-Charlie- [11]

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Anh cayó, como si se tratara de una película en la cual se da una secuencia a cámara lenta para conseguir una mayor dramatización contemplé con gran estupor y preocupación como aquella chica, mi amiga que había venido a salvarme caía lentamente, terminando por impactar con el suelo de forma brusca recibiendo un gran golpe en la cabeza. Eché mi cuerpo hacia delante yendo a por ella, a rescatarla, pero fue entonces cuando estaba en el borde de la columna cuando de pronto gateó velozmente, pero dando tumbos, hacia donde yo estaba.

Mis brazos la recibieron abiertos y la agarraron con fuerza para ponerla al resguardo de los hechizos de aquel despreciable. Todas las heridas de mi cuerpo se resintieron ante aquellos movimientos tan bruscos y desincronizados, noté en mi caja torácica una increíble presión debido a que algunas de mis costillas estaban astilladas por lo que al coger a Anh, esta presionó más de lo normal mis pulmones. Dolió, una barbaridad. Pero valió la pena, estaba a salvo, ella que había venido hasta los mismísimos infiernos del Ministerio solo a rescatarme.

Cogí el rostro de la chica con ambas manos y alzándolo, zarandeándolo dije.- ¡Anh! ¡Anh! Estás aquí. Me has encontrado. Reacciona, abre los ojos. -la expresión en el rostro de la chica demostraba que estaba consciente, pero por lo pelos, sus ojos divagaban por la estancia contemplando todo y a la vez nada. Su cuerpo era pesado, no se mantendría por si misma si la soltaba. La rabia recorrió mi cuerpo por el estado en el que la chica se encontraba, por lo que con firmeza cogí mi varita que colgaba livianamente de sus manos como si estuviera cogiendo el aire, ya sin fuerzas, pero ahí estaba en sus manos. Mientras que su varita ya se hallaba tendida en medio del pasillo donde había caído ella.

Deposité a Anh con delicadeza en el suelo, apoyándola en la pared. Entonces, de pie apoyado en la columna apunté con la varita hacia mi costillar y cerrando los ojos con fuerza grité.- Braquiam Emendo. -Se oyó un estrepitoso chasquido realizado al unísono por varias costillas que tenía fracturadas acompañado más tarde de un sonoro grito por toda la estancia. Tenía técnica con el hechizo debido a mi trabajo en el cual casi siempre resultaba herido con roturas, pero de todos modos no lo realicé a la perfección debido a la pérdida de sangre que no me permitía concentrarme. Así que, por lo menos una de mis costillas había desaparecido. Ahora tocaba el turno de la arteria rota. Este no era tan doloroso ya que solo paraba el flujo de sangre. Apunté por mi espalda a la zona donde esperaba que se encontrara la fisura y pronucié con claridad.- Episkey. -Aquel dolor punzante parecía haber desaparecido, pero no era más que una ilusión, aún no estaba curado del todo, aunque con ello me bastaría para lograr enfrentar a aquel mortífago.

Salí en medio del pasillo marcando mis pasos con toda la decisión que podía y sujetando mi brazo con firmeza agarrándolo del codo con la otra mano pronuncié.- ¡Lumos! -de pronto el mortífago se vio rodeado por un inmenso destello blanco el cual provocó que se cegara durante unos instantes. Momento que aporveché para conjurar un Confringo gritando con todas las fuerzas que pude y alcanzando al mortífago de lleno en el pecho, haciéndolo así, volar unos cuantos metros más atrás.

Cogí a Anh pasando su brazo por encima de mis hombros y comencé a correr, ya volvería en sí, pero no podíamos quedarnos allí. Esos mortífagos no volverían para informar de que habían logrado confinar a Anh y eso provocaría que vinieran más, muchos más. Debíamos huir en las sombras.

La Llama Oscura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora