Capítulo 3: Zapatillas de baile

203 11 1
                                    

Abi tomó aire y se vistió, comenzó a intentar desenredarse el pelo.

Después de secárselo bajó a  la cocina.

Llevaba puesto su pantalón de pijama con florecillas y una camiseta con el dibujo de un caballo blanco. Fue a la cocina.

Mery estaba junto a su hijo acabando de preparar la cena para esa noche. Abi comenzó a poner la mesa sumida en sus pensamientos y cando acabó se fue al salón y encendió la consola y la televisión.

Se giró en el sofá y miró a Michael.

-¿Una partidita?-Preguntó enarcando una ceja.

-Te arrepentirás de habérmelo pedido.-Respondió mientras saltaba sobre el sofá para acomodarse junto a la chica y coger un mando de la consola.

Estuvieron un buen rato retándose el uno al otro a una partida tras otra.

Mery les llamó desde la cocina para que se sentaran a la mesa. Y justo en ese momento James apareció en el recibidor de la casa.

La cena transcurrió entre conversaciones sobre el trabajo de James y las noticias del telediario.

Cuando Abi acabó su cena les dio las buenas noches y subió a cepillarse los dientes. Después se dirigió a su cuarto y se arrodilló frente a la cama. De debajo de ella sacó una pequeña caja de color blanco con dibujos de lazos negros  y la abrió, dentro estaban unas zapatillas negras de ballet. buscó bajo la cama y sacó una caja del mismo color que la de las zapatillas, pero más grande, la abrió y sacó un vestido negro lleno de piedrecillas blancas que adornaban el corsé y el borde de la falda de tutú. Con aquel vestido su madre había bailado El lago de los cisnes, y se lo había cedido a su hija al ver que esta era una excelente bailarina. Pero después del accidente había dejado el baile y tan solo se acordaba de él cuando sacaba aquellas cajas.

Mery llamó a la puerta y Abi se apresuró a guardarlo todo bajo la cama antes de decir un ''adelante´´.

Mery abrió la puerta, entró y la cerró tras de sí.

-No deberías de dejar el baile.-Dijo al ver una esquina de la caja asomando bajo el edredón de la cama.

Abi se sentó en la alfombra cruzando las piernas.

-¿Qué sentido tiene bailar, si mamá no puede disfrutarlo?-Preguntó alzando las vista.

Mery se sentó a su lado y le cogió la mano.

-No sé, pero si verdaderamente te gusta algo deberías luchar por ello y no tirar nunca  la toalla.-Respondió.

-Me gustaría que mamá se despertara y que todo volviese a ser como antes.-Murmuró.

Mery lanzó un leve suspiro.

-¿Quién sabe? Quizás cuando menos te lo esperes el mundo da un giro y la suerte te vuelve a sonreír. Nunca es tarde para que las cosas mejoren.

-Ojalá tengas razón.-Dijo bajando la vista al suelo.

Mery le dio un beso de buenas noches y se fue.

Esas pequeñas charlas que mantenía con Mery le infundían valor y le animaban a no perder la esperanza y a seguir hacia adelante.

-Pero, por desgracia, las cosas no son tan bonitas como te las pintan.-Se dijo así misma y volvió a entrar en un estado melancolía.

Se metió en la cama y apagó la luz .Lo único que necesitaba era descansar; mañana sería otro día.

El despertador comenzó a sonar indicándole que sus sueños debían tocar a su fin y que tenía clase.

Abi se levantó, se desperezó y se dirigió al baño para asearse. Intentó hacerse una de esas trenzas que llevaba su amiga, pero todo quedó en una maraña de rizos, así que desistió y lo dejo a su aire.

Bajó las escaleras hacia la cocina aún medio adormilada y pensando en la conversación de la noche pasada.

Michael estaba con la cara de un zombie y Abi estaba segura de que acabaría en el bol lleno de cereales que tenía frente a él.

James hacía rato que había salido de casa hacia su trabajo y Mery tenía el día libre.

-¡Michael!-Gritó.

El chico pegó un brinco en la silla y miró a su alrededor desconcertado.

-¡Acábate el desayuno que os tenéis que ir!-Exclamó la mujer.

Abi se echó la mochila al hombro y salió de casa seguida de un adormilado Michael.

Caminaron hasta la parada del bus que estaba en la esquina de su calle.

Durante el trayecto en bus Michael echó una cabezadita y Abi se puso a escuchar música.

Al llegar al instituto Michael y Abi se despidieron.

''Smith´s High School´´ era un gran edificio de cinco plantas que formaban una U y rodeaba el patio central donde la mayor parte del alumnado pasaba el recreo y sus horas libres. Un poco más separado de las aulas estaban el pabellón, las pistas deportivas y las piscinas cubiertas.

Todo el complejo estaba rodeado de una zona verde; y una verja de color negro delimitaba las dimensiones del instituto.

El apellido que daba nombre al instituto provenía de un antiguo clérigo que residía en lo que antes era un monasterio que la Iglesia cedió a la educación, a petición de Joseph Smith.

A medida que pasaron los años se añadieron el pabellón, las pistas y la piscina.

Abi cruzó el arco de la entrada donde figuraba el nombre del instituto e intentó localizar a Nathalie.

A Abi no se le daba muy bien hacer amigos, era bastante tímida; pero desde que empezó la escuela de infantil se hizo amiga de la niña extrovertida y simpática que era.

Ahora Nathalie era una chica de 16 años con ojos marrón oscuro y melena rubia que le caía totalmente lisa a la altura de la cintura y que cada día estaba recogida en peinados totalmente diferentes.

Nathalie era bastante alta, en comparación con Abi, y delgada. Elle tenía el cuerpo que toda adolescente desea, lleno de estilosas curvas. Era lo que Abi consideraba ''la chica por la que todo el mundo babea´´.

Además de su físico despampanante era una persona muy alegre y simpática.Estaba en el club de animadoras del equipo de baloncesto del instituto y también era presidenta del club de ciencias.

Nathalie era como un prototipo de chica perfecta: guapa, lista y simpática.

-¡Hey!-La saludó.-¿Qué tal?

-Buenos días Nathi,-Contestó con una sonrisa.-Bien, ¿y tú?.

-¡Genial!, Hoy es el Gran Día.-Dijo entusiasmada.

-Espera, recuérdame que pasaba  en el ''Gran Día´´.-Dijo simulando unas comillas con los dedos.

-Hoy es la exposición de el club de ciencias, ¿recuerdas?-Preguntó mirándola fijamente.

-¡Ah!Vaya, lo siento, creo que padezco amnesia.

-Vendrás a verme, ¿no?-Preguntó inquieta.

-Claro, me muero de ganas por ver tu explicación sobre la ley de la gravedad.-Contestó guiñándole un ojo.

-¡No seas sarcástica! Sé que no te gusta la ciencia, pero sabes que me haría mucha ilusión que vinieras; mis padres trabajan y no pueden ver la exposición.

-Bueno, tus padres no podrán ir a verte, pero yo estaré allí, no te preocupes.-La tranquilizó.-Además, quiero ver como le quitas el premio a J.P.-Añadió.

-¡Puff! J.P. lleva años ganando, no sé de que va a hablar, desde que participa él nadie ha vuelto a ganar.-Dijo preocupada.

-Lo que cuenta es participar, tenlo siempre en cuenta; y si no ganas,bueno...no serás la mayor celebrito del instituto, pero seguirás siendo ''Nathalie Brown, la mejor alumna de todo su curso´´.-Dijo Abi haciendo una perfecta imitación de la directora del centro.Y Nathalie comenzó a sonreir.

Los Guardianes de Arthros I Un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora