Malvina.Luego de estar tres horas lavando los platos literalmente yo sola, porque Candela y Joaquín se hacían sus escapaditas y nadie colaboró ¡No es justo! ¡Comimos todos!
¿Y qué pasó con Thiago? Me dedicaba su sonrisa de lado haciéndome sentir incómoda y que me sonroje con esa boludez y no tuve mejor idea para sacarmelo de encima diciéndole sue vaya a la habitación del hostel a ordenar y hacer la cama.
Él volvió a sonreír y levantó las cejas arriba hacia abajo dándome entender que mal pensó mis palabras.
Ahora mismo estoy abandonando este estúpido restaurante y es media noche.
- Mierda. - Mi impotencia iba subiendo. - ¡La puta que los parió!
Además de hacerme lavar los platos de se olvidaron de mí. La tráfic no esta y el hostel debe estar a unos dos kilometros.
Mi cara ardía de la bronca así que simplemente comencé a caminar al lado de la ruta.
- Hijos de puta.- Repetía.
Algo de mi tenía miedo ya que estaba en una provincia que no conozco, caminando sola al borde de la ruta y encima no pasaba ningún auto hasta que ví que las luces de una chata (Camioneta 4x4) comenzó a asomarse en el horizonte.
Mi desesperación aumentó y mis piernas temblaban. Comencé a correr torpemente y podía sentir que la chata aumentaba la velocidad y al estar a mi lado se estacionó sin apagar el motor.
- No, por favor hoy no. - Me susurraba para mi misma.
Al sentir la puerta abrirse comencé a correr más rápido y a agitarme pero no ví un pozo y me doble el tobillo.
Unas manos agarraron mi codo y yo comencé a lanzar bofetadas al aire.
- No me toques violador de mierda. - Gritaba histérica. - Déjame en paz pelotudo.
- Eu, eu. - Comenzó a hablar el desconocido. - No voy a violarte boluda, quería ayudarte.
Levanté mi mirada hacia el chico que no tendrá más de veintitantos.
- ¿Qué clase de persona intenta ayudar siguiendo a otra con una chata? - Me sorbí la nariz y me auto-consolaba el tobillo derecho.
- ¿Qué clase de persona corre sola a las 12 de la noche al lado de la ruta? - Me fulminó con la mirada y yo le dedique la peor de las mías.
Me rendí y resoplé.
- ¿Me vas a ayudar o te vas a quedar ahí mirándome? - Jugueteaba con mis dedos.
- Pedime perdón y te ayudo bonita. - Ugh. La última palabra me dio asco.
- ¡Ja! Ni loca.- Dije sarcástica y el soltó una leve carcajada.
- Entonces suerte para volver a donde sea que ibas. - Y el hijo de puta comenzó a alejarse.
- ¡No! - Lleve mi mano a mi frente. - Perdón por ser mal educada, por favor, ayúdame.- Supliqué.
Él sonríe victorioso y me tiende la mano para que pueda levantarme y yo lo miro obvia pero sigue sin entender.
- ¿Posta? - (¿De verdad?) Lo mire con desprecio.
El sigue sin entender y señalo mi tobillo para que tome conciencia de que me duele moverlo.
- Ah... - Tragó en seco.
Antes de que pueda razonar estoy en el aire pegada a su cuerpo. Me cargó con ambas manos y como acto de reflejo llevo ambas manos aferrandome a su cuello.
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Al borde del abismo. © #Wattys2017
Teen FictionThiago Medici, un joven que cree ser homosexual, se enamora perdidamente de Malvina Blanquesí, su mejor amiga. Junto a sus amigos, Candela Mileno y Joaquín Velledo, van a emprender la aventura de sus vidas: Recorrer la Argentina antes de comenzar l...