"Aférrate"

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Hola! Bueno, me gustó mucho saber que la gran mayoría se emociono un poco con el cap anterior. Eso es como ufff algo importante para mí, porque no creo que haya cosa más difícil que hacer sentir tristeza a un lector. Pero bueno... nada, gracias por dejarme saberlo. Les dejo un nuevo cap. espero les guste y recuerden lo que dije en el anterior, pongan atención a las fechas. Sin más, me despido :D

Capítulo XXVIII:

Aférrate

De entre todas las cosas que podía pensar en ese momento, solo una hizo eco en su mente. No tenía frío.

Un estridente sonido reverberó prácticamente dentro de su tímpano, Abi abrió los ojos abruptamente y los rayos del sol la cegaron momentáneamente. Tras tallarse con las manos, logró acostumbrarse al cambio repentino de las penumbras del estudio al soleado exterior. No podía ser posible, por un segundo no pudo dar crédito de lo que tenía delante. A tientas se puso de pie, aún con la vista puesta en la carretera que se extendía pulcramente asfaltada frente a su anonadado rostro. Estaba en el futuro, bueno en verdad no, estaba en el presente. Su presente o eso esperaba, porque si había equivocado el destino ella estaría en serios aprietos.

Se puso de pie y comenzó a admirar todo como un niño que acaba de abrir los ojos al mundo por primera vez. El arco de entrada a su pueblo, seguía igual de descascarado en la pintura y aún con las letras faltantes de siempre. Era su lugar, ya no le cabía duda, estaba en el siglo XXI. Definitivamente había puesto distancia entre ella y Will, ya nada podría volver a unirlos. Pues ella sabía que algo como lo ocurrido era una cosa en un millón. Ser consciente de eso, le causó un enorme vacío en el pecho. Estaba segura que sin importar cuánto tiempo hubiese entre los dos, ella nunca se recuperaría de esa pérdida. Sin importar el dolor que le causaba pensar en él, Abi no podía dejar de amarlo. Y el saber que ya no volvería a ver sus ojos negros o sus fugaces sonrisas, fue como la consagración de su miseria. ¿Quién podría ser feliz lejos de su amor? Aun sabiendo la respuesta a esa pregunta, por alguna razón no se arrepentía de su decisión. Le había dejado la posibilidad de escoger su propio camino, no quería pensar al respecto. Quería desembarazarse de cualquier pensamiento doloroso, quería que por un momento nada más importase, solo ella. Abi sonrió, aunque no sentía muchas ganas de hacerlo. Sabía que la esperaba al final de ese camino y ese conocimiento de alguna forma fue como un bálsamo para su herida más profunda, ella no encontraría oro finalizando el sendero, ella hallaría a su familia.

Deambuló por las calles, con los ojos abiertos de par en par. Había pasado un año entero lejos de su hogar y extrañamente, todo lucía perfectamente igual. La gente aún la observaba con una ceja enarcada, pero esas extrañas miradas las terminó asociando a su extravagante atuendo. Pues tal como ocurrió la primera vez, había viajado en el tiempo ella y por supuesto que su ropa también. Ahora era una dama inglesa del siglo XVIII, caminando por las calles de un pueblo americano. ¿Quién lo diría? Repentinamente cualquier idea estúpida, se evaporó en cuanto estuvo de pie frente a su casa.

Allí aún estaba la bicicleta que su padre prometió arreglar hacía unos tres años, tirada sobre el jardín al que su mamá nunca puso atención. Sin poder evitarlo los ojos se les llenaron de lágrimas, era su hogar, donde había crecido. Los árboles en donde se había raspado las rodillas, su lugar secreto donde los monstruos no la alcanzaban y la parte oscura de la valla, en donde su vecino le había robado su primer beso. Todo estaba tal y como lo recordaba, así como lo había dejado, así como lo quería encontrar. ¿Cómo había hecho para vivir un año lejos de esto? La respuesta era simple: Will.

Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y se encaminó a la puerta de entrada, sorteando los enanos de jardín que parecían tener batallas campales en la noche. Al llegar no supo muy bien que hacer; ¿entraba? ¿Llamaba? ¿Habría alguien? ¿La estarían echando de menos? Sacudió la cabeza borrando todas esas dudas y antes de arrepentirse, presionó el timbre. Las manos le traspiraban furtivamente mientras aguardaba, no sabía por qué estaba nerviosa, lo único que quería era tener un rostro familiar enfrente. Necesitaba tanto un abrazo de sus padres, sus palabras de consuelo y sus atenciones que la hacían sentir como si nada malo pudiese ocurrirle nuevamente. ¡Dios! solo quería un hombro en el cual llorar su desdicha. ¿Era tanto pedir?

Pide un Deseo (Resubida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora