Capítulo 9: Los Grunklee

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Al ir en el carro llegaron a Campbell cuando empezaba a anochecer.

Caleb y Abi le dieron las gracias a Louis y a su padre.

-¿Por qué siempre que hablamos con desconocidos me presentas como tu hermana y mientes sobre mi nombre?-Preguntó cuando ya se habían ido

-La vida me ha enseñado que no debes confiar en nadie.-Respondió mirando hacia otro lado.

Ambos cruzaron el centro de la ciudad y se dirigieron una inmensa edificación hecha de piedra que contaba con cinco plantas, más la del sótano y la buhardilla.El edificio tenía un patio delantero dividido en dos por un camino de piedra que conducía a la entrada principal.Todo el complejo estaba cercado con una verja alta de color negro.

Los chicos cruzaron el patio delantero y llamaron a unas imponentes puertas metálicas de al menos cuatro metros de altura.Estas se abrieron, pero nadie los esperaba tras de ellas. Abi lanzó una exclamación ahogada de puro asombro.

-Te acostumbrarás, será cosa de Bastak. Él es el gerente de todo esto, algo así como el director, y también es un miembro de la Selbua.-Explicó.-Por cierto, nunca le llames Bastak, siempre Lord Peniston.

Subieron unas escaleras llenas de ricos adornos en los pasamanos, a lo largo de los pasillos se veían colgadas lámparas de arañas y cuadros de seres mitológicos:Había unos centauros lanzando flechas; hipocampos, sirenas, minotauros, dragones...A la chica todo aquello le recordaba a su libro de mitología que le habían regalado cuando era pequeña.

-¿Te gustan?-Preguntó una voz a su espalda. Abi se giró, un hombre de pelo cano le sonreía.

-Buenas noches Lord.-Saludó Caleb.-Ella es la chica de la que te hablé.

-Un placer señorita,-dijo besándole la mano,-sea bienvenida a nuestra casa.

Abi se sonrojó levemente y asintió.

-¿Dónde están Rose y los demás?-Preguntó Caleb.

-En la cocina.-Respondió el hombre.

Caleb le dedicó a Abi una media sonrisa y salió corriendo escaleras abajo.

De repente Abi se sintió sola y desprotegida al no estar el muchacho con ella.

-¿Por qué estoy aquí?-Preguntó Abi sorprendiendo a Lord Peniston y a sí misma.

-¿Caleb no te explicó nada?Es usted un caso especial, normalmente no traemos humanos a nuestras tierras, señorita...

-Fischer, Abi Fischer.-Contestó la muchacha.

Muy bien, señorita Fischer, si no le importa iremos a mi despacho; allí estaremos más cómodos.-Dijo mientras giraba sobre sus talones y echaba a andar seguido de la chica.

Subieron al tercer piso y se dirigieron a una puerta de roble en la que había una placa dorada en la que se podía leer ''Despacho´´. Lord Peniston abrió la puerta sujetándola por delante de él e invitando a Abi a pasar.

La habitación era realmente acojedora, había una gran ventana de la que provenía toda la luz que inundaba la estancia.El hombre se sentó en una butaca de cuero negro situada tras un enorme escritorio de roble. Lord Peniston hizo un gesto hacia Abi invitándola a tomar asiento en uno de los sillones situados al otro lado del escritorio.

-Supongo que tiene muchas preguntas, señorita Fischer...-Comenzó.

-Si no es molestia, prefiero que me tuteé.-Le interrumpió la muchacha.

-Claro.Bueno, esto será difícil de explicar.¿Te habló Caleb de los Guardianes?-Preguntó.

-Me dijo que son como la policía de mi mundo; que se encargan de mantener a raya a unos seres que se llaman Dolontes .-Respondió mientras hacía memoria.

Los Guardianes de Arthros I Un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora