Capítulo 17

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NICOLE

La luz del sol atraviesa mis parpados causándome ceguera incluso con los ojos cerrados. Siento como si la cabeza me fuese a estallar. En serio, literalmente es como si mi cerebro se estuviese derritiendo e intentase salir por mis oídos. Asqueroso... Tengo la garganta tan seca que podría beberme un cubo entero de agua y todavía seguiría teniendo sed.

Intento moverme pero mis brazos y piernas se sienten pesados. Espero unos segundos y poco a poco recupero la movilidad. Cuando por fin consigo abrir los ojos, lo primero que veo es un cuerpo a mi lado.

Grito... y me caigo de la cama.

— ¡Mierda! —me quejo acariciando mi culo dolorido.

— Menuda manera de despertar —se ríe Kilian observándome desde la cama.

En ese momento me doy cuenta de que voy en ropa interior y de que mi vestido está tirado sobre el suelo.

— Por favor, dime que no nos hemos acostado de nuevo —ruego.

Kilian me mira fijamente y sube y baja sus cejas. El nudo de vergüenza comienza a ascender por mi pecho, pero entonces él se ríe al ver mi reacción.

— ¡Idiota! —le insulto cuando me doy cuenta de que me está tomando el pelo —. ¿Qué ha pasado?

Patosamente me levanto apoyándome sobre el colchón. Veo un vaso de agua en la mesilla y me faltan segundos para alcanzarlo y beberme hasta la última gota. Suspiro de alivio cuando su frescor calma la sequedad de mi garganta.

— ¿No recuerdas nada? —pregunta él.

Dejo el vaso de vuelta sobre la mesilla y me siento en la cama apoyándome contra el respaldo. Un bum bum incesante resuena en mi cabeza e incluso masajeando mis sienes no consigo calmarlo.

— No... Dios, me va a reventar la cabeza...

— Necesitas sangre —dice él —. ¿Dónde la guardas?

— En el frigorífico —gimo.

— ¡¿Guardas la sangre en la cocina?! —pregunta él incrédulo.

Mi respuesta es un gruñido de dolor y Kilian se apresura hacia la planta baja. Poco después vuelve y me tiende la botella oscura. La abro desesperada y bebo. No puedo parar hasta que está completamente vacía. Suspiro de alivio cuando el dolor comienza a desaparecer poco a poco.

— ¿Qué es lo último que recuerdas? —pregunta Kilian apoyado contra la pared frente a mí.

Lleva unos pantalones vaqueros oscuros y camiseta negra. Su pelo de recién levantado me hace sonreír y cuando él se da cuenta de que lo observo estrecha sus ojos.

— Deja de comerme con los ojos y contesta a la pregunta.

— No estaba... da igual. Lo último que recuerdo es estar en la biblioteca bebiendo y luego todo se vuelve borroso —respondo intentando hacer memoria—. La música, gente por todas partes y el calor... recuerdo el insoportable calor... por todo mi cuerpo —murmuro confusa.

— Esto es muy raro —dice él acercándose a mí. Coloca su mano sobre mi barbilla y me obliga a mirarme —. Tus pupilas ya han vuelto a su estado normal. ¿Qué es lo que tomaste?

Exprimo mi memoria y es entonces cuando recuerdo la pequeña cápsula que aquel chico me ofreció en la biblioteca.

— La píldora —digo convencida —. Debió de ser eso.

Kilian me suelta y comienza a pasearse por mi habitación. Me siento rara teniéndolo aquí. Ningún otro chico aparte de Gabriel ha estado en mi casa, aunque bueno técnicamente es la casa de mi tía.

— ¿Puedes describir a que sabía o como te hacía sentir cuando la tomaste?

— Estaba muy buena, sabía dulce. Pero a la vez era picante. Me raspaba un poco la garganta. Me sentía bien pero luego empecé a perder el control de mi cuerpo.

— ¿Tienes más? —pregunta él deteniéndose.

— No ¿por qué?

— Sí hay una sustancia que puede dejar a un vampiro en el estado en que estabas tú anoche, necesitamos averiguarlo.

— ¿Tan mal estaba?

Él asiente y comienzo a preocuparme. No recuerdo absolutamente nada después de tomar la dichosa cápsula. Espero no haber hecho o dicho nada raro. Cuando le pregunto a Kilian por ello solo dice que no me preocupe, que él se ocupó de mantenerme a raya.

— ¿Dije algo de lo que deba arrepentirme? —pregunto mientras me visto.

— Bueno expresaste un par de veces tu deseo de besarme, pero por lo demás todo bien.

— ¡¿Qué?! Por favor, dime que me estas tomando el pelo —le ruego. Pero por su pícara mirada sé que está diciendo la verdad.

Me tapo la cara con las manos y suspiro. Qué vergüenza... Sus calidad manos sujetan las mías y las aparta destapando mi rostro.

— Dicen que los borrachos nunca mienten.

— Esa era la droga hablando yo nunca diría eso —digo apartándome.

— Lo sé, por eso me comporte como un caballero y no te toque ni un solo pelo. Aunque fue un poco difícil cuando te desnudaste...

— Está bien, no quiero saber más.

Kilian se ríe y alborota mi pelo. Cuando consigo salir de debajo de su pesada mano, mi cabello es un amasijo de enredos... Pero me río.

El sonido de una llave introduciéndose en la cerradura nos alerta de que mi tía está entrando por la puerta principal.

— Será mejor que me vaya —dice Kilian.

Se encamina hacia la ventana y la abre. Ya tiene una pierna fuera cuando lo detengo.

— Kilian — él se gira y me mira —. Gracias por traerme a casa y cuidar de mí.

Él sonríe y me lanza un guiño. En un pestañeo desaparece y caigo sobre el colchón como un peso muerto. Una chica en transición asesinada y ahora una droga que puede dejar indefenso a un vampiro. ¿Qué será lo siguiente?

Drinking BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora