-Las llamas esmeraldas me envolvieron en cuanto pronuncié la dirección a la que quería llegar. Cerré los ojos, desde siempre, al viajar mediante los polvos flu, ver tanto destello verde me había mareado. Lo había comprobado la primera vez y no quería repetir aquel día. Cuando los abrí de nuevo, me encontraba en otra chimenea, una bastante más regia que la anterior. Salí de ella, limpiando la ceniza de los hombros de la capa. Bien ya estaba allí, pero aún no entendía por qué allí y no otro lugar. ¿Por qué iba a estar allí Charlie?
Daba vueltas constantemente a esta pregunta en mi cabeza, mientras avanzaba por los pasillos del Ministerio eludiendo a cualquiera que parecía conocer al hombre en el que me había transformado. La gente se acercaba con la intención de hablar, yo simplemente me hacía la loca, o ponía la excusa de que no tenía tiempo marcando un inexistente reloj en mi muñeca. ¿Donde demonios estaría el despacho de aquel hombre? Si lo llegaba a encontrar, podría inspeccionarlo levemente por encima. ¿Y si acaba teniendo que responder algo? No sabía nada de aquel señor y si tenía que infiltrarme de aquella manera en un lugar tan imponente, más me valía hacerlo medianamente bien. No recordaba en donde narices trabajaba aquel hombre, si es que ya decía yo que cuando le había visto en casa no me había sonado su cara para nada. Debía de ser el típico mindundi que no da un palo al agua y se cree muy importante. ¿Importante? Já. Toda aquella gente que había tenido que evitar, se acercaba a mí con aires de superioridad como si aquel hombre ocupase el cargo más bajo de todo el maldito Ministerio. Le había ido a coger con pinzas. Mientras andaba lejos de un hombre rubio que se acercaba rápidamente, alguien tocó mi hombro. Era una mujer. "Hey John. ¿Escaqueandote como siempre de tu tarea? Ven, ven, que te voy a dar más trabajo, yo... Tengo algo que hacer." La miré intentando procesar eso último que había dicho y también el hecho de más trabajo... Pero más trabajo también equivalía a encontrar por fin el maldito despacho. Contesté con la voz más grave que pude fingir y cuando vi que notaba que aún así era muy aguda, puse como excusa que ayer había comido algo que me había dañado un poco la garganta. Pareció creerlo y suspiré aliviada. En todo momento evité pronunciar su nombre, y aunque pareciera que no, yo le seguía el paso a ella cuando íbamos hacia "mi" despacho. Evité todas las posibles preguntas que me habría hecho de haberle seguido las cinco mil conversaciones que fue capáz de sacar mientras llegábamos. Uno, ¿cómo iba yo a saber el nombre, familia y demás de su prima? Y dos, ¿en serio a ese hombre le importaba tanto aquellos temas? ¿Solía contarle todas esas absurdas anécdotas? Me dejó en la puerta del despacho, bastante alejado de los grandes despachos, como el del ministro. Si es que había elegido al mejor candidato para infiltrarme, claro que sí.
Entré apuntando con la varita a la puerta y pronunciando, casi en un susurro "alohomora" la cerradura de abrió rápidamente, un cargo tan bajo que ni se había preocupado de que alguien le abriese. Respolé y entré, cerré la puerta y comencé a rebuscar. En efecto, nada interesante. Desesperada me llevé las manos a la cabeza, y el cabello que la recubría comenzó a crecer de nuevo. No, en eseese momento no. Eché la mano en el bolsillo interior de la capa que había aumentado para que cupiese de todo, mi mochila en concreto, sí, no tenía otro sitio donde ponerla y ver a un hombre entrado en años con una juvenil mochila no me parecía muy creíble. Agarré de nuevo la poción multijugos y la miré con detenimiento. Esperaba de veras que estuviera allí, porque tanta poción multijugos me estaba revolviendo el estómago de forma increíble. Di un nuevo sorbo a la petaca y la guardé directamente en la solapa interior de la capa, si la iba a necesitar de nuevo mejor que estuviera a mano. En ese momento entraron unos papeles volando, cientos de papeles. Genial, aquella mujer me había dejado todo su papeleo. Leí la primera hoja: "Informe de daños en Londres debido a un Incendio mal conjurado." Bajé hasta el final del documento, donde ponía el nombre y despacho de la mujer con la que me había encontrado. Parecía ser más improtante en aquel lugar que John, y me quedaban botellas de poción para rato en la mochila. Salí por la puerta, sujetando la varita bajo la capa y encaminándome al despacho de aquella pesada mujer. Si había ubicado bien los pasillos del Ministerio, su despacho quedaba realmente lejos de aquel. El plan era simple, llegar, evitando a la gente e intentando no perderme, atontarla y atarla, conseguir información y un cabello suyo y salir al lugar tan... Especial en el que ella tenía aquellos asuntos. El tono en el que lo había comentado antes me pareció bastante sospechoso, no perdía nada si miraba allí en busca de Charlie. Después de despistar al hombre rubio que casi me para a la entrada entre los pasillos y columnas, evitar unas cinco conversaciones más e intentar memorizar el número del despacho, llegué a él una hora después de dejar el papeleo en el otro.
Toqué a la puerta y esperé a que abriese. Y así lo hizo, con una sonrisa entré a él mientras ella se giraba a sentarse de nuevo y miraba más papeleo. Me miré a un espejo que tenía colgado de la pared, mi estatura iba menguando y el pelo volvía a crecerme. Despegó la mirada del papel y aquella estúpida sonrisa que tenía en la cara se le borró de golpe, se quedó estática, lo que me dió la oportunidad de alzar mi varita y apuntar a la suya, que muy descuidadamente estaba reposando en un mueble cercano.- ¡Accio! -la varita voló a mi mano y la guardé en mi bolsillo sin dejar de mirarla- ¡Incarcerous! -la mujer me miraba asustada, mientras las cuerdas comenzaban a apresarla y apretarla más y más.- Bien, tú y yo vamos a tener que hablar... -me acerqué a ella, sentándome en su escritorio mirándola- Vamos a ser rápidas y así esas cuerdas no apretarán demasiado. ¿Qué es eso que tienes que hacer? -pregunté apuntándola con la varita y haciendo un gesto con ella para que se diera prisa. No lo hizo, calló. Apunté a su pierna- Sectum. -la sangre del corte comenzó a emanar de su media- Contesta. -volví a apuntarla, con el ceño fruncido y esperando una respuesta. "Hay... Un prisionero." Perfecto. Eso era lo que quería oír. Si era él, ya solo me quedaba averiguar la celda exacta en la que estaba, algo rápido, sacarle y salir corriendo de allí.-
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La Llama Oscura.
FantasyEsta historia se da durante el periodo en el que Voldemort comienza a recuperar de nuevo su poder logrando así ciertos contactos en el Ministerio de Magia. Esto provoca que toda aquella gente a la que esté interesado en usar terminaría en una celda...