Sí, lo sé... tardé! Pero es que tuve todos estos problemas con mi luz, que va, que viene, que me apaga la PC, que casi me la quema, que por poco y se lleva todas mis historias a la tumba. En fin, mucho lío... pero al fin pude recuperrar algunos archivos antes de que se me vaya la energia electrica de nuevo. Así que... espero que hayan tenido una linda navidad!! Y que Papá Noel les haya traído muchas cosas lindas y que tengan un estupendo fin de año o inicio del nuevo, depende cómo quieran verlo. Saludos para todos ^^
Capítulo XXV:
Cuando me besas
—Ayer estaba tomando un café en ese nuevo establecimiento, el de East End, cuando oí una particular conversación...
Ailim quitó la atención de sus huevos escaldados, para posarla en su esposo. Este se mantenía con la vista fija en el periódico, pero era consciente de su mirada. No hizo la pertinente pregunta, porque sabía que Iker seguiría hablando sin que ella le diera el asentimiento.
—Fue curioso oír mi nombre, teniendo en cuenta que ni siquiera estaba sentado en esa mesa. —Entonces alzó sus profundos ojos verdes en su dirección, ella se estremeció ligeramente. ¿Era su impresión o lucía más lúgubre que de costumbre?
—¿Qué decían? —inquirió casualmente.
—No fue específicamente lo que decían, sino lo que dijeron al ver que los observaba... sus rostros se me hacían vagamente familiares, pero estoy seguro de nunca haber cruzado palabra con ellos antes.
Ella frunció el ceño, notando que toda esa adornada presentación se traía algo feo por detrás.
—Este grupo de cinco hombres, se acercaron a mí sonrientes y me palmearon la espalda, me estrecharon la mano y creo que también ofrecieron un brindis en mi honor...
Ailim tuvo que reprimir las ganas de reír.
—Qué corteses —susurró como la buena dama que era. Iker apretó los ojos en finas líneas.
—También brindaron por ti... —El bajo tono de su voz anunciaba la calma previa a la tempestad, Iker no expresaba enojo con gritos. No, él te arrullaba con un profundo murmullo que terminaba por ser más contundente, que cualquier vulgar exclamación—. Y por nuestro futuro hijo —entonó la última palabra para darle un toque interrogante, Ailim tomó la servilleta y se secó los ya desérticos labios—. ¿Acaso tienes algo que decirme?
Suspiró.
—Quizás... haya insinuado algunas cositas frente a lady Elisa. —Él estuvo a punto de responder cuando ella se le adelantó—. Pero nunca admití estar embarazada, eso fue algo que ella sola interpretó.
—Ailim... —aguardó, pues conocía esa reacción. Iker dejaba salir su nombre por entre sus labios, como si de alguna forma pudiera acariciar las sílabas. No sabía cuándo comenzó a desear tanto oírlo llamarla por su nombre—. No es pertinente que provoques a esa mujer o a ninguna otra.
Bajó la vista a sus manos, un tanto avergonzada. Él tenía razón, pero odiaba que la avasallaran solo porque no era inglesa o porque no la creían digna de llevar un título señorial. Ella era tan buena como cualquiera de esas damas y si algo había aprendido de su hermana, era que no debía dejarse ser menos.
—Iker tú no entiendes... —Se obligó a callar cuando él clavó su mirada jade en su persona, la típica que decía: es mejor que no me contradigas.
—No importa si entiendo o no, es que aún no comprendes que no necesitamos estar en boca de esas... damas.
Asintió herida por la dureza de su aseveración, aunque él no había alzado la voz sus palabras surtieron el efecto deseado, intimidarla. Ailim se puso de pie dejando la servilleta pulcramente doblada en la mesa del comedor.
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Pide un Deseo (Resubida)
RomantizmSi pudieras desear lo que sea, cualquier cosa ¿Que seria? ¿Pedirías la paz del mundo? ¿Un auto nuevo? ¿Mayor inteligencia? ¿O simplemente pedirías que esta vez no salieras decepcionado? Algunos deseos son egoístas, otros demasiado imposibles y los d...