VIII

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Jongin acabó yendo con las pastillas para Kyungsoo al cabo de tres días. No podía seguir así, no estaban avanzando tan rápido como él mismo querría. El hecho de tener que lidiar con la búsqueda de Baekhyun también distraía bastante al joven psiquiatra. Su paciente necesitaba atención inmediata y él se estaba yendo por las ramas.

En cuanto entró en la sala blindada y blanca, notó un aura de paz nunca antes vivida. Le escocía el brazo por la cantidad de parches que se había estado poniendo las últimas semanas. Al arrancarlos siempre le dejaban un redondel rojizo que acababa picando. Se limitó a rascarse por encima del traje inconscientemente y se sentó para mirar a Kyungsoo.

Su aspecto era bastante más deplorable que el de la última vez. Es cierto que estaba sorprendentemente bien peinado, pero tenía grandes bolsas bajo sus ojos y los labios resecos. No le habían dejado esculpir nada más desde el incidente de hacía tres días. Se notaba que no sabía qué hacer con las manos. No estaba nervioso, solo inquieto. Evitaba el contacto visual con Jongin todo lo que podía, incluso si los ojos de este eran muy penetrantes.

El psiquiatra sacó la carpeta amarilla que enunciaba el nombre de Kyungsoo y apuntó el número de la sesión. Después, conectó la grabadora. Notó cómo este tragaba saliva, aunque no supo por qué.

"¿Ya estás más calmado? Te he traído unas pastillas" le entregó en mano Jongin. "Tómalas con el desayuno y la cena, nunca después de hacer deporte o alguna actividad física."

El joven escultor asintió y se guardó el bote marrón en el pantalón sin prestarle atención.

"Señor Kim" lo llamó con un hilo de voz.

Jongin levantó la mirada y lo vio casi temblando, no sonreía, tenía la mirada perdida y la piel casi escamada. Ese hombre necesitaba ayuda.

"Dime, Kyungsoo."

"Quisiera que me ayudara con algo" soltó de repente.

"¿De qué se trata?"

Jongin hubiera esperado cualquier cosa, un arma, poder esculpir, hasta más pastillas, pero Kyungsoo lo soltó con una leve sonrisa, y eso lo dejó desconcertado.

"El libro de Esperando a Godot, de Beckett."

Jongin levantó las cejas, desconcertado ante aquella petición, y se apuntó el nombre del libro sin decir mucho más. Se había leído ese libro en la carrera, y sin duda le pegaba demasiado a la mentalidad de Kyungsoo. El teatro del absurdo, cómo no.

"Por las noches es tedioso irse a la cama sin leer, me gustaría conseguirlo."

"¿Por qué no se lo has pedido al guardia?"

"En Gonjiam, si te diriges a un guardia, recibes una buena paliza" dijo sorprendido, y a continuación susurró. "El mundo real es extraño..."

"Nadie va a pegarte, Kyungsoo, ese no es nuestro método."

El joven esbozó una triste sonrisa y bajó la cabeza. Jongin lo notó entonces. Estaba recordando cosas muy desagradables, y juraría por el tabaco que no eran las palizas del psiquiátrico lo que lo atormentaban. Lo apuntó rápido en la libreta y prosiguió:

"¿Cómo te encuentras hoy?"

Kyungsoo cambió de pronto su expresión a una mucho más sombría. Se pudo ver cómo apretaba los puños, reteniendo la tela de su uniforme de prisión.

"¿Que cómo estoy?" espetó, mirándolo con asco. "Llevo dos años encerrado en un psiquiátrico, he sido torturado, machacado y mi autoestima ha sido reducida a pedazos en cada bofetón, me han trasladado aquí, donde se come un poco mejor, pero me han quitado lo único que me quedaba en la vida; la escultura. No tengo motivos para sonreír, ¿cómo cree usted que estoy?"

Dada || Kaisoo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora