MS - Chapter U N O

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-Sebastian, qué se supone que haces? Has estado raro desde que decidí hacer esto por la comunidad - rió seco -

Había visto algo extraño, era una chica, la misma que había visto tantas veces pasar por aquí.

Se supone que el conde y yo estamos de viaje de negocios por la propiedad en la que estamos ahora mismo.

Estas extensas zonas en las que nos encontramos servirán perfectamente para hacer más fábricas.

Según el Señorito, es perfecto.  Si consigue el terreno solo debe pagar una cierta cantidad y se irán sin decir mu. Es divertido porque hay hasta vacas en este asqueroso chiquero.

Pero para conseguir tal lugar, mi Señorito debe quedarse al menos una semana en este lugar, dar dos paseos por día, de mínimo 3 horas, ¿por qué? El señor que pretendía venderselo quiere que recapacite de lo "bello, hermoso y resplandeciente" del lugar y que no puede irse así como así.

Dijo que si no le daba pena demoler este lugar en casi la mitad de la nada, con tanta vegetación, animales, gente, gente que no tiene a donde ir, pues, que se lo daría, solo al final de la semana. 

Y lo único que se le ocurría al conde era quedarse a ver las ventas de los ciudadanos del lugar.

Lo que a él le gustaba ver desde hace 3 días era un cartel de unos dos metros de altura por tres de largo de una especie de chapa lisa algo oxidada que era cambiada cada momento por un cura que salía de la iglesia del pueblo.

Los números podían tanto subir como bajar y no le veía lo atractivo estar fijando su vista en algo tan estúpido como las tazas de mortalidades.

Pero eso lo entretenía un rato, tanto como ver como las personas se resbalan en el lodo de enfrente de algunos "negocios".

Se sentaba en una banca que lo dejaba ver completamente todo, ya que era como el centro del lugar, enfrente podía ver, a unos metros, ese tan apreciado cartel oxidado y a los lados tenía todas las tiendas y demás porquerías que los humanos vendían,  a veces, lo escuchaba susurrar cosas como;

-Que llueva de una vez-

O tal vez...

-Quiero ver como se arreglan esas personas con toda la ropa que venden bajo la lluvia, lo collares, espero que una de esas vacas que vagan por allí se las devore y las rompa-

Mientras tanto una persona menos.
Sonreía como niño pequeño en una jugueteria.

Población, 103 personas.

Taza de mortalidad: 55 años.

Cantidad de vacas: 54 aprox.

Cantidad de cerdos: 48 aprox.

Cantidad de ovejas: 49 aprox.

Sin decaimiento comercial desde: 234 días.

Sin embargo yo estaba un poco más concentrado en la chica del vestido azul.
Sonreía y apartaba sutilmente los mechones de su pelo castaño de su cara.
Lo que me sorprendía es que a veces cuando ella creía que nadie la veía suspiraba y sus ojos parecían ponerse rojos.

Pero creía en que era imposible.

Las chicas demonio están simplemente extintas luego de que los ángeles descubrieron hace no menos de 200 años que podíamos ser felices en la tierra con una así. 

Luego de eso, se las llevan a las mujeres que deberían ser Demonios  para arriba y a la mayoría, por no decir a todas, las educan para ser ángeles.
Obviamente quedan tan transtornadas que aceptan lo que tienen enfrente.

Al final, Hannah, es la única mujer demonio que quedó, y al final pues... Ella, estaba liada por un contrato en ese momento y no se la pudieron llevar y luego se escondió hasta conseguir el del señor Trancy.

La chica a veces, y con sutileza, robaba una que otra de sus propias moras de su venta.

Las canastas con frutas y legumbres eran puestas dócilmente en ese lugar para la especial visión de las personas que quisieran comprarlas.

Su "tienda" era la más limpia y organizada que había en todo el territorio que mi Señor esperaba conseguir.

Sus largas pestañas relucían a la luz del sol de las 17.

Ella tenía una amiga, debía tener un poco de peso de más. Hablaban y reían en los tiempos libres cuando no venían sus clientes, se iban y hablaban con las demás personas.

Pueblo chico, infierno grande.

Todos se conocían en este lugar.

Verla seis horas al día me provocaba intriga.

Me trataba de convencer que esos ojos rojos que brillaban de vez en cuando para volverse verdes al segundo eran producto de mi imaginación o de la luz del sol.

La chica recibió a su amiga con los brazos abiertos.

-Me sacas el aire - escuché su voz, se deshizo del brazo -

Casi siempre escuchaba más su risa que su voz.

-Skyler, eres mi mejor amiga - por cada palabra le daba un golpe con puño cerrado en el brazo, a la vez que la chica ponía una cara un poco cansada y adolorida pero tratando de sonreír-

-S-si, oye, tu madre te buscaba, dijo que deberías encargarte de tu hermanito, está enfermo- la amiga bufó y se fue a regañadientes -

La chica suspiró y se tocó el brazo.

-Sebastian - dijo el conde levantando su voz un poco, me miraba aún sentado en ese banco -

-Qué desea? -

-que... Que qué deseo? Eres Imbécil? Te he estado hablando durante al menos unos 5 minutos y me doy cuenta que ni siquiera has movido un centímetro la mirada - suspiró - Ve a por ella de una vez antes de que me vuelva loco, de igual manera pues...

-Señor, a que se refiere -

-En tres días, lo único que has hecho cuando estamos estas 6 putridas horas en este lugar es mirar para el puesto de la chica aquella - suspiré pesadamente - Ve, conócela y lo que quieras por las siguientes dos horas que quedan, necesito que te concentres y no puedes mirándola todo este rato- chasqueó la lengua -

-No hace falta mi Señor, toda mi atención está en...

-Ella -

-Iba a decir usted -

-Pamplinas - encarné una ceja - aprendí la palabra hace rato, en el rato en el que babeabas, ahora... Vas a ir o tendré que ordenartelo? -

La Muñeca De Sebastian ( Sebastian Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora