Un asesinato, una desaparición y una denuncia por malos tratos. Esos son los casos recientes que tienen que atender tanto el psiquiatra Kim Jongin como el jefe de policía Park Chanyeol y su equipo.
Sin embargo, ¿cómo lidiar con que sea Byun Baekhyun...
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Tras varias sesiones más, Jongin se dio cuenta de que algo muy turbio estaba pasando por la mente de Do Kyungsoo, algo que no quería que nadie supiera, y por lo que se estaba callando ante él. Siempre que le mentía, ensanchaba los ojos y le titubeaba el labio inferior.
Jongin pensó que la mejor manera para hacer que confesara, era que confiase en él. Pero eso era casi imposible, por lo que removió cielo y tierra para conseguir el permiso de entregarle a su paciente más peligroso un bloque de mármol cuadrado de cinco toneladas. Cuando entró por la puerta, vio la cara de sorpresa de Kyungsoo, y en el fondo le encantó comprobar que su regalo le había impresionado.
Eso sirvió para que el muchacho se soltase un poco más con él y se le escapase alguna que otra cosa, pero no era suficiente para saber el problema inicial. Jongin debía admitir que su momento favorito del día era cuando visitaba a Kyungsoo. Verlo trabajar a la vez que él lo hacía era reconfortante y a la vez admirable. Sin duda era su escultor favorito. Sus obras estaban tan cargadas de pasión y sentimiento que, con solo verlas, podías deducir el estado de ánimo del autor al esculpirla.
Con el paso de las semanas hubo llantos, risas y confesiones bastante íntimas. Al fin y al cabo, Jongin era la única persona con la que tenía trato Kyungsoo. Las sesiones eran mucho más relajadas que hacía algunas semanas, y Jongin empezaba a entender algunos aspectos de su personalidad muy marcados que antes no le cuadraban con su temperamento.
Pronto solo les quedó esperar a que algo pasara que cambiara el rumbo de los acontecimientos. Se sentían cómodos el uno con el otro, no había vergüenza entre ellos.
Jongin, mientras lo observaba un día esculpir con una concentración suprema, juró haber visto a Kyungsoo como una de sus obras. Mirándolo de perfil, tenía una estampa bastante atractiva, el pelo despeinado y la mirada fija en la escultura. No supo cuánto tiempo estuvo mirándolo, pero fue mucho, ya que su paciente hizo que saliera de su trance, sentándose en frente de él. No era tonto y sabía cómo lo miraba su psiquiatra. Sonrió al hacerlo volver en sí.
"Tengo algo para ti" suspiró metiendo la mano en el bolsillo.
Jongin abrió la mano para coger el pequeño colgante con la pieza de mármol que había incrustada en él. Lo miró a los ojos, sin entender muy bien aquel gesto altruista.
"Quiero que lo lleves siempre, y te acuerdes de mí. Cuando lo pases mal porque alguien te haga daño, el collar te protegerá, y una vez haya pasado todo, se romperá" lo miró fijamente. "Quisiera que solo llevases eso, siempre..."
A juzgar por la errática respiración de Kyungsoo, Jongin supuso que esa frase escondía un doble sentido que, en el fondo, él también esperaba. Aquel acercamiento estaba mal, prohibido, pero el joven psiquiatra quería más de su paciente, necesitaba cada vez una dosis mayor.