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Narra Héctor:

Las siguientes semanas transcurrieron como los que solíamos tener antes. Salíamos a caminar de vez en cuando al igual que a cenar y con amigos. Estábamos bien a mi punto de vista. Habia invitado a Fer a salir a correr temprano y aceptó, la verdad es que me extrañó que aceptara pero yo feliz de que me acompañase. Esa mañana me desperté alrededor de las 6:00am y me puse mi ropa deportiva y fui a la habitación de Fer, entré y ella aún seguía dormida, vaya mija pero se veía tan tranquila, se podía sentir la paz en su sueño. Decidí despertarla nada sutil.

Héctor: FEEEER. –grité. Fer se levantó rápidamente casi cayendo de la cama, a lo que yo estallé en una carcajada.

Fer: ¿Eres pendejo o te haces?

Héctor: No. –dije tratando de calmarme de esa carcajada.

Fer: ¿Qué necesitas a estas horas? –preguntó volviéndose a acomodar en su cama.

Héctor: ¿Recuerdas que íbamos a ir correr? –respondí aun con la sonrisa en mi rostro.

Fer: Cierto, lo había olvidado, ahora salgo-Salí de su habitación y fui a la sala, Fer salió después tambien con ropa deportiva. Ambos salimos de casa y llegamos a un parque cercano. Comencé a calentar y Fer solo me observaba.

Héctor: Tienes que calentar para evitar hacerte daño. Has lo mismo que hago yo-Comencé a enseñarle como debía calentar, ella imitaba mis movimientos. Después de uno minutos comenzamos a trotar para después acelerar el paso, Fer me seguía de cerca.

Llevábamos alrededor de 8 minutos corriendo pero Fer se notaba que estaba cansada.

Héctor: ¿Quieres que tomemos un descanso?- Ella solo asintió, nos sentamos en unas escaleras que daban a un gran edificio, aún era muy temprano asi que no habia mucha gente en la calle.

Fer: No sé cómo puedes hacer esto a diario. –dijo aun tratando de recuperar el aliento.

Héctor: Pero si no llevamos mucho corriendo.

Fer: Yo soy más de quedarme en casa.

Héctor: Lo tomare en cuenta. –respondí sonriendo.

Narra Fer.

Las semanas que habíamos pasado juntos eran geniales, me sentía muy bien estando a su lado, creo que mis sentimientos a él se han ido reforzando. En estos momentos nos encontrábamos sentados en una escalera después de haber corrido por demasiado.

Héctor: ¿Te sientes mejor?

Fer: La verdad es que sí.

Héctor: ¿No te parece genial el silencio de las calles?

Fer: Es buena. pero yo prefiero el ruido. –solo quería molestarlo

Héctor: Anda ahora resulta que a la señorita le gusta el ruido. –le dije sonriente.

Fer: Pues si, es mejor el ruido que el silencio.

Héctor: Mira mija, que cuando estamos en casa y hago un poco de ruido tú te enojas.

Fer: Que mentiroso mijo.

Héctor: Mira mija ya no colmes mi paciencia.-Me agradaba ver a Héctor asi, algo enojada. Héctor seguía hablando y diciendo no sé qué acerca de lo que anteriormente habíamos hablado. Ahora quería que volviera a sonreír.

Héctor: Fer, ahora no me estas escuchando. Mira que... No sé ni a qué hora lo hice pero lo bese, llevaba semanas queriendo probar eso labios que parecían de porcelana, sentí como se sorprendió ante mi reacción y al comienzo no me siguió el beso pero eso cambió segundos después cuando sentí que fui correspondida, tomé sus mejillas y él mi cuello, nos compenetrábamos tan bien. Nos separamos lentamente, pude notar una sonrisa en sus labios.

Héctor: Es que es loco. –dijo sonriendo. Ambos miramos enfrente a la nada, el silencio se hizo en el lugar pero no era un silencio incomodo más bien comodo.

Héctor: Ya creo que será mejor volver a casa.

Fer: Va.

¿Y ahora qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora