Capítulo 5.

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Si ya se encontraba hecha una furia al momento que esperaba en aquella balsa a ser rescatada por Ren, lo último que querían los demás era estar en su camino cuando todos llegaron a casa y la joven halló una nota en su pórtico.

*En este juego, sabes bien quien es el ratón. Mino te envía saludos, ______. No queremos ser pesimistas, pero si te sigues tardando, algo malo podría pasarle*

—¡Hijos de perra! —gritó con fiereza y comenzó a arrasar con todo a su paso.

No le importó para nada encontrarse destrozando la casa que tanto le había costado conseguir al pelilargo, solo tomaba todo aquello que se encontrara a su alcance y lo lanzaba lejos. Cojines, sillas, hasta la pequeña mesa de cristal. En cuanto se acercó a la chimenea y comenzó a tirar todas las fotografías que había sobre ella, Ren supo que era momento de detenerla, pero nunca se esperó que con solo tocarla ella cayera sobre sus pies, quebrándose por completo. _______ podía parecer la mujer más fuerte de todas, pero cómo podía estar tranquila y centrada, cuando la vida de su hijo peligraba tanto.

—Te juro por mi vida que lo traeremos devuelta —le susurró Ren, mientras la abrazaba con fuerza, tratando de apaciguar su sollozo —. Lo prometo, amor. Tendrás a Mino entre tus brazos y seremos muy felices los tres.

Los otros observaban la escena sin saber que hacer o cómo actuar. Si había algo que odiaban era ver a la joven en ese estado, ver a su amigo sufrir y aún peor, pensar en todo lo que podrían estarle haciendo a su adorado sobrino. Sin duda sentían la misma impotencia que los otros dos, pero sabían perfectamente que en una situación así, lo último que debían hacer era dejarse llevar por sus emociones.

Cuando al fin la pelinegra logró calmarse, Ren la llevó a su cuarto de baño para que se diera una ducha. Lo mejor ahora sería quitarle todo ese polvo de encima y curar sus pequeños raspones. Estaba feliz de que no le hubiera pasado nada grave, pero se sentía impotente al saber que todo aquello fue una trampa, una farsa, una simple puesta en escena para acabar con ellos.

—Sin duda, están un paso antes que nosotros —murmuró la joven, mirando hacia la nada, mientras Ren la desvestía.

Él solo elevó su vista hacia los ojos perdidos de la contraria y mordió su labio inferior al no saber que decir. No soportaba verla así. Ver esos orbes de cielo sin vida. Sentir las puertas de su alma bloqueadas por completo. Él más que nadie comprendía y compartía su dolor, y justamente eso era lo que lo mantenía tan bloqueado, logrando que no supiera que hacer o hacia donde correr para ser felices de una vez por todas. Sabía perfectamente lo que ocurriría cuando se convirtió en un fugitivo solo por la mujer que tanto ama, mas no se arrepentía de ello.

—Lograremos hacer algo contra eso —respondió luego de quitarle su última prenda —Ahora quiero que te des una ducha. Te hará bien.

Ella asintió, ya sin fuerzas para seguir arrojando cosas o negarse a ello. No podía pensar en nada más que no fuera Mino y en ese video donde se oía la voz de su hijo. Ni siquiera pudo verlo, pero con escuchar su voz le fue suficiente. Él estaba vivo, pero no necesariamente en las mejores manos, ni sano y salvo.

—______ —le susurró Ren cuando ésta siquiera se movió un milímetro.

Acarició su mejilla y suspiró antes de tomarla en sus brazos y dejarla en la tina llena de agua. Sonrió cuando al fin ella se relajó un poco al sentir el agua tibia mojar gran parte de su cuerpo.

Lentamente comenzó a mojar su espalda, donde el agua no llegaba. Sus manos no podían evitar detenerse en algunas marcas hechas hace tiempo. Cicatrices que le habían dejado los malditos de los Mikage. Acercó apenas sus labios y besó con delicadeza sobre una de ellas que se encontraba en su hombro derecho. Sonrió una vez más cuando al fin ella regresó al mundo, suspirando con ese simple toque. No iba a dejarla sola ahora que podía estar con ella. La cuidaría todo lo que no lo hizo durante esos años que estuvo lejos, oculto en las sombras, y si una simple caricia la hacía sentir mejor, no se la negaría.

Por Venganza (Nu'est) -3° Parte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora