Amy Duval

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Regina bajó las escalerillas carcomidas, cargando las dos cosas.

«¿Ha encontrado lo que quería, querida...?» preguntó de forma amarga Gold

«Sí, le doy las gracias Gold»

Regina lanzó una sonrisa silenciosa a Belle que se la devolvió. Un acuerdo tácito entre las dos mujeres en detrimento del viejo abogado. La Alcaldesa pensaba sobre su descubrimiento, tener la información era una cosa, contarla era otra. Suspiró y decidió pasar por su despacho para ver si su secretaria la necesitaba, después partiría. Ese descanso con Storybrooke y sus habitantes le hacía un gran bien.


Emma se había encaminado hacia la casa de Robin, era una construcción completamente clásica en la costa, nada que ver con la otra propiedad mucho más moderna. Mientras se dirigía hacia allí, la rubia constató que sí, le gustaba ese sitio más tranquilo que Storybrooke y su puerto; aquí solo estaba la naturaleza y el ruido del mar.

Llamó a la puerta de la casa, y esta se abrió dejando ver a Robin que se separó del marco de la puerta.

«Ah, buenos días Sheriff Swan, ¿qué puedo hacer por usted?»

Emma estaba incómoda delante del alto moreno que se estaba limpiando las manos con un paño.

«Bueno...Soy amiga de Regina, yo...voy a hacer pedido de arbustos para su jardín, me gustaría saber si está dispuesto a ayudarme cuando lo traigan»

«Bien, sí, entre Emma...Ehu, ¿permite que la llame así?» preguntó el hombre distraídamente

«Sí, ningún problema»

Emma entró en la pequeña casa, decorada sobriamente. Un niño la miraba de reojo mientras jugaba con un tren de madera cerca de la chimenea.

«¿Quiere un té?» preguntó amablemente Robin

«No...no soy mucho de tés» dijo Emma con una discreta sonrisa

Una mujer morena hizo su aparición en la estancia.

«¿Buenos días...?» dijo ella, interrogativa, mirando a Robin

«Es la sheriff Swan, cariño»

«Ah, bien» respondió la morena, extendiendo su mano hacia Emma

«Le presento a mi mujer, Marianne»

Emma tuvo ganas de repente de echarse a reír, pero solo esbozó una ligera sonrisa.

«¿Algo divertido?» dijo Robin riendo también por solidaridad

«Sí...Perdón, han debido decírselo a menudo...No sé, Robin y Marianne, es...un poco...»

Marianne sonrió amablemente ante la mueca infantil de Emma

«Sí, nos lo han dicho a menudo, pero bueno, ya que usted es la sheriff...Felizmente...es usted un sheriff amable...» dijo ella con una sonrisa

Emma reía sinceramente...Sí, la situación era cómica.

«Entonces, ¿también hace de jardinero en casa de los Mills?» preguntó Robin

«Se puede decir...» dijo Emma, sin saber si era un sarcasmo o una sencilla pregunta.

Marianne se dirigió hacia Roland, dejando a los dos adultos solos para que hablasen sobre el jardín.


Poco tiempo después, Emma cogió su coche y condujo hasta la tienda de plantas a algunos kilómetros para efectuar un pedido bastante importante de diversas plantas y arbustos que necesitaría. Una vez llegó al sitio, la joven tenía la impresión de estar en su elemento y vagaba de planta en planta. Su teléfono la devolvió a la realidad cuando su hijo la llamó para saber de ella. Ella le pidió que llamara también a Regina, Henry no estaba muy animado a hacerlo, pero Emma fue firme, el muchacho, un poco sorprendido, le prometió que lo haría por la tarde. Todo iba relativamente bien con MM y David, pero Henry comenzaba a aburrirse sin sus madres.

Turbio pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora