Capitulo 4- La curiosidad mató al gato.

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-Melody despierta- susurró mi hermano tapándome la boca para que no gritara del susto- hay ruidos raros en la planta de abajo.

Miré mi reloj y eran las 3 de la madrugada.

-¿Y porqué me llamas a mí?- dije para luego bostezar.

-No lo sé, eres la persona que más cerca de mi cuarto duerme, y cuanto menos ruidos mejor, supongo, además me apetecía fastidiarte- añadió rascándose la nuca, es una manía que tiene desde pequeño y siempre hace cuando está nervioso o tiene miedo.

-Ahh dios,¿por qué me han tenido que dar un hermano tan pesado?- susurré rodando los ojos.

-¡Hey que te he oído!- dijo en tono molesto.

-Si, lo sé, lo hice a posta, para fastidiarte- dije repitiendo lo que anteriormente él había dicho.

Apretó los puños a sus costados.

-No deberías vacilarme señorita- dijo con voz amenazadora, a cualquiera que le hablara con ese tono de voz, ya habría salido huyendo por patitas lejos de él, muy lejos de él.

-Oh, no me digas, ¿que me vas a hacer, pegarme?- dije con voz "asustada" para darle más gracia a la situación. De verdad, debería dejar mi carrera de cantante y volverme actriz, bueno no, prefiero cantar.

<<Pues claro>>

¿Tenía que aparecer está energúmena ahora no?- pensé rodando los ojos en mi interior. (Si eso se puede. Imaginemos que si)

<<¿Hace falta recordarte que soy tú?

Que te calles, no sirves para nada. N-A-D-A.

Y se calló.

-Te haría algo peor, COSQUILLAS- esa última palabra la dijo como el conde Drácula "coshquillias"

*Insertele voz del Conde Drácula*

-Que pesado, ya voy- dije rodando los ojos, odio las cosquillas con todo mi ser.

Me levanté, busqué las zapatillas de andar por casa y me las puse.

Tenía un bate de béisbol en el suelo y lo cogí para usarlo como arma, por si las moscas.

Y sí, me gusta el béisbol por si os lo preguntáis, en el instituto jugaba en el equipo femenino y era capitana junto con mi mejor amiga Sara Cartier, y hablando de Sara, hace mucho que no sé de ella, quizá debería llamarla para saber cómo le va la vida. Duh, ya lo haré.

Bajé por las escaleras a oscuras y despacio, para no llamar la atención, con mi hermano justo detrás de mí.

Cada vez nos íbamos acercando más al ruido.

-Parece que alguien está llorando- susurró mi hermano.

-aham- asentí mordiéndome el labio inferior.

-¿Quién crees que podrá ser?

-Suena cerca del salón- dije sin responder a su pregunta.

-Vamos

Avanzamos sigilosamente por el pasillo de entrada, pero no ví la caja que había en el suelo y tropecé, cerré los ojos y me preparé para caer, pero eso nunca paso.

Noté como unos brazos me agarraban por atrás, y no eran los de mi hermano porque estos eran fuertes y musculosos y los de mi hermano eran palos.

Cuando estuve en pié, miré hacia la dirección que llevaban a los brazos de mi salvador y...

<<Oh por dios, su salvador, que exagerada eres>>

Oh cállate conciencia no sirves, además te digo que somos la misma.

Nunca Entres Al Bronx ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora