escena, para, según los criterios del público habitual de este tipo de film, dar satisfacción a las damas. Regina se vio refunfuñando ante la llegada imprevista del elemento macho.

Turbio pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora