Carrera a contrarreloj

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Emma resopló ruidosamente en su coche, nunca había sudado tanto en su vida, a menos que sea justo la sensación de poder respirar correctamente. Cogió su móvil y vio una llamada perdida de su hermana. Entonces llamó a Mary. Después de un breve intercambio sobre el hecho de que Cora pasaría quizás con un esbirro para buscarlos los originales, Emma le advirtió para que no la recibiese sola. La morena le dijo que Regina ya no estaba en Storybrooke y que Archie estaba muy preocupado por ese hecho. Las ideas iban a cien por hora en la cabeza de Emma, estaba lejos de Point Creek, le quedaba fácilmente una hora de carretera, y eso dándose prisa. Entonces, rogó a su hermana que se dirigiera hacia allí lo más rápido posible.

«Emma...no creo que yo sea bienvenida»

«Escúchame, Mary» dijo la rubia con la voz más clara y calmada que podía «Si Archie está preocupado, quiero estar segura que todo está bien con Regina...Me da igual que te reciba con mala cara, te aseguro que no estoy tranquila después de lo que su madre le ha hecho...»

Mary se dio cuenta de que no era necesario que su hermana añadiera nada más, ella prefería también tener la consciencia tranquila. Y una Regina enfadada era mejor que una Regina desaparecida.

«Ok, voy»


Regina había creído encontrar refugio, un refugio apaciguador, en su otra casa. Pero no fue el caso, cada cosa había sido movida por Emma o Henry. La casa estaba ahora llena con la presencia de ellos. Era más un suplicio que otra cosa; por aquí se veía aún una camiseta olvidada por la rubia, por allá, el último DVD visto en "familia"...Otros recuerdos, otros felices momentos.

Se sentó en el sofá, sus manos en las sienes, como si su cabeza fuera a estallar. Hundida en la oscuridad, la luz caía a lo lejos, sobre el mar. ¿Qué le quedaba aparte del dinero? Mucho dinero y nada más en su vida que el vacío dejado por su madre, como siempre. ¿Por qué no había logrado vencerla por una vez? ¿Qué habría podido hacer para alejar a Cora de Henry y de Emma y conservarlos a su lado? Todo era demasiado difícil. Ninguna idea coherente le venía a la mente. Cuando su teléfono sonó, una enésima llamada de su terapeuta, estrelló el objeto contra la pared, haciéndolo añicos. "Una reacción estúpida", pensó. Miro los trozos del teléfono mientras reía.

No tenía ganas de cortarse los brazos, u otra cosa, aquello era demasiado fuerte, no como la última vez en la que justo fue una pelea demás con Emma...Todo era demasiado duro, ningún medicamento podía realmente calmarla. No podría sacar sus dolores con algunos cortes, era imposible. Su vida era una pesadilla, lo había arruinado todo, absolutamente todo, se repetía una y otra vez. Cuando se dirigió al mueble bar, cogió la botella de whisky mientras posaba su mirada en las últimas cosas de Emma y Henry. Quizás en otra vida estuvieran juntos. Lentamente, sacó el frasco de pastillas que le había prescrito el terapeuta. No volvería a vivir otra pérdida. No podía. Quizás su acto fuera cobarde. Le importaba poco lo que la gente pudiera pensar. Emma, con el tiempo, descubriría la verdad, ella comprendería. Tendrá que hacerlo. De todas maneras, si su madre había conseguido meterle mano a esas malditas películas, era enteramente su culpa. Regina se tragó algunos comprimidos y un largo buche de whisky.


Cuantos más kilómetros desfilaban, más pensaba Emma que Regina tenía una inclinación bastante pronunciada hacia los comportamientos dramáticos. Si Regina había querido protegerlos a ella y a Henry...entonces ella era capaz de cualquier sacrificio. Emma grito de impotencia en su coche, se encontraba tan tonta por haber dudado un minuto siquiera que Regina los abandonaba por esas razones estúpidas que soltaba con un tono mecánico, era evidente que todo no había sido sino una pura mentira. Intentó llamarla unas diez veces, en vano. Emma se culpaba tanto. Ahora tenía miedo de que la morena hubiese cometido un acto desesperado después de haber hablado con su madre.

Turbio pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora