Capítulo 10

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KILIAN

Meto la llave en la cerradura y la giro. Abro la puerta pero me detengo antes de entrar. Algo está mal.

Mis fosas nasales se abren captando el olor de una presencia... hay alguien en la casa. Camino lentamente cerrando la puerta con cerrojo tras de mí. Quien quiera que sea no saldrá de aquí tan fácilmente. Atravieso el pequeño salón con apenas un sofá y una televisión vieja. Cuanto más me acerco a la habitación, los pelos de mi nuca más se erizan confirmándome que no estoy solo.

La vieja puerta de madera se encuentra ligeramente entreabierta. Sin miramientos la pateo y ésta se abre dando un fuerte golpe contra la pared. Entro rápido en la habitación buscando la amenaza pero, de repente, algo cae sobre mí. A pesar de haber estado alerta, la embestida ha sido tal que caigo de bruces al suelo. Mierda...

Intento levantarme pero un objeto punzante se clava en mi espalda. Puedo sentir como la estaca de madera atraviesa centímetro a centímetro mi carne y roza mi acelerado corazón. El dolor es increíblemente intenso pero me mantengo inmóvil. Cualquier movimiento y la estaca podría atravesarlo. Morir hoy, no entra en mis planes.

— ¿Q..quién eres? —gruño a través del dolor.

— ¿Ya me has olvidado? —pregunta una voz femenina sobre mí.

— ¡¿Nicole?!

Un grito se me escapa cuando la afilada punta de la estaca se introduce un milímetro en mi corazón.

— Yo no me movería si fuese tú —me advierte ella al oído.

Por el rabillo del ojo veo su cara y no parece muy contenta.

— ¿Qué estás haciendo? —pregunto confundido.

— Dijiste que podía matarte sin ningún problema.

— ¡¿Qué se supone que he hecho?!

— No te hagas el graciosillo conmigo. Sabes perfectamente lo que ha pasado.

— Si lo supiese no estaría preguntando —digo cabreado.

Nicole aleja su cara de la mía y se sienta sobre la parte baja de mi espalda. Su peso no me supone ningún impedimento si quisiese levantarme pero, por desgracia, la estaca me detiene.

— Ha aparecido un cadáver desangrado junto al río.

— ¿Y crees que he sido yo?

— Si no has sido tú entonces ¿Quién?

— ¿Puedes sacar la estaca para que podamos hablar mejor? —no puedo evitar gruñir cuando su respuesta es retorcerla suavemente —. Vale, lo capto... Yo también he visto la noticia. El crimen se produjo anoche y, por si lo has olvidado, estuviste conmigo todo el tipo.

— Podrías haberlo hecho cuando me fui —dice ella ahora no tan segura.

— Teniendo en cuenta que a primera hora estaba en clase debería haber salido, buscado a la chica, matarla y llevarla hasta el río en menos de una hora... sí, no lo veo factible. Pero si sigues desconfiando ¿por qué no lo comprobamos? —sugiero.

— ¿Cómo?

— Vayamos a la morgue.

Espero impaciente a que ella diga algo. Suspiro aliviado cuando la punzante estaca se retira y por fin puedo levantarme. Las heridas causadas por armas de madera siempre tardan más en curarse que cualquier otra. Estúpidas brujas y su balance con la naturaleza. La sangre te da vida y la madera te la quita... Todo muy poético.

Nicole se mantiene en guardia con la estaca en la mano mientras me desplazo encorvado por la habitación. En el tercer cajón de la cómoda empezando por arriba se encuentran algunas bolsas de sangre que ahora me vendrían bien. Hay vampiros que la prefieren refrigerada. En mi caso, a temperatura ambiente la disfruto más.

— ¿Bolsas? —pregunta Nicole con el ceño fruncido cuando me ve sacar una de debajo de la ropa interior. Si fuese una mujer me preocuparía que alguien rebuscase en ella, pero eso no pasa con la de los hombres... ¿verdad?... Tal vez debería buscarles otro escondite.

— ¿Creías que sólo me alimentaba directamente de la vena? Parece que no soy tan malo como piensas. Deberías probarlo... seguro que está mucho mejor que la de animal de la que probablemente te alimentas —le sugiero.

No puedo evitar molestarla. No se me puede culpar por estar molesto teniendo en cuenta que he estado a punto de morir a sus manos. Ella me ignora y se cruza de brazos.

— ¿Vamos a la morgue o qué?

Elevo un dedo y le pido que espere mientras inclino la bolsa bebiendo hasta la última gota de sangre. El cálido líquido se desliza por mi lengua y continúa bajando por la garganta. Siento como la herida de mi espalda se cierra y puedo colocarme recto de nuevo.

— Listo, vámonos.

Nicole guarda la estaca en la cinturilla de sus pantalones y me señala con la mano el pasillo.

— Después de ti.

Despreocupado, paso por delante de ella. No va a volver a pillarme desprevenido de nuevo por lo que no me importa caminar frente a ella dándole la espalda. Poco después oigo sus pasos empezar a seguirme y ambos salimos por la puerta.


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Voy a pasar el fin de semana fuera, por lo que no voy a tener internet. Sintiendolo mucho tendréis que esperar hasta el Lunes para el próximo capítulo.

¡Gracias por leer esta historia!

Drinking BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora