Capítulo 5

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NICOLE

La sangre de vampiro tiene la capacidad de sanar. Si un humano la bebe puede llegar a curarse de cualquier herida sin importar su gravedad. Esa es la razón por la que alimenté a la mujer con mi sangre. Podía oír como su corazón se ralentizaba con cada segundo que pasaba. Ella iba a morir antes de que la ambulancia llegase.

Kilian y yo hemos vuelto al Pub Pentagrama. Él se ha quedado muy impresionado al descubrir mi verdadera identidad. Me resulta graciosa la máscara de incredulidad que todavía lleva puesta mientras da vueltas con la cucharilla al café que ha ordenado nada más entrar.

— No puedo creer que no me diese cuenta —murmura Kilian con el ceño fruncido.

Sonrío y me apoyo contra el respaldo del banco. En los laterales del pub hay mesas con bancos separadas por unos pequeños paneles de madera. Es un buen lugar si quieres tener una conversación privada.

— La diferencia entre tú y yo es que yo no voy andando por ahí como si el mundo me perteneciese. Ese es el primer error que delata la presencia de un vampiro. Deberías moderarte un poco —le sugiero alzando mi vaso de agua.

Él me mira con los ojos entrecerrados y sonríe.

— Pensé que me odiabas por lo que era.

— Estaba siendo cautelosa — doy un largo trago y dejo el vaso ahora vacío sobre la mesa.

— ¿Cuánto tiempo llevas siendo un vampiro? —pregunta él bebiendo de su café.

Lo miro detenidamente. Como mis amigas dijeron es bastante guapo. Pero yo no me dejo guiar por las apariencias. Si alguien me enseño que una cara de ángel no es sinónimo de bondad fue Gabriel.

— 6 meses

El café sale disparado de su boca y comienza a toser.

— ¿6 meses? Imposible —dice Kilian cuando consigue recuperarse —. Vi lo que hiciste con la mujer. Ella estaba sangrando mucho y tú apenas mostraste ningún tipo de descontrol por ello. Toma años controlarse de tal modo.

— Que puedo decir... Tuve un buen profesor —contesto divertida.

— ¿Te refieres a Gabriel?

Kilian coge un par de servilletas del servilletero metálico de la esquina y limpia el estropicio. Mientras él espera mi respuesta, mis pensamientos se pierden en lo que pasó aquel día.

— ¡Bebe! ¡Tienes que beber¡

— No, por favor. No quiero matarle —lloró desesperada.

Gabriel tira de mí con fuerza y coloca mi cabeza a milímetros del cuello del pobre hombre. Él me devuelve la mirada con los ojos muy abiertos. Puedo sentir su angustia y miedo. Los mismos que siento yo.

— Es parte de lo que somos —dice Gabriel convencido.

— ¡No!

Agito la cabeza alejando el mal recuerdo de aquel día. Lo más lógico sería mentirle, pero estoy cansada de hacerlo con todo el mundo. Sólo por esta noche necesito a alguien con quien hablar.

— No —contesto a su pregunta anterior —. Fue Salvador quién me enseñó a controlar la sed de sangre.

— ¿Salvador? ¿No llamaste así a la montaña de músculos de antes? —pregunta él mirando hacía la esquina junto a la barra.

Miro en la misma dirección y me encuentro con los ojos de Salvador. Él está apoyado contra la pared al lado de unas escaleras metálicas que conducen a la oficina. Mantiene sus grandes brazos cruzados sobre su pecho y me mira alzando una ceja. Está claro que ha estado escuchando toda la conversación. Le hago un pequeño gesto con la mano a modo de saludo y me giro ignorando su presencia.

— Sí. Sabe muy bien lo que hace —contesto.

Salvador es un vampiro de más de 500 años que conocí poco después de la muerte de Gabriel. De no haber sido por él ahora estaría matando gente sin control o, tal vez, un cazador ya habría acabado conmigo.

— Me imagino —murmura Kiliar mirando de reojo hacia Salvador. Supongo que él puede notar el poder que desprende —. ¿Cómo te convertiste?

— Estás haciendo muchas preguntas.

— ¡Vamos! Estoy curioso —dice él con una gran sonrisa.

— Como ya sabes mi ex novio fue un vampiro —el asiente confirmando mis palabras —. Pero Gabriel no me engañó como dijiste antes. Él jamás bebió de mí.

— ¿Nunca? —pregunta sorprendido —. Podría haberte hipnotizado y tú no lo sabrías.

— No, él no lo hizo. Poco después de que empezásemos a salir me regaló un anillo impregnado en verbena, de ese modo podía estar tranquila de que cada decisión que tomase había sido por mi propia voluntad y no influenciada por nadie más.

— Eso es lo que usaste aquel primer día en la salida del instituto. Es una de las razones por las que no sospeche que fueses un vampiro. ¿Cómo pudiste tocarlo?

— Estabas tan pendiente en hacerme cabrear que ni siquiera te diste cuenta de que llevaba unos guantes puestos.

— ¿Guantes? Los vampiros no necesitamos esas cosas. No sentimos frío.

— Viejas costumbres —le digo encogiéndome de hombros —. Continuando con la historia... Gabriel no me engañó en ningún momento. Por su puesto me costó un poco aceptar la idea de lo que él era pero al final acabe haciendolo. Nuestros sentimientos fueron reales pero...

— Él quería que durase para siempre —completa Kilian entendiendo.

Eso es lo que más me duele de todo. Gabriel me quería de verdad. Sé eso, pero los años que nuestra relación pudiesen durar no eran suficientes para él y tomo una decisión por mí. No me preguntó si era lo que yo quería también. Simplemente lo hizo. Me enfade al principio pero acabe perdonándole por ello. Después de todo lo amaba y quería estar con él. Me pareció romántico lo que hizo a pesar de que estaba mal. Pero después las cosas se torcieron.

— Sí —suspiro.

— ¿Y dónde está él ahora? Todo el mundo dice que te dejó y se mudó al otro lado del país. ¿Por qué haría eso si se tomó tantas molestias para estar contigo?

— Está muerto

— ¿Un cazador? —pregunta él extrañado.

— No... fui yo.


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Drinking BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora