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Narra Héctor. 

Eran alrededor de las 4 de la mañana cuando escucho que la puerta de mi habitación se abrió, en ella apareció una tierna Fer, sonreí aunque estaba seguro que no se distinguiría debido a la obscuridad de la habitación. 

Héctor: ¿Qué pasa Fer? –dije aun adormilado. 

Fer: Nada. Acto seguido la sentí encima de mí, sentí sus labios sobre los míos, se movían con desesperación pero sobre todo con amor, respondí a tan apasionado beso, nuestras lenguas danzaban al ritmo de nuestros corazones acelerados, nos separamos un poco para recuperar un poco de aire, en el momento separados nos vimos directamente a los ojos. 

Fer: ¿Sabes una cosa?

Héctor: ¿Qué?

Fer: Eres una de las personas de las cuales nunca imaginé enamorarme pero que ahora no estaría dispuesta a perder. Te amo Luis Castillo. 

Héctor: Yo a ti Meade (Miiid)

Volví a besarla pero esta vez la coloqué debajo mío, recorría cada parte de su cuerpo tratando de recordar cada detalle, tomé su blusa y comencé a subirla poco a poco sin romper ese beso para después separarnos un poco y desaserme de ella por completo, dejándome ver sus hermosos senos, después seguí con su pantalón de pijama, ambos quedamos en las mismas condiciones ya que yo dormía solo en boxers. Pude ver sus perfectas largas piernas, las cuales acaricié y noté que le agradaba cuando de su boca salió un gemido, sonreí victorioso. Un leve sonrojo se hizo presente en ambos al darnos cuenta en que condición estábamos, ambos estábamos ardiendo por dentro y yo con una muy notable erección debajo de lo que únicamente me cubría. 

Héctor: ¿Estás segura de continuar con esto? 

Fer: Más que nunca mijo-Continué con los besos, ahora haciendo un recorrido hasta llegar al borde de sus bragas donde procedí a bajarlas. En cuestión de minutos los dos estábamos completamente desnudos. La miré y sonreímos, me acerqué a sus labios los cuales besé con deseo y desesperación, bajé a su cuello y pasé mi lengua, mientras que con una de mis manos acariciaba sus perfectos senos.

Fer: Ahhh...mijo...me encantas-la escuché decir, eso aceleró mi pasión en un segundo. Abrí un poco sus piernas y miré su bello centro, ella se sonrojó aún más cuando mordí mi labio inferior, pasé uno de mis dedos en su intimidad hasta llegar a su clítoris, lo acaricié y presioné.

Héctor: Estás lista para mi mija-la miré pícaro.

Fer: Ya ándale mijo, quiero se...sentirte.

Sin dudarlo entré de una vez en ella, la besé como quise, la acaricié y embestí sin pudor alguno, sin duda estar dentro de ella me hacía sentir único, ella es única.

Fer: Si...sigue, no pares-la escuché gemir.

Héctor: No pienso hacerlo mija-besé sus senos y apreté su trasero, me vuelve loco.

La noche continúo y en la obscuridad de esa habitación los dos nos unimos en uno solo, solo los sonidos del amor se dejaban escuchar en ella. Cuando terminamos ambos teníamos la respiración agitada, cobijé a Fer y a mí con una sábana blanca que tenía en mi cama. Besé su mejilla aún sonrojada por lo que hace unos minutos habíamos hecho. 

Héctor: Descansa pequeña. 

Fer: Descansa Mijo.

Narra Fer. 

Desperté en la habitación de Héctor, no pude evitar soltar una pequeña sonrisa al recordar lo que pasó anoche, nunca imaginé lo lejos que llegaría con él, mucho menos lo que sería capaz de hacer por amor. Voltee a ver a Héctor quien seguía dormido boca-abajo y con las sabanas cubriéndole de la cintura para abajo. Me senté en orilla de la cama aún cubriéndome mis partes con la misma sabana que lo cubría a él, tomé mi ropa interior y me la puse para después tomar lo demás de mi ropa he irme a mi habitación, he de confesar que me dolía un poco mi intimidad pero ese dolor me recordaba lo que fui capaz de hacer por amor. Tomé una ducha para después grabar.

Después de unas horas de grabación salí de mi habitación para encontrarme con Héctor en la cocina. 

Héctor: Hasta que apareces mija.  No respondí nada, solo me acerqué a él y lo bese. Sentía que necesitaba ese beso. 

Héctor: ¿A qué se debió ese beso? 

Fer: No lo sé, solo quise besarte. 

Héctor: Eso es bueno, ¿Sabes? Me encantan tus labios, tu cuerpo, los abrazos, los sonidos que haces mientras lo hacemos-Cubrí de inmediato su boca con ambas manos, no podía creer que este pendejo estaba diciendo eso. 

Fer: ¿Eres tonto? No vuelvas a repetir eso por favor-sonreí sonrojada.

Héctor: Tranquila mija, no diré nada más-Ahora fue él quien se acercó a mí a besarme, ahora estaba más que claro lo que mi corazón sentía. Amaba a Héctor.

¿Y ahora qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora