[ 4 ] ~ Castigo

889 93 9
                                    


Primer día de clases y ya quería tirarme abajo de un puente. Sabía que iba a cruzarlo en algún momento ¡¿Pero quién iba a decir que el primer día?! ¡Y en el sector más "poblado" de la escuela! Obviamente era la chica con mas suerte en el mundo. Notese el sarcasmo.

La clase me fulminó con la mirada cuando ingrese y ni hablar del profesor. Para calmar las aguas le dije que algo me había caído mal en el almuerzo y tuve que pasar por la enfermería. Algo me dijo que no me creyó ni una palabra y con un aventón de ojos me mandó a sentar. Primer día y ya pasaba vergüenza. Que patético.

La clase siguió sin más vueltas y en el transcurso de esta me pude percatar de tres miradas asesinas. Las de Lu y Haru por haberlos abandonado en el comedor, y la del pelón que se encontraba dos asientos más a mi derecha. ¿Acaso tenía algo en mi cara?

Entendía el hecho de tener que darles explicaciones a los chicos, pero ¿el pelón? Aunque ahora que recuerdo las palabras de Nishinoya puedo deducir que debe ser un amigo suyo y vio toda la escena del comedor. Moría de vergüenza literalmente.

El timbre para irse a casa se hizo escuchar y todos huyeron. Yo no llegué a guardar mi cuaderno que el profesor de matemáticas ya estaba al lado mio extendiéndome unos treinta ejercicios por castigo a mi llegada tarde. ¿Es en serio? Estas cosas no me pasaban en Fukurodani.

Definitivamente no me iba a llevar esto a casa, mi madre me mataría si supiera que en mi primer día ya me dieron tarea extra de "castigo".

Así como salí del aula me puse a dar vueltas por todo el instituto en busca de la bendita biblioteca para hacer mi castigo tranquila. Pero no hubo caso. O yo era demasiado idiota o este lugar realmente era un laberinto.

Detrás de unos pabellones había un gran espacio verde que me pareció perfecto para tener la paz que necesitaba.

Me senté bajo la copa de un hermoso árbol y me dispuse a sacar los ejercicios de matemática. Por suerte me daba algo de maña pero cuando me atascaba en un cálculo podía llevar horas observando la hoja que hasta que no me saliera no lo dejaba. Y creo que hoy iba a pasar la noche ahí.

Mi cabeza estaba a punto de explotar. Habrá pasado media hora y no podía salir del tercer ejercicio. Ese profesor acababa de ganarse mi odio. Grité histéricamente furiosa hasta que algo me dio de lleno en la cara haciéndome callar. Creí que moría en ese instante. Puse la mano en mi cara y me tire al piso como si eso ayudará a aliviar el dolor pero obviamente no funcionaba. Maldición, realmente creí que había encontrado el lugar perfecto para estar tranquila. Cuando pude tomar un poco la cordura vi el elemento contundente a mi lado y no era más y menos que un balón de voleibol. Mi piel se erizó por completo. Hacia cuanto no tenía uno de esos en mi mano. Temerosa lo tome y pude sentir una hermosa calidez.

¡Oye!
Se acercó corriendo un enano de cabello anaranjado, sacándome de mi trance.

Lo mire algo cabreada.

¿Fuiste tu el que lanzó el balón?
El chico se puso nervioso y mi mirada asesina no ayudaba.

EH, ¡Si! N-no.. Bueno, no lo lancé.

Entonces explícame como llegó a mi cara.

Lo desafíe. A veces me divertía hacer esas cosas. Era muy cruel, pero bastante estresada ya me encontraba como para lidiar con esto.

Es que estoy practicando recepción y soy horrible ¡Fue sin querer!

Hizo una reverencia y la compasión se adueño de mi alma.

Notoriamente es una asco, porque si aquel pabellón es la cancha y la pelota llegó hasta aquí, no hay mucho que decir.

Reí y el muchacho me segundo más tranquilo.

En verdad lo siento.

No te preocupes. ーle devolví la pelotaー Con qué recepción, eh...

Asintió.

Y Kageyama es muy agresivo, no me tiene compasión.

Bufo maldiciendo a quien supongo es su compañero.

Me parece perfecto. ーme miró desentendidoー No existe la compasión en la cancha. Tu oponente no será tierno a la hora de atacar tu lado del campo, tienes que estar preparado para cualquier cosa.

Los ojos del niño se encandilaron luego de procesar todo lo que dije y me miró con un dejo de ilusión.

¡Oye! ¿Acaso juegas voleibol?

Jugaba en el pasado.

¿Por que ya no?

Ya no me divertía que me toquen tanto el tema.

Una lesión me alejo de la cancha por muchos meses.

La cara ilusionada del anaranjado cambio a una triste y me saltó una vena.
Si había algo que odiaba de todo este drama era que la gente me mirase con pena. No merecía la pena de nadie después de haber dejado el deporte que más amaba por decisión propia.

Raramente esa cara triste se volvió... ¿más rara? Su mirada se volvió penetrante, como si fuese un robot decodificando mi cara.

Pero ya estás bien ¿cierto? Puedes seguir jugando.

Por dios, me puso los pelos de punta.

Te-tengo que irme.

Guardé mis útiles y me puse de pie. Mientras su expresión volvía a la "normalidad".

E-espera. ¿Porque no te quedas a ver nuestro entrenamiento?

¿Que le haría pensar que yo aceptaría?

.

Volver A Empezar | Haikyū! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora