Se hizo un silencio incómodo entre los dos chicos; que ninguno de ellos se atrevía a romper.
De repente la puerta de la habitación se abrió dejando ver a un niño de aproximadamente diez años de mediana estatura. Su pelo castaño le hacía unas pequeñas ondas a la altura de la nuca y sus ojos oscuros miraron a Abi y a Caleb respectivamente.
Abi dio por echo que aquel niño era el hermano pequeño de Rose; tenían el mismo color de pelo y ojos, pero él era mucho más delgado y bajito que ella.Llevaba una camisa gris y unos pantalones negros llenos de bolsillos que se abultaban al rededor de sus piernas.
-Caleb, Lord Peniston quiere que vayas a hablar con él.-El niño no apartó loa mirada de Abi, y la chica comenzó a sentirse incómoda.
-Bueno, pues vamos a ver que quiere,-dijo poniendo los ojos en blanco,- espérame aquí.-Le dijo a Abi.
Caleb salió de la habitación y el niño miró a los dos chicos sin saber muy bien que hacer.Decidió dejar sola a Abi e irse a su habitación mientras botaba una pelota a lo largo del pasillo.
LA chica se quedó sentada sobre la cama pensando en todo lo que Caleb le había explicado, pero nada cuadraba en su cabeza.Todo era demasiado irreal y complejo para ser cierto.''Desnudos ante el peligro´´ la voz de Caleb resonaba en su cabeza como un eco constante, repitiendo esa frase.
-Tiene que haber alguna forma de destruir a La Sombra.- pensó. La chica se puso en pie y salió en busca de Rose, sumida en sus pensamientos.Los pasillos estaban totalmente desiertos y Abi comenzó a preguntarse por qué aquella gente vivía en un edificio tan grande; las siete plantas que tenía en total eran enormes y la mayoría de las habitaciones estaban abandonadas. LA chica estuvo deambulando por todo el edificio sin saber que hacer, al final, decidió ir a la primera planta; de la cocina provenía un dulce olor a mantequilla derritiéndose. El estómago de la muchacha rugió recordándole que lo último que había comido era el conejo que Caleb había cazado cuando iban camino a Campbell; la chica entró en la cocina.Una mujer de avanzada edad estaba de espaldas a ella.Llevaba una blusa blanca remangada y una falda azul cubría por completo sus cortas piernas.
La mujer se giró al sentir su presencia y una amistosa sonrisa se dibujó en su cara provocando que le salieran un montón de pequeñas arrugas al rededor de sus ojos negros.
-Hola, jovencita.-Saludó.
-Hola.-Dijo Abi mientras le sonreía.
-¿Visitando las instalaciones?-Preguntó. Abi asintió a modo de respuesta.
-Un consejo, si te pierdes, baja a esta planta y ven a la cocina, aquí viene todo el mundo siempre que necesita un consejo.-Dijo mientras le guiñaba un ojo.
-Lo tendré en cuenta.
-Bueno, pues ya que estás aquí, prueba esto y dime que te parece.-Dijo ofreciéndole una mezcla amarillenta con olor a mantequilla. Abi la miró desconfiadamente, pero tras cavilar durante unos segundos se dejó llevar por su enfurecido estómago y optó por probarla .La mujer sonrió de nuevo.
-¿Y bien?
-Está muy buena, ¿qué es?.-Preguntó la muchacha.
-Es la mezcla para mi tarta, estoy segura de que te gustan los postres.
-Mucho.
-¡Vaya! Que despistada soy, me llamo Abatwa, no nos habían presentado.-Dijo mientras se ajustaba el pañuelo a la cabeza. Abi se fijó en sus puntiagudas orejas y se quedó observándolas boquiabierta. Abatwa notó su sorpresa.
-Provengo de un linaje de gnomos, pero en realidad soy una enana, por eso mis orejas son tan puntiagudas.-Explicó.
-Creía que los gnomos no existían, que solo eran personajes ficticios de cuentos para niños.-Dijo Abi.
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Los Guardianes de Arthros I Un nuevo mundo
FantasíaSiempre hay algo más detrás de la imaginación