-Charlie- [1]

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-Ya comenzaba Marzo y a su vez comenzaba el final del invierno. Irónico, ¿no? Estos eran los pensamientos que rondaban por mi cabeza mientras volvía en el expreso, dibujaba círculos con el dedo indice en el cristal de la ventana observando como la lluvia caía mientras en mi cara se vislumbraba una mueca risueña, no dejaba de sonreír. Estaba con mis amigos en el vagón, aunque yo pasaba un poco, escurriendo el bulto ya que ese día estaba un poco apartado del mundo pensando en mis cosas. Me encontraba entusiasmado y ciertamente nervioso porque ya iban a comenzar las vacaciones de Pascua, era la vuelta a casa para pasar días en familia. No había nada como aquello, largas comilonas en familia, como el día a día de antaño. Bill posiblemente pasaría las vacaciones con Fleur y su familia por lo que si le ibamos a ver sería poco.

Tras el viaje en expreso llegamos a Londres y de allí junto con mis padres y hermanos volvimos a casa a través de los polvos flu. Llegué exhausto, pero no por ello menos entusiasmado por pasar unas vacaciones junto a mi familia, por lo que la sonrisa que tuve todo el día no lograba borrarse de mi cara. Resistiría contra viento y marea. Subí las escaleras con mi macuto, no muy cargado ya que al fin y al cabo siendo realistas, serían pocos días. Lo dejé caer en una esquina de la habitación y me tiré sobre mi cama dejándome caer como si se tratara de un salto de fe. Me quedé sonriendo encima de ella llevaba varias semanas de exámenes por lo que ahora lo que más quería era dormir.

Desperté poco antes de que estuviera la cena por lo que ayudé a mamá a prepararla. Un suculento plato de pollo asado con patatas. Ya sentados todos a la mesa como era costumbre y la última llegada exprés desde las escaleras de Ginny, que también era costumbre, comenzamos a comer. Se respiraba una atmósfera más sombría de lo normal. No era por los chicos o mis padres, ellos eran los mismos, lo que fallaba era el ambiente. Esto era comprensible ya que por aquel entonces eran tiempos oscuros. Por ese motivo esperaba con tanto ahínco este reencuentro familiar que fue bastante cálido y alegre, pero no fue lo que esperaba. Se notó cierta preocupación, tensión y papá terminó diciendo lo que todos esperábamos al final de la cena. Nos dijo que eran tiempos de adversidad en los que nada estaba decidido, que la Orden del Fénix hacía todo lo que podía y por otro lado las fuerzas del Ministerio también intentaban parar esta locura, pero que ahora mismo la batalla del mundo mágico se encontraba en un punto de inflexión así que tuviéramos cuidado.

Subía las escaleras tras la cena y la tertulia que le ocurrió después. No paraba de darle vueltas. Papá no solía ser así, normalmente no nos hablaba sobre la Orden o cosas así ya que no quería preocuparnos, pero si ahora lo había hecho se debería a que el tema era serio. Abrí la puerta de mi cuarto y me dispuse a dormir, al día siguiente iría a limpiar la casa de Rumania ya que de vez en cuando necesitaba alguna que otra limpieza. Antes de cerrar los ojos, mientras daba vueltas en mi cabeza a todo pensé en invitar a Anh a que viniera a ayudarme y ya de paso le enseñaría El Gran Azul y toda la zona por lo que decidí escribirle una carta y mandarle una lechuza.

La Llama Oscura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora