Capítulo 7

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Estábamos adentro de la carpa con los chicos y Joaquín estaba a punto de darnos la supuesta sorpresa de la cual nos habló en la cena.

Malvina se sentó en una valija muy lejos de mí, no me miraba a los ojos. Joaquín comenzó a reírse muy fuerte y agarro el bolso que tenía a su lado y lo coloco arriba de la mesita ratonera que trajo y se escuchó un sonido como si dos copas de vidrio chocaran.

Joaquín giñó el ojo a todos, pero parece que ese giño fue dedicado a Candela y ella se sonrojó.

Prendí el grabador a pilas y sonaba la música de fondo y las chicas comenzaron a cantar muy fuerte. Y en el techo de la carpa puse una pequeña bola de boliche plateada que gira con linternas de colores.

– Dale, cuéntanos la sorpresa porque nos aburrimos pajero. – Replico Candela.

Joaquín abrió lentamente el cierre de la mochila con una sonrisa maliciosa y empezó a sacar botellas de alcohol; Gancia, Fernet, Freeze azul, y Vodka.

Todos nos reímos y gritamos de la sorpresa.

– Fua, pásame ya el Vodka culia. – Estiro la mano Candela con un puchero a Joaquín.

– Toma, borracha. – Y Candela destapo la botella de Vodka, haciéndole un trago profundo con caras raras, pero se ve que no le importó, siguió tomando sin detenerse.

– Me queme la garganta la puta madre, ¡sos un genio Joaquín! – Se reía de satisfacción.

Candela tomaba desaforadamente con Joaquín, parecían unos locos que no habían visto el alcohol desde mucho tiempo.

Agarre la jarra de Gancia y le di un sorbo, al igual Malvina.

Todos bailábamos adentro de la carpa y cantábamos, Candela estaba dura como el turrón, no se podía mantener en pie, así que la sentamos afuera de la carpa, pero Joaquín la agarro de la mano y la llevo adentro de la carpa de nuevo.

Ambos estaban muy borrachos y comenzaron a llorar juntos y confesarse unas cuantas cosas.

– Cande, siempre. – Joaquín le lloraba en el mentón. – Me masturbe con tus bombachas cuando te ibas a bañar. – Malvina y yo nos matábamos de la risa. – Pero el punto es que estoy enamorado de vos.

Candela lloraba abrazada a él como si Joaquín se fuera a la guerra y no lo vería nunca más.

– Ay gordo, ¡sos tan romántico! – Candela se reía pero al rato lloraba. – Yo te quiero más.

Con Malvina no podíamos creer que se confiesen borrachos, ¿Por qué no se dicen las cosas de frente y sobrios? Son uno más boludo que el otro.

Candela perdió el equilibrio y se balanceo arriba de Joaquín, y lo beso desaforadamente, con locura y con irritación.

El intentaba incorporarse pero Candela se sentó a piernas abiertas en su torso muy dispuesta lo cual con Malvina nos íbamos alejando poco a poco.

Joaquín la apartó y Candela se dejó caer al costado del colchón.

– ¿Qué te pasa boluda? – Joaquín la tocaba a Candela con el dedo índice en la espalda.

Con Malvina hicimos silencio por un largo rato, y Candela comenzó a roncar muy fuerte.

Nos empezamos a reír muy fuerte, tan fuerte que los gansos pasaban corriendo del susto, no podía estar pasando, esto lo vamos a recordar para siempre.

Joaquín se reía también, y se acostó a su lado abrazándola, y se quedó dormido también.

– Que olor a culo que tienen, Joaquín esta todo vomitado y en MI colchón. – Se quejó Malvina.

Al borde del abismo. © #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora