— Hola, ¿está Gerard?
No.
— Hola, ¿puedo ver a Gerard?
No.
— ¿Se encuentra Gerard?
No. No. No.
Suspiré y froté los nudillos sobre mis párpados hasta el cansancio, no era algo tan difícil de hacer pero por alguna vez me ponía los nervios de punta. Era quizás porque los padres de los chicos ya estaban en casa, y desde que habían llegado yo no había querido aparecerme por ahí. Iban a matarme. Eso seguro. Pero tarde le envié la señal a mi cuerpo y sin poder hacer nada al respecto golpeé la puerta. Fue Donna quien abrió y luego de mirarme de arriba hacia abajo volvió a mirar mi rostro de manera interrogante. Quería saber qué demonios hacía en su puerta.
Lo había olvidado.
— ¿Buscas a Mikey? Está arriba.
— No... —contesté— No busco a Mikey. ¿Está Gerard?
— ¿Gerard?
Asentí.
Su cara de odio se intensificó y luego de titubear unos instantes volvió al interior de la casa y me cerró la puerta en la cara. Supuse que eso era un "vete al demonio" pero por alguna razón esperé. Y cuando estaba por darme por vencido la puerta se volvió a abrir. No era el señor Way con un arma, ni Donna amenazándome de alguna manera. Era Gerard, y sonreía.
— Te extrañé —fue lo primero que salió de sus labios.
Traía puesta una de sus negras camisetas con estampado de Iron Maiden y unos pantalones que lucían incómodamente ajustados en los muslos. Su negro cabello estaba desordenado, pero en él lucía genial. Todo en él lucía genial.
— Yo igual te extrañé —confesé.
Sus mejillas se tiñeron de un suave carmín y estuve a punto de besarlo, más luego recordé que estábamos afuera de su casa así que decidí caminar lejos. Fue él quien guió la marcha, nos fuimos hacia la izquierda y atravesamos el parque, caminamos a través de una larga franja de césped y más allá nos topamos con un sendero con árboles distantes y bancas viejísimas. Nos sentamos en una, justo bajo un árbol. Habían poquísimas personas y era un lugar genial para charlar, o para besarse.
— He tenido mucho tiempo para pensar sobre todo —comenzó Gerard, lo miré de reojo—. Sueles estar muy presente en mis pensamientos, he estudiado tus acciones... me preocupaba pensar que tu interés por mí se debía solo a que soy el hermano de Mikey.
— ¿Qué? No-
— Déjame terminar —Gerard habló más fuerte—. Hablé con James... sigue enojado contigo, pero me ayudó a comprender muchas cosas. Me ayudó a conocerte de otro modo, a verte con otros ojos y descubrí que... que no estás interesado en mí porque soy el hermano de Mikey.
— Te quise antes de querer a Mikey —dije después de un rato, mis ojos estaban analizando los tonos de verde del césped frente a nosotros—. He estado enamorado de ti desde hace mucho tiempo... y no sé cómo terminé acercándome tanto a Mikey pero pasó, pasó y... me arrepiento mucho. No me arrepiento de haber estado con él, él es genial, me arrepiento de haberle hecho pasar un mal rato. Mikey no merece eso... pero en cuanto vi que podía tener una mínima posibilidad contigo... no pude evitar lanzarme.
Gerard sonrió levemente. Y yo lo hice también.
— Yo sabía que estabas enamorado de mí —murmuró, no pude evitar sonrojarme como un imbécil—. Era como súper obvio por la manera en la que eras conmigo, además James solía hacer comentarios... era por eso que iba a tu tienda. Yo tengo una fotocopiadora en casa —rió divertido—, pero iba a verte a ti.
— ¿Por qué nunca hiciste un comentario al respecto? —me animé a preguntar.
— Porque... no lo sé —se encogió levemente de hombros—. Yo tuve un novio durante mucho tiempo y luego cuando terminamos estuve muy mal... no quería nada con nadie, ¿sabes? Y luego, cuando estaba decidido a volver a abrir mi corazón, pues... ya sabes qué pasó. Eso fue como... fue un golpe horrible, sigo aterrado por lo que pasó y creí que no iba a salir con vida. Pero lo hice, y me recuperé, y luego... luego me enteré de esto —su mirada bajó a su vientre y la mía lo hizo también. Era enorme, como si el bebé fuese a nacer en cualquier momento aunque bien sabía que faltaban varias semanas todavía.
— ¿Puedo besarte?
Gerard me quedó mirando como si hubiese dicho la cosa más loca del mundo, era una tontería pedirle aquello segundos después de una charla sobre la violación de la que había sido víctima. Pero sus labios fueron humectados por su lengua, su cabeza dio un lento y nervioso asentimiento y luego se acercó un poco hacia mí. Me apegué hacia él y posé una mano sobre su cintura, mi otra mano fue a ordenar los cabellos que caían sobre su frente. Nos miramos durante largos instantes y luego el beso tuvo lugar. No fue como ningún otro beso. Fue especial y ambos lo supimos porque no nos apresuramos. Los movimientos fueron leves y cuando la falta de aire nos obligó a apartarnos, ambos estábamos igual de acelerados. Sonrió levemente, y yo intenté hacer lo mismo aunque sabía que sonriendo no me veía ni la mitad de atractivo que él.
— Ven conmigo —dijo de pronto y sin aceptar mi ayuda se puso de pie.
Caminé detrás de él durante unos minutos, a través del sendero y los árboles, rumbo a una pequeña colina. Cuando nos detuvimos su rostro estaba rojo, pero no parecía tener intensiones de querer quejarse. Me sonrió de manera infantil y abrió sus brazos como si pudiera abarcar todo el claro. Sólo entonces me fijé en nuestro entorno. Los árboles eran más espesos en torno a nosotros pero ahí donde estábamos podíamos ver a la perfección el anaranjado cielo de la tarde. Aceptó mi ayuda cuando tomó asiento en el césped y cuando estuve ahí con él nos recostamos de espaldas, con un brazo cubriendo nuestra vista del escaso sol. Su cuerpo se acercó al mío y nervioso hice lo mismo, hasta que nuestros rostros estuvieron cerca y una de mis manos estuvo sobre su vientre porque el bebé se movía y los movimientos eran jodidamente notorios a través de la tela. Él sonreía calmado. Su sonrisa me daba tranquilidad.
— Este es mi lugar favorito, quería venir hace meses pero... me aterraba salir de casa yo solo —comenzó con voz pausada—. Pero es el lugar en donde quería estar, y si bien no es el momento en donde me gustaría estar... lo estoy disfrutando, a mi modo. Y tú... tú eres con quien quiero estar.
— ¿Lo soy? —Me aventuré a preguntar.
— Sí —respondió Gerard.
No pude evitarlo y me acomodé de costado para alcanzar sus labios con mayor facilidad, me acerqué a besarlo y él cedió al instante. Nuestros labios estaban perfectamente amoldados para besarse y pronto nos dimos cuenta de eso porque estuvimos besándonos y abrazándonos hasta que el sol terminó de caer. Y para cuando volví a ver el mundo normalmente, el cielo ya era de un tono azul oscuro y del sol no quedaba rastro. Unas pocas estrellas ganaban lugar en el manto eclipsado por algunas nubes. Era una noche maravillosa, en un lugar maravilloso... o quizás era solo porque Gerard Way estaba a mi lado.
Fuera como fuera, no quería que ese momento terminara nunca.
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platonic ・ frerard
Fanfic|Mpreg| Frank está enamorado de Gerard. Lo ha estado desde siempre. Y lo estará a pesar de todo.