No había escapatoria, no, no se la dejaría ahora. Lo sacó presionando su nuca, forzándole a seguir su velocidad e ir con la cabeza gacha. Apenas entraron a la casa lo lanzó de lleno contra el piso junto con la prueba que había tenido que comprar aparte.
-¡¿Embarazado?! – Gritó de corroborarlo. - ¡Esclavo malnacido, ahora verás! – A falta de un látigo se quitó el cinturón comenzando por cualquier parte que alcanzara a dañar. Estaba tan enojado. - ¡¿Y encima te pones a hacer un teatrito, maldita perra en celo?! ¿Quieres que esa cosa nazca?
El rubio trató de huir, recibiendo una patada en el pecho, seguido de sentir como el pie de su amo lo obligaba a mantener la cara contra el piso.
-¿Sabes lo que te mereces? – Le dijo con voz venenosa. – Mereces que yo mismo te saque esa cosa a patadas. ¡Mereces que te lo saque con mi polla!
El esclavo gimoteaba, por supuesto que lo creía capaz de cumplir con su palabra. Después de todo, su amo se había encargado de controlar su cuerpo y su mente en esos dos años que llevaba conociéndole.
Logan levantó su pie de la cabeza del esclavo. Patético, pensaba al verlo llorar así. Estaban hablando de un maldito embrión, y más sin embargo el esclavo lo defendía como si se tratara de un niño en forma, además, de nacer esa cosa, no sería más que otro sucio esclavo qué educar... o vender...
-Levántate – Escupió, sin embargo esa no era su intención, apenas el chico levantó la cara para obedecer le dio una patada tan fuerte que lo regresó ahí, inconsciente.
...
Su cabeza daba vueltas cuando despertó. Era... ¿todo un sueño? Se preguntó cuando cayó en la cuenta de que estaba atado una vez más a la silla de ruedas, amordazado de la boca y de los ojos.
Era muy común despertar así, ese era su lugar, después de todo. Y aunque un alivio grande lo abundó de pensar que había sido un sueño... también se sintió decepcionado.Por un segundo creyó... que no estaría más solo...
Su amo le quitó la mordaza de la boca de golpe, hiriendo ligeramente sus labios. – Hasta que despiertas. – Dijo.
El esclavo tembló, encogiéndose más en la silla de ruedas. De nuevo no tenía ni cómo huir de él.
-Pon atención a lo que te diré, porque no lo pienso repetir – La voz de su amo era fúnebre... se paseaba por la habitación con lo que tardó en ver, era la prueba de embarazo que le había hecho antes. Entonces no era un sueño lo que había sucedido. – Lo he pensado mejor, y no te haré abortar... aún... - Las manos de su amo acariciaron su vientre desnudo... ya no estaba usando la ropa de esa tarde. Algo dentro de si se retorció asustado bajo ese toque, causando la risa del amo.
- Pero de ti depende cuánto tiempo vivirá esa cosa.¿De qué habla? Pensó, sus labios estaban libres de la mordaza, más no del amo, quien desde hacía tiempo le había indicado que mientras le hablaba o se divertía con su cuerpo no quería ni una sola palabra.
-Tal vez no entiendas ahora, así que te lo diré; como mi esclavo tienes que cumplir mis órdenes – pellizcó su pezón magullado al decirlo. – Vuelves a desobedecerme, y en ese mismo momento, adiós, bebé.
El esclavo tembló con más fuerza. Su amo hablaba con tanta naturalidad... aunque con un deje de diversión. Estaba claro que no se lo dejaría nada fácil.
-Pero tú quieres que viva, ¿verdad? – Lo tomó por el cabello, haciéndolo asentir. – Es lo que más deseas en este mundo, así que bueno, para eso tienes mucho por hacer, putita. Aunque te digo algo... - Se acercó a su oído respirando un poco más antes de susurrarle. – Podrás pasar esos nueve meses, pero una vez que nazca, el engendro va a ser mío y yo haré lo que se me plazca con él. ¿Aceptas?
Soltó un pequeño sollozo, pero asintió.
-Dilo, entonces. – Indicó Logan, disfrutando de nuevo del control que tenía sobre su esclavo.
-Sí, amo – Dijo este con voz suave. – Acepto.
-Muy bien. –Celebró Logan con burla, poniendo la mordaza quitada en su lugar. – Regla número uno para mi perra: todas las mañanas, tardes y noches, tiene que haber comida en la mesa si quieres comer algo para que el engendro crezca. – El rubio asintió con la cabeza a la orden, todavía encogido en la silla de ruedas. –Regla número dos: los castigos seguirán igual, si quieres que el engendro no salga dañado, tendrás que cubrirte bien la barriga, aun cuando tengas los nueve meses, seguiré metiéndotela toda y pegándote cada que necesites disciplina. Regla número tres: Limpiarás la casa a diario y dormirás cuando yo te lo diga. Una sola cosa sucia y ni tú ni ese engendro tendrán momento para descansar. Regla número cuatro: Vendrá aquí un doctor que te vea, si le dices cosas que no van al doctor – El esclavo sintió el choque del cuero contra sus piernas, reprimiendo gracias a la mordaza el grito de dolor que venía. – No me culpes a mí por las consecuencias. Y regla número cinco. – Logan acarició el vientre del esclavo, haciendo pequeños movimientos circulares. – El engendro viene mal, es de alto riesgo, o alguna otra de esas estupideces, y se va. No importan las otras reglas, si no cumples esta, te sacaré esa cosa a golpes y la tiraré por el retrete. Así tengas cinco, siete, nueve meses con él.
Su esclavo se encogió aún más. El temor que le inspiraba era tanto... pero bueno... todo fuese por el pequeño bulto que recién había descubierto.
...
A la mañana siguiente el esclavo había procurado despertar temprano, de modo que apenas Logan le soltó este se levantó de la silla, pidió permiso y fue corriendo a la cocina, donde se lavó las manos y empezó a preparar alguna receta que le habían enseñado en sus entrenamientos.
Mentiría si dijera que no tenía miedo al tocar artefactos de concina a los que no había tenido acceso desde hacía mucho tiempo, o al andar por la casa así como así cuando gran parte de su vida ahí la pasaba vendado o atado a la silla de ruedas... siendo desplazado apenas por su amo.
Negó con la cabeza, sirviendo la comida lo más concentrado posible. Tenía una vida qué cuidar, por primera vez en su vida de esclavo... había alguien junto a él...
-Omelette y jugo de naranja – Dijo Logan al entrar a la cocina, viendo a su perra estremecerse al notar su presencia. Sonrió – Veremos qué tal.
Tendría unos doce años a lo mucho cuando su padre le contó que cada esclavo que les comprara serían entrenados exclusivamente para ellos. Que les enseñarían todo lo que tenían que saber para ser un buen esclavo y muchas otras mierdas más. Ahora, con veinticinco años y habiendo vivido dos de ellos con el esclavo, esperaba que le hubiesen enseñado más de gastronomía que de disciplina.
Su esclavo veía con miedo sus reacciones al probar la comida, se había esforzado mucho para no recibir ninguna clase de castigo.
Logan terminó varios minutos después, encogiéndose de hombros – Nada mal, pero no me gusta el jugo de naranja, mucho menos el natural. Y mira – Sonrió, señalando la jarra que había hecho su esclavo – Hiciste suficiente para desayunar. No te importa si es todo lo que comerás hasta en la tarde, ¿verdad? – Indicó, tirando lo que quedaba de comida a la basura.El rubio negó con la cabeza. Recibiendo unas palmadas del mayor en su mejilla.
-Buena perrita, por ahora... - le había dicho su amo antes de salir de ahí. – Y limpia todo esto, maldita sea, sino quieres que me arrepienta.Alcanzó a escuchar un suspiro de parte de su esclavo a lo lejos. Este tenía que agradecer que estuviera de buen humor esa mañana, porque de no estarlo las cosas habrían sido muy diferentes.
Todo ese domingo había sido de ver y mandar a su mascota de un lado a otro, de darle un par de bofetadas por mero gusto, y no se podía quejar; lo cierto era que le encantaba controlar hasta los movimientos que su esclavo hacía, verlo moverse así, limpiando aquí, preparando acá, buscando su aceptación, también era bastante entretenido.
Esos serían los peores nueve meses en la vida de su mascota, de eso se encargaría él.
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¿Tu dolor o el mío?
RomanceUno estaba herido, pero no quería admitirlo. El otro estaba atrapado aún en esa terrible oscuridad que era su vida, pero eso a nadie le importaba. Entonces, ¿cómo podrían salvarse? En un mundo donde la esclavitud está permitida, uno es el amo y el o...