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Los días para ambos chicos eran difíciles, ambos trataban de eliminar los fantasmas de su pasado, los chicos la estaban pasando sumamente mal. Pero ¿Qué se le iban a hacer?
Fer era una persona la cual cumplía sus promesas y ésta no sería la excepción, le dolía bastante haber tomado aquella decisión pero como ella había dicho no habia marcha atrás.
Héctor había ido a la casa que solía compartir con Fer a recoger un par de sus cosas que habia olvidado, la casa estaba vacía, Fer habia salido así que aprovechó para tomar sus cosas con tranquilidad, preparó todo lo que necesitaba y la dejó en una mochila en el piso fuera de su habitación, se paseó por toda la casa recordando cada momento vivido al lado de Fer, su pequeña.

Entró en la habitación la anteriormente nombrada y observó cada detalle de ella, fue hasta su cama y se permitió acostarse un momento en ella, tomó la almohada y aspiro el aroma en ella, ese olor le fascinaba, olía a Fer.  La puerta se dejó oír, segundos después la puerta de aquella habitación se abrió dejando ver a la chica de ojos granel y hermosos un poco sorprendida. 

Fer: ¿Héctor? ¿Qué haces aquí? 

Héctor: Lo siento, es solo que... fue un error, me tengo que ir. Caminó hasta la puerta cuando estaba a punto de atravesarla la mano de Fer se lo impidió. 

Fer: Espera. –Héctor volteó a verla. – ¿Crees que sea posible que... que me dieras un... un último beso?-Héctor sonrió ante el sonrojo y las palabras de la  menor pero no hizo otra cosa más que aceptar. 

Héctor: Claro que si pequeña.  Héctor besó dulcemente esos labios tan dedicados y tan adictivos, ambos sabían que ese acto les costaría después bastante caro pero de eso se preocuparían después. Comenzaron a caminar manteniendo aún ese beso, cuando llegaron a la orilla de la cama Héctor la empujó, rompiendo tan apasionado beso. Atacó su cuello dando pequeños besos sobre este, Fer solo respondía con gemidos leves ante esta acción, ninguno de los dos era totalmente conscientes de lo que hacían y no se detendrían asi que continuaron con lo que habian comenzado...  Se besaron locamente, esa sería su despedida y debían aprovechar. Ella respondía a cada acción de Héctor, se dejó llevar completamente y él no se quedó atrás. Cuando al fin entró en ella fue lo mejor que pudo haberles pasado, ambos se sonreían y miraban con ese amor tan especial que los unía, Fer una vez más comprobó que Héctor era el amor de su vida y Héctor sintió ese flechazo.

El teléfono de Fer no dejaba de sonar, así que muy perezosamente estiró su mano izquierda hasta la mesita de noche que estaba a su lado y tomó su móvil, sin tomarse la delicadeza de ver quién era escondió ante la llamada. 

Fer: ¿Hola? 

– ¿Cómo amaneció la mujer más hermosa? ¿Lista para la boda?  Fer termino de despertar, observó con detenidamente el nombre de la persona que lo llamaba. 

Fer: Claro que sí señora. –respondió algo nerviosa.

Mariana: Me gustaría hablar contigo antes de la ceremonia. 

Fer: Claro que sí señora, usted diga cuándo. 

Mariana: ¿Te parece bien ahora? Estoy afuera de tu casa. 

Fer: Sí, sí. –si antes estaba nerviosa ahora lo estaba más, volteo a ver a su acompañante que dormía plácidamente. –no hay problema. 

Mariana: Va, entonces ábreme hija.  Fer terminó la llamada, dejó su móvil en la mesita a su lado y se levantó, tomó su ropa interior y se la colocó al igual que sus pantalones, tomó su blusa y se fue directo a la puerta principal, antes de abrirla se colocó la blusa bien y abrió. 

Mariana: ¿Aún estabas dormida? –pregunto con una sonrisa. 

Fer: Sí. –mencionó apenada y terminando de acomodar su blusa. 

Mariana: ¿Te divertiste anoche?-Fer no pudo evitar recordar la tan apasionada noche que tuvo con Héctor quien seguía dormido. 

Fer: No, la verdad es que estuve preparando videos para el canal. 

Mariana: Claro tu trabajo en la empresa. 

Fer: ¿Le ofrezco algo de tomar? 

Mariana: No, gracias. ¿Qué te parece si mejor hablamos? 

Fer: Claro que sí señora, por favor siéntese.  Ambos tomaron asiento, Mariana se sentó en el sofá que va de uno y Fer lo hizo justo frente de ella.

Mariana: Bien Fernanda, seré honesta contigo. La verdad quiero lo mejor para mi pequeño y si su felicidad está contigo no tengo más que decir, pero solo te quiero advertir que no juegues con sus sentimientos, él ha sufrido mucho en el amor y quiero que lo hagas muy feliz porque si veo una sola lagrima en su bello rostro que no sea de felicidad te la verás conmigo. 
Para ese momento Fer estaba más que asustada, sabía que la mamá de Javier podía llegar a lastimarla si algo le hacía a su hijo, era un niño mimado. 

Fer: Claro... claro que no, dedicaré mis días a hacerlo feliz.-Mariana sonrió tras escuchar esas palabras y Fer la siguió solo que la de él fue un poco fingida.
Un Héctor ya vestido y con su maleta en mano apareció en la estancia. 

Héctor: Siento interrumpir. 

Mariana: No te preocupes ya habíamos terminado de hablar. ¿Y tú eres? 

Héctor: Hector Luis Castillo. –dijo ofreciendo su mano a forma de saludo, la cual Mariana aceptó. 

Mariana: Mucho gusto Héctor. Yo soy Mariana la suegra de Fernanda. 

Héctor: Lo sé, señor. –dijo algo triste. 

Mariana: Y bueno si no es mucha intromisión me gustaría saber ¿Qué haces aquí? 

Héctor: Yo vivía aquí, compartía piso con Fer. Ahora lo mejor será que me vaya para que ella y Javier vivan aquí. 

Mariana: Me parece bien. Bueno sin más que decir yo me retiro. Nos vemos en la boda, y Fer espero cumplas lo que hablamos.-Mariana abandonó el lugar dejando a los dos chicos en completo silencio, un silencio incómodo. 

Héctor: Me tengo que ir. Avanzó hasta la puerta pero de nuevo una mano le impidió salir. 

Fer: ¿Te veré en la boda? –dijo con la voz algo quebrada. 

Héctor: Ahí estaré compañera, al fin y al cabo seré tu padrino ¿No? –respondió de igual manera antes de al fin atravesar la puerta.

¿Y ahora qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora