Mikey había mencionado que posiblemente Gerard había encontrado a alguien allá en California y que, presumiblemente, él era el padre de la criatura y no uno de los abusadores del terrible evento que había tenido lugar. Pero, a mis ojos eso era pura mierda. No eran mis celos hablando, sino que era la percepción que tenía de Gerard. Simplemente no era el tipo de persona que tenía sexo con alguien que apenas conocía, aunque desde mi lado de la vereda era difícil asumir algo tan privado con pocas charlas compartidas. Quería pensar, aunque fuese egoísta, que Gerard no había estado con nadie, que ese bebé provenía del abuso y que su corazón estaba vacío y, posiblemente, bastante roto.
Y era triste que estuviera así, todo se volvía sumamente triste si esas eran las circunstancias porque no se suponía que estuviera triste en una etapa así de su vida, y tratándose de Gerard no se suponía que estuviera triste nunca. Pero a veces la vida actúa de forma totalmente diferente a lo que tenías planeado.
El asunto con Mikey igual era lamentable porque su enamoramiento era tan palpable que me partía el corazón no poder corresponderle. Sus besos sabían bien, todo de él sabía bien y sus intenciones eran tan puras que el solo pensar en su hermano me hacía sentir culpa, pero mantener mi salud mental a raya me repetía cada día que yo estaba enamorado de Gerard y que, lo que estuviera pasando con Mikey, era sólo una bola de nieve que había crecido demasiado.
Asentí tratando de convencerme a mí mismo y empujé el carrito del supermercado a través del pasillo de los productos enlatados. Estaba ahí por el atún y los guisantes, pero en lugar de eso encontré a Gerard con el mismo suéter amplio que le había visto hace unos días en su hogar, y al parecer estaba intentando alcanzar algo que estaba abajo. Con prisa me adelanté hacia él y bajé de rodillas, guiándome por la dirección de su mano a la lata de palmitos que quería alcanzar.
Se giró a mirarme con sorpresa, y luego sonrió de manera nerviosa.
— Hola. Gracias —murmuró.
— No hay de qué, a decir verdad todo lo que esté a treinta centímetros del suelo está a mi alcance, aunque lo de arriba está totalmente fuera de mi jurisdicción —dije en el tono más agradable que encontré, y luego reí.
Y él rió también.
Recibió la lata desde mi mano y se apartó para tomar su carrito, y yo me apresuré para avanzar a pocos pasos de él, recorriendo con la mirada su cuerpo. De costado su vientre se notaba más de lo que había pensado, pero lucía totalmente adorable, era increíble y estaba mordiéndome los labios para no decir algo al respecto por temor a hacerle enojar, o incomodarle.
— Te he extrañado en la fotocopiadora —dije de pronto.
Gerard se giró a mirarme por sobre el hombro y sonrió levemente. Encaminó su carro al amplio espacio entre las filas de pasillos y luego recargó su costado levemente sobre el carro, yo hice lo mismo, de cara hacia él.
— Tendrás que seguir extrañándome —contestó—, no tengo planeado volver a estudiar. Es... complicado, todo este asunto. Ni siquiera me siento cómodo saliendo solo a la calle después de... bueno, ya sabes.
— Te entiendo —me apresuré a decir—, quiero decir, no puedo entender lo que pasaste pero es un temor totalmente fácil de entender... debe ser una mierda.
— Es una mierda —coincidió dedicándome una sonrisa de medio lado—, todo ha sido una mierda últimamente. Mis amigos se esfumaron, no quiero decir que tuviera muchos amigos pero los tenía y ya no están. Mi padre me trata como si yo me hubiese buscado todo esto, mamá se siente abrumada por lo que murmuran sus amigas sobre mí y Mikey actúa como si me quedaran dos semanas de vida. Sólo quiero que todo vuelva a ser normal, ¿Sabes? Pero supongo que eso no va a pasar.
— Normal también es una mierda —dije luego de unos instantes—. Las cosas siempre van rotando y cambiando... quizás ahora mismo todo está así pero dentro de poco las cosas van a cambiar, todo a su tiempo... es, ya sé que suena como cliché pero es cierto.
— Necesito cereal —murmuró Gerard, dedicándome una nueva sonrisa.
Sentí mi interior derretirse un poco y luego asentí, guiándole de regreso a uno de los pasillos, actuando como si conociera el lugar a la perfección aunque sólo leía los letreros de cada pasillo. Tomé dos cajas de cereal también, aunque con una tenía suficiente y luego caminamos juntos hasta el pasillo de los productos lácteos. Gerard estaba en silencio, y yo no sabía muy bien cómo seguir buscándole temas de conversación. ¿Qué decir sin parecer demasiado desesperado?
— Antes no me dijiste qué esperas que sea —recordé mencionar, él me miró algo confundido—.El bebé —aclaré— ¿Qué quieres que sea?
— No... no lo sé —dijo mientras se encogía de hombros—, no lo he pensado demasiado. Creo que... me gustaría que fuera una niña, las niñas son adorables.
— Lo son —convine—, a menos que sean como Amara.
— ¿La oscuridad y toda esa mierda? —Preguntó él, sonaba divertido— De Supernatural, ¿no?
— ¿Ves Supernatural? —Le miré extasiado.
— Claro que sí, últimamente tengo mucho tiempo libre —rió—, el final de la temporada once fue una locura. Estoy ansioso por la siguiente.
— ¡Lo sé! —Exclamé— Dios, ¿qué otra cosa ves?
— Veo muchas series, es demasiado triste —dijo—. También paso mucho tiempo en Internet y he leído varios libros sólo por gusto. Había olvidado lo que era leer por gusto.
— Te falta Vitamina D —murmuré—, esa es la que viene del sol ¿No? —Él asintió— Creo que deberías salir a pasear más, si no te sientes cómodo aquí podrías conducir hasta la playa o algo así. Yo podría ir contigo.
— ¿Gracias? —Contestó tentativamente— Pero estoy bastante cómodo en mi escondite. Además cuando camino mucho mis pies se hinchan y es doloroso. Estoy por llegar a los siete meses, ¿sabes?
Yo alcé las cejas. Eso era casi el término del embarazo o algo así y parecía una locura que estuviese viviéndolo de una forma tan aburrida, pero no podía decir nada porque eso sería posiblemente todavía más incómodo.
— Creo que ya tengo todo —murmuró y yo parpadeé varias veces para regresar al mundo real— ¿Estás listo tú también?
— Sí, sí —contesté, aunque no había hecho ni la mitad de las compras. Volvería en otro momento, o quizás fuese papá quien decidiera hacerlo. De momento sólo me limité a caminar con él hasta la caja de diez productos o menos para hacer la corta fila. Cuando estuvimos de pie ahí me aventuré a mirar a nuestro entorno y pude notar que habían varios pares de ojos mirándolo, quise entonces lanzarme sobre todos ellos para que dejaran de hacerlo, quise también proteger a Gerard entre mis brazos, pero él tenía sus verdes ojos fijos en su celular aunque la pantalla de éste estaba apagada. De seguro era terriblemente incómodo, y yo sólo podía observar.
— Luces genial —dije de pronto—, con el embarazo y todo eso. Luces genial.
Gerard sonrió y luego guardó su celular. Se giró a mirarme y asintió una sola vez, y su rostro lucía extraño pero seguía sonriendo y parecían haber tantas cosas ahí dentro pero no dijo nada.
— Gracias —suspiró segundos después—, en serio.
— Es la verdad —me encogí de hombros y sonreí también.
Su rostro ya no lucía tan incómodo y no volvió a refugiarse en su celular mientras esperábamos, aunque tampoco dijo mucho. Pronto fue su turno de pagar y le ayudé a sacar sus compras desde el carrito, y él me agradeció con una nueva sonrisa. Lo vi acariciar su vientre cuando terminó sus compras y en último minuto se giró a mirarme.
— Gracias por todo, Frank. Nos vemos pronto —se despidió y tomando las bolsas se encaminó a la salida del recinto. Me quedé mirándole varios segundos antes de poder volver al mundo real y entonces, mientras regresaba al interior del supermercado a terminar de hacer mis compras, descubrí que había sido esa mi conversación más larga con Gerard Way.
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platonic ・ frerard
Fanfiction|Mpreg| Frank está enamorado de Gerard. Lo ha estado desde siempre. Y lo estará a pesar de todo.