Capítulo 2.

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—Lo llamo: lágrimas de Hades —comentó Joshua mientras les enseñaba a todos en lo que había estado trabajando hace ya meses. No era necesario aclarar que cuando el castaño de ojos sonrientes pertenecía a los Mikage, estaba a cargo del área de investigación y toxicología. Si existía alguien en el universo entero que podía convertir agua en veneno, ese era Joshua.

Los jóvenes y la pelinegra observaban cuidadosamente las probetas sobre la mesa con un fluorescente líquido purpura que los tentaba a tocarlo. El joven científico, les explicó detalladamente como lo había creado y de que estaba compuesto; a pesar de que nadie comprendiera una palabra de lo que decía cuando se ponía en modo "experto".

—Ya, Josh. Solo ve al grano y dinos cómo lo usamos —se quejó el menos de todos y el joven carraspeó antes de continuar.

—En pocas palabras, es un arma silenciosa que no hace más que matar —comentó y sacó una caja con balas de una pistola 45 —. Estas balas están impregnadas del veneno, se debe ser muy cuidadoso para no terminar envenenado uno mismo. No importa si los disparos a nuestros enemigos no son certeros, morirán de todos modos una vez que el veneno ingrese al sistema circulatorio.

Miró a la joven que parecía querer apoderarse de esas balas y salir a matar.

—También hice estos pequeños sueros que podemos ocultarlos en nuestros zapatos —Prosiguió y miró especialmente a _____ —. Podría ser útil si...

—Nadie morirá —espetó la joven, sabiendo hacia donde quería ir con todo eso.

—Prefiero que cada uno tenga una capsula por si acaso. Yo preferiría quitarme la vida antes que ser torturado por los Mikage. Todos aquí somos traidores _____, y creo que sabes bien lo que les pasa a los traidores.

La mujer suspiró y asistió rendida. Si él quería que conserve una capsula, lo haría, pero así su vida corriera peligro, no la usaría. No antes de ver a su hijo sano y salvo en sus brazos o en los de su padre.

Terminó de ocultar el veneno en las botas de todos y prosiguió a repartir las armas para cada uno. Vernon llevaría la ametralladora con dos bandas de balas. Jeonghan sería el francotirador. Él se quedaría en el submarino para atacar desde afuera y cuidar sus espaldas mientras los otros estén dentro de la flota. Sería algo así como el refuerzo.

______ no necesitó que alguien le asignara un arma, ya conocía perfectamente cuales eran suyas; calibre 45 de plata y oro con un león grabado en cada una. Sin duda se enamoró a primera vista cuando las vio en el mercado negro. Tomó los cargadores que Joshua había preparado y los guardó en una mochila y otros entre sus ropas. Por último, el castaño tomó una AK 47 y preparó las municiones con el veneno brillante.

—Ren, tú puedes tomar la Benelli —sugirió el joven científico y _____ se apresuró en responder.

—Él no irá.

—¿Qué? ¿Por qué no? —indagó Vernon, pero el pelilargo solo le dio una mirada misteriosa antes de negar.

—Necesitamos que alguien sea nuestros ojos —comentó la pelinegra —. Además... si algo me pasa a mí...

—Nada te pasará —dijo serio, tomándola de la cintura y viéndola fijo a los ojos —. Y si algo te pasa de nuevo, yo iré por ti. Como siempre —susurró y besó apenas sus labios, solo dejando que estos se acariciaran con un simple roce.

Los otros tres sonrieron sabiendo que ya no sería necesario decir algo más, pero al igual que Ren, ellos también harían lo posible por mantenerse unos a otros con vida. Y si esta vez eran cuatro los que saldría de esa casa, serían cinco los que volverían a entrar.

Por Venganza (Nu'est) -3° Parte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora