–Todo se había nublado. Con el golpe que recibió en la cabeza, la chica iba sin conocer, parpadeando cada segundo, intentando reconocer algo. Pero de lo único que fue consciente fueron los brazos que la envolvieron en un determinado momento, el hilo de sangre que manaba de su cabeza y que tenía su pelo azul de rojo y de nuevo, unos brazos que la ayudaron a levantarse. Apretó ambas manos instintivamente, aferrándose con una al hombro de quién la estuviese llevando y convirtiendo en un puño la otra. No oía nada, solo lo que parecía ser un eco de los pasos que debían estar dando. En ese momento cayó en algo: hacía apenas unos segundos, tenía dos varitas en las manos. Y ahora no tenía nada, estaban vacías. Frunció el ceño ligeramente, pues aún estaba descolocada y con toda la rapidez que pudo, que fue poca, se llevó las manos a palpar su túnica. Hizo recuento: ese día había conseguido tener en su poder cuatro varitas, la suya propia, la de la mujer del despacho, la de Charlie y la del hombre de ojos azules. Obviamente, la suya la había perdido cuando la apresaron, la de la mujer, no la había encontrado en la túnica antes, ya solo había dos opciones. Giró muy levemente la cabeza, viendo lo que parecían unos mechones pelirrojos.
Entonces, recordó que momentos antes de caer al suelo, había visto a Charlie y que su único pensamiento al caer había sido ir con él. Bueno, parecía que lo había conseguido. Pero aunque él tuviera su varita, ella no. Volvió a pensar, si todo había ido como ella pensaba, en aquel momento estarían huyendo. Se llevó una mano al bolsillo de nuevo, a la mochila que había traído y que estaba dentro de este. Tanteó con la mano su interior, buscaba unos botes en concreto. Sacó dos, los acercó todo lo que pudo a sus ojos, e intentó identificarlas. Por suerte, eran las que buscaba. Sin dejar de andar torpemente, levantó la cabeza, buscando un sitio que pareciera poco concurrido. Justo en el hueco inferior de unas escaleras, parecía dar poquísima luz, la mínima. Señaló el lugar a su amigo, levantando el brazo levemente y balbuceando un "Allí".
Con los mismos pasos torpes, llegaron al lugar, todo estaba aún en silencio así que no habrían mandado aún refuerzos a los mortífagos que habían caído. Cuando la sombra les cubrió, le pasó uno de los frascos, no les quedaba mucha poción a ambos, pero era mejor que nada. El que le pasó, era el del primer hombre en el que se había convertido, y el que se quedó ella eran los restos de la poción multijugos de la mujer. Siendo claros, si él se convertía en aquella mujer vestido con unos arapos y ella en el hombre de las cejas pobladas vestida con la ropa de la mujer, darían el cante.
Se palpó levemente la cabeza, donde tenía la herida y, aguantando el dolor, volvió a meter la.mano en el bolsillo, sacando un nuevo frasco, con ungüento para pequeñas heridas. No era lo mejor, pero algo era algo. Lo aplicó y bebió de la poción multijugos con su amigo.
Cerró de nuevo los ojos, haciendo algo de fuerza y echando todo el aire de sus pulmones. Cuando los volvió a abrir, llenó sus pulmones de nuevo y susurró.– Bien... ¿tienes varita? Bueno, supongo que sí... Vale, ahora tenemos que ir sin que se note mucho que estamos huyendo, no se nos ocurra ir por los millones de despachos... ¿Se te ocurre otro lugar? O también... Podríamos intentar desaparecernos, al menos hasta estar más cerca de la salida... En cualquier caso, rápido.
–Comenzaron a oírse unos pasos a lo lejos, parecía que iban hacia ellos. Suspirando, se irguió todo lo que pudo y en vez de que Charlie la llevase como a una accidentada, se agarró como si fuese simplemente un gesto amistoso. Sin decir palabra, ambos comenzaron a andar de nuevo, huyendo de los nuevos pasos que les perseguían.–
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La Llama Oscura.
FantasyEsta historia se da durante el periodo en el que Voldemort comienza a recuperar de nuevo su poder logrando así ciertos contactos en el Ministerio de Magia. Esto provoca que toda aquella gente a la que esté interesado en usar terminaría en una celda...