platonic ･ frerard

Seis

Cuatro meses después

Era difícil de creer pero los días corrían con prisa ante mis ojos. O quizás era que simplemente había aprendido a vivir sin tener a Gerard revoloteando intermitentemente entre mis días. La imagen de su rostro seguía presente en mi cabeza y no había día en el que no pensara en él, pero ahora cada vez que lo hacía era con melancolía. Ya no esperara que volviera, o al menos ya no contaba los días para eso. Y mientras mi intenso amor por Gerard comenzaba a tomarse un merecido descanso, el amor por Mikey Way empezaba a florecer.

Resultaba extraño besar sus labios porque simplemente no podía evitar compararlo con su hermano. Cada vez que teníamos intimidad terminaba pensando en que estaba engañando a Gerard, y más de una vez me encontré pensando en si estaba haciendo lo correcto. Pero claro que estaba bien. Gerard y yo no teníamos nada. Mikey parecía estar bastante enamorado de mí y yo... yo deseaba fuertemente corresponderle como él merecía.

Pero aunque ese ámbito había evolucionado bastante en el plazo de los cuatro meses, todos los otros aspectos de mi vida seguían bastante iguales a antes. Seguía trabajando con mi padre, él seguía aquejado por sus mil dolencias, y mi vida seguía siendo un sinsentido, aunque había añadido un par de tatuajes a mi cuerpo. Y Mikey había estado tomando mi mano en ambos.

El olor se expandió con rapidez y antes de poder hacer nada descubrí que había quemado la salsa para los fideos de nuestro almuerzo con papá. Rápidamente intenté rescatar lo menos quemado y luego de cerrar ambos envases de plástico, salí corriendo de casa rumbo a nuestro trabajo. El sol golpeaba con fuerzas mi cabeza y realmente parecía ser más tarde, pero según el reloj eran sólo las diez de la mañana. Era la ciudad la que había despertado más temprano de lo usual.

Papá estaba ocupado con un cliente cuando llegué, pero aun así se tomó el tiempo para saludarme de forma increíblemente amigable cuando llegué. Corrí a la trastienda y luego de dejar todo en su lugar, fui a ayudarle. Eran las diez y quince de la mañana y el día oficialmente comenzaba.

Fue cerca de las tres de la tarde cuando algo emocionante pasó y James apareció por la puerta del local. Me sonrió enormemente y saludó a papá de la misma forma.

— ¿Vamos a comer algo? —preguntó él.

— Tengo fideos —respondí alzando mis cejas, pero obviamente no quería comer eso. Luego de dejar el cuadernillo del inventario sobre el escritorio fui hasta papá, y con mi mejor cara de cachorro intenté convencerlo— Papá, ¿puedo ir a comer con Reggie? No tardaremos mucho.

— Por favor... —añadió él.

Papá nos miró con su entrecejo fruncido, y luego de un largo silencio optó por asentir. Aunque no tenía otra alternativa de todos modos.

— Treinta minutos. Ni un minuto más, ni un minuto menos —advirtió.

— ¡Como usted diga, jefe! —respondí riendo, y luego de pasar por sobre el mostrador salí junto a mi amigo del local familiar. Caminamos en silencio durante varios minutos, hasta que él rompió el silencio.

— Hablé con Mikey ayer por la noche —dijo Reggie.

— ¿Te envió a hablar conmigo? —sonreí de medio lado.

— Algo así —dijo él—. ¿Qué día cumplen meses como novios?

— ¿Qué? —exclamé, la pareja que pasaba junto a nosotros se giró a mirar. Y luego no pude evitar reír, pero Reggie no reía. Logré aplacar el resto de la conversación por unos instantes, mientras entrábamos a un pequeño restaurante y ordenábamos una botella de cervezas y una porción de papas fritas extra grande. Pero cuando la muchacha en uniforme se marchó, nos quedamos solos, y él decidió volver a hablar.