Capítulo 19: El refugio

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El sol estaba ya en su punto más alto cuando Nathan hizo que Abi se parase ante una enorme casa de madera situada en la copa de un árbol, como si estuviese suspendida en el aire.Para acceder a ella había una escalera, con una barandilla de madera, que llegaba hasta el suelo rodeando el árbol, como si se tratase de una hiedra.

La chica la contempló boqueabierta.

-Bueno, no te quedes ahí parada; sube-le indicó el muchacho.

Abi, aún sorprendida, comenzó a subir los escalones poco a poco, notando con cada pisada el crujir de la madera. Los escalones dejaron paso a una plataforma de madera que rodeaba toda la casa. Nathan enseguida se situó a su lado. La chica contemplaba anonadada todo. Desde aquella casa se habían construido unas pasarelas de madera con una pequeña tela a ambos lados que hacía de pasamanos, que comunicaba esa casa con otras un poco más pequeñas.

Nathan se apoyó en la barandilla de madera que rodeaba toda la plataforma de la cabaña.

-Bonito ¿verdad?

-Es precioso-Susurró Abi.

-Bienvenida a nuestro refugio-sonrió el muchacho.

-¿Refugio?

-Sí, todas estas cabañas son nuestras casas, vivimos aquí desde niños-explicó.

Al rededor de la cabaña principal, en la que se encontraban, había otras cuatro, una por cada punto cardinal; todas ellas tenían una escalera de mano que llegaba hasta el suelo, y se comunicaban con la principal mediante pasarelas de madera.

De vez en cando por la cabaña situada al este, se veía a una mujer.

-¿Quién es?-preguntó la chica.

-Es Anabela, es como una madre para nosotros.

-¿Nosotros?-la chica enarcó una ceja.

-Sí, todos los que vivimos aquí somos huérfanos, esta es nuestra casa.Normalmente la gente no quieren licántropos en sus familias-dijo el muchacho.

La chica lo miró boqueabierta.

-¿Eres un lobo?

-Hombre lobo, para ser exactos; pero sí. Todos los que vivimos aquí lo somos-dijo señalando las casas de los árboles.

Abi siguió con la mirada el dedo del muchacho sin ver a nadie; excepto aquella mujer, Anabela, todo estaba desierto.La chica lo miró enarcando una ceja.

-Bueno, ahora quizás estén correteando por el bosque, pero jamás se saltan las comidas, así que dentro de

poco estarán aquí-dijo mirando la posición del sol.

Hans se detuvo ante el árbol que contenía el Portal y miró al rededor.

-¡Abi!-chilló.

Unos pájaros que estaban posados sobre las ramas de los árboles salieron volando, emitiendo unos chillidos de protesta.

-¡Abi!

Nada, silencio.

Hans se adentró en el bosque gritando el nombre de su hija y escuchando el rumor del viento entre las hojas, con la esperanza de oír la voz de su hija.

De repente oyó unas fuertes pisadas sobre las crujientes hojas que hacían de alfombra sobre el césped del bosque, se giró sobre sus talones, desenvainando las dos espadas que llevaba a ambos lados del cinturón.

Un enorme lagarto, del tamaño de un hombre, se apoyaba sobre sus dos únicas patas, que acababan en unas afiladas garras, y una cola llena de espinas venenosas que recorría toda su columna, hasta llegar al cráneo, en el que apenas se distinguían los pequeños ojos negros, del tamaño de canicas. Excepto algún diente roto, los demás eran afilados como cuchillos y la biscosa lengua se movía entre ellos, soltando pequeños chorros negruzcos de veneno, que brotaban de los numerosos grumos que tenía. Su piel estaba llena de escamas negras y rojas, del color de la sangre.

-Genial-murumuró el hombre por lo bajo, antes de correr hacia él para clavar sobre la parte superior de una de sus patas sus dos espadas.

El animal gimió y giró su cabeza rápidamente hacia el hombre, dispuesto a morderle para inyectar su veneno en su cuerpo; pero Hans fue más rápido y le propinó una patada en el ojo. El animal chilló, retrocediendo dos pasos, de su ojo izquierdo comenzó a brotar sangre.

-¿Qué ha sido eso?-preguntó Abi al escuchar un chillido que rompió la calma del bosque.

-Apostaría el cuello a que es un Dolonte.-dijo el muchacho mientras echaba a correr por la plataforma y bajaba las escaleras.

Abi bajó tras él.

-¿Qué haces?Quédate aquí.

-¡No! Voy contigo.

El chico la miró a los ojos, Abi no se dejó intimidar y le mantuvo la mirada.

-En serio, es peligroso.

Abi se cruzó de brazos, y Nathan puso los ojos en blanco.

-No me harás caso, ¿verdad?-la chica negó con la cabeza y esbozó una tímida sonrisa.

-Si, claro, pon cara de niña buena,-Abi enseguida borró su sonrisa-anda, coge esto-dijo dándole un cuchillo.

Abi pasó el dedo índice sobre la fina hoja del cuchillo y lo guardó en el cinturón del vestido.

El chico echó a correr seguido de Abi hacia el lugar de dónde producía aquel chillido desgarrador.

Cuando llegaron encontraron a un hombre de espaldas limpiando una espada ensangrentada sobre el cuerpo de un animal.

La chica enseguida desvió la mirada hacia el ser que yacía inerte en el suelo, manando sangre negruzca de dónde debía estar situado el corazón.

El hombre se giró al sentir la presencia de los muchachos y pasó su mirada de Nathan a Abi, deteniéndose sobre ella, mientras sus labios pronunciaban su nombre. Hans se acercó a ella y la abrazó.

-¿Dónde se supone que estabas?-preguntó entre enfadado y aliviado.

-Nathan me iba a llevar con vosotros...-comenzó.

-¿¡Qué?!-exclamó.-¿Cómo se te ocurre irte así?¿Y quién se supone qué es él?Te he dicho mil veces que no hables con desconocidos y menos irte con ellos...

-¡Papá!-le cortó-Estoy viva ¿vale? y Nathan tan solo quería ayudarme.

-¿Un lobo?¿pero no ves lo peligroso que es? podría haberte matado-dijo mirando al muchacho despectivamente.

-Perdone por ayudar a su hija cuando sus ''amigos´´ la dejan sola. Tanto usted como yo sabemos que este mundo es peligroso-dijo sosteniéndole la mirada.

-Cuando tengas una hija entenderás por qué me preocupo tanto por ella-dijo acusadoramente.

-No eres el mejor ejemplo de padre ¿sabes?-Hans miró sorprendido a la chica.

-¿Cómo dices?

-Ni que fueras tan buen padre-Hans abrió los ojos como platos, sorprendido ante las crudas palabras de su hija.-Fingir tu propia muerte para venirte a un mundo totalmente independiente al nuestro, dejando a tu familia sola.

Un incómodo silencio se quedó flotando en el aire, podría cortarse la tensión con un cuchillo.

Los Guardianes de Arthros I Un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora