Dieciséis

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Mis párpados pesaban terriblemente y tardé por lo menos dos minutos en descifrar que no estaba ni en mi cama ni en mi habitación. Un pesado suspiro me trajo al presente, y vi a Gerard arrugar su nariz a pocos centímetros de mí. Un estornudo murió antes de emerger, y con esa mueca de incomodidad se giró boca arriba para seguir durmiendo. La sábana se deslizó a un costado y su vientre quedó al descubierto. Lucía tan tranquilo durmiendo que resultaba extraño pensar que era la misma persona que había estado llorando de manera tan abrumadora la noche anterior.

Con cuidado me deslicé fuera de la cama e intentando no hacer mucho ruido salí al pasillo. Todo estaba en silencio en la casa, y agradecía eso porque las ganas de cruzarme con alguno de los señores Way me intimidaba terriblemente. Llegué sin problemas al baño y vacié mi vejiga antes de ir a lavar mis manos. Mi rostro lucía cansado, quizás solo me faltaban horas de sueño. Luego de secarme volví al pasillo.

Y me encontré cara a cara con Mikey Way.

— Hey —dije con voz ronca por culpa de la falta de uso.

— ¿Es en serio? —Enarcó una ceja— No nos hablamos hace semanas y lo primero que dices al verme es "Hey".

— Mikey —suspiré—, es muy temprano para esto.

— No —dijo él y tomó asiento en el suelo, apoyado su espalda contra la pared. Yo suspiré mirando hacia la habitación de Gerard, pero en lugar de eso cerré la puerta del baño y me senté también, abrazando mis rodillas. Algún día teníamos que encontrarnos cara a cara, era obvio. Pero no estaba preparado para eso. Suspiré. — Gracias.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Gerard —suspiró—, él estaba muy... muy mal, ya sabes, por todo. Cuando éramos adolescentes él era, uh, sé que no debo decirte esto pero, él intentó suicidarse un par de veces y siempre decía cosas de ese tipo y yo... muchas veces creí que... que iba a hacerlo. Pero luego estuvo bien por mucho tiempo y cuando esta terrible cosa pasó volví a encontrarme con ese adolescente asustado y ansioso por morir que solía ser. Pero... tú le quitaste eso, yo lo he visto y nuestros padres también, te has llevado todas esas horribles cosas en torno a él y es el Gerard que amamos nuevamente y es todo gracias a ti.

— Esto... yo... —mordí mi labio inferior. Por instantes pensé que se trataba de esos episodios en donde crees que despertaste pero en realidad sigues durmiendo, pero no, no era eso. Era real. Mikey realmente estaba diciéndome todo eso. Entonces mi mente se fue a buscar en los recuerdos a un Gerard suicida, pero desde mi posición tan externa no pude hallar mucho. Saber que había experimentado todo eso me partía el alma.

— Sé que no eres muy elocuente —sonrió de medio lado, y no pude evitar reír yo también. Me quitaba muchísimo peso de encima, mucha culpa y ni siquiera lo había visto venir.

— Gracias por decirme eso —respondió tallando uno de mis ojos—, yo... uh, yo de verdad me preocupo por tu hermano y...

— Cállate, no digas más detalles —él arrugó la nariz, esa misma mueca que minutos atrás había visto hacer a Gerard. Aunque tuve que admitirme que solo el mayor de los hermanos Way lucía adorable haciéndolo.

O quizás eran mis ojos de amor opinando al respecto.

De pronto se puso de pie y sin decir nada más fue hacia el baño y cerró la puerta. Me quedé mirando la madera pulida por largos segundos, pensando en lo que acababa de suceder antes de ponerme de pie y regresar a la habitación de Gerard. Él seguía durmiendo plácidamente e intenté no romper eso mientras cerraba la puerta y regresaba a la cama, me acosté a su lado y solté un suspiro. Sin dudas podría acostumbrarme a pasar cada noche a su lado.

platonic ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora