Capítulo 10

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                                                          10

– Levántate Thiago.

Una dulce voz retumbaba por la habitación pero todavía no quería parpadear, no quería despertar.

– Dale Thi. – Y sentí como me besaron la mejilla.

Me desperté ojeando y un poco asustado al ver que Malvi estaba al lado mío. Recorrí mi cuerpo mirando de estar totalmente vestido, y para mi suerte estaba de jean rotos de color gris pero con el torso desnudo.

Levante una ceja al percatarme de aquello y le dedique una sonrisa traviesa a Malvina.

– ¿Qué? – Sonrió. – ¿Por qué me miras así?

– Lo mismo pregunto. – Repliqué manteniendo la sonrisa. – Que tanto me ves.

Malvina se ruborizo por las palabras que brotaron de mi boca sin poder controlarlas.

– Ahmm... – Malvina en verdad estaba nerviosa. – Me parece que vos tenes muchísima imaginación.

– Y vos muchas mentiras. – Reimos juntos. – ¿Por qué me despertaste?

– Mira. – Saco su celular de la campera. – Mira bien la foto.

Me detuve a observar, pero como estaba todo opaco le aumente el brillo al celular para poder ver mejor la foto.

Era un afiche donde buscaban un empleado para un taller mecánico cerca de donde jugaba de niño.

– Perfecto.... Pero hay un problema. – Repuse.

– ¿Cuál?

– No sé nada de mecánica, solamente lavar autos. – Me reí y ella también.

– No te preocupes bólido, es el taller del viejo Tincho. – Me dio una palmada. – Él te tenía como un hijo cuando eras chico.

– Es verdad, pero hace mucho que no hablamos ni nada. – Hice una mueca.

– Dale. – Malvi me alentaba. – No perdes nada con intentar.

– Bueno, está bien, ¿Qué hora es?

– Son las cinco y cuarto de la tarde.

– Mierda que dormí, en unos veinte minutos me paso de Tincho a ver qué pasa.

– Perfecto, me alegro. – Me tomo de la mano.

Y otra vez, todo mi cuerpo se paralizo y Malvina también pudo sentirlo. Lo ví en sus ojos, en cómo cambio su manera de respirar...

Malvi retiró  la mano automáticamente, pero ese instante fue la típica cámara lenta, es tan  comparable a como cuando estas embolado de la escuela y miras el reloj y los cinco minutos para el recreo son eternos y no se pasan más.

Sonrió tímidamente, pero no me miraba a los ojos, en cambio yo sí.

– Me... Me tengo que ir. – Tartamudeo e intentó abandonar la habitación pero tome su brazo.

Al principio la agarre con cierta brusquedad para que no se me escape.

Malvina observo su brazo donde mi mano hacia contacto con su piel.

No hacía nada, estaba parada, quieta.

Con las yemas de mis dedos comencé a bajar la presión con la que la sostenía, y acaricie todo su brazo hasta llegar a la palma de su mano.

Fue... Algo raro, no sabía qué hacía, pero era muy placentero ver como su piel se erizaba bajo mi mano.

La tome de su palma y entrelace los dedos con los suyos. Sonreí, me gustaba ese tacto.

Al borde del abismo. © #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora