Volví a pelear con mis viejos. Es insoportable. Ahora quieren que vuelva a estudiar a Ramallo para que cuide a mi hermano mientras ellos hacen un retiro espiritual de navidad.
Temática: la familia. Irónico ¿no?
―Martina, esta es una época para pasar en familia ―dijo mi mamá al teléfono.
―¿Y por eso se van solos? No rompas los huevos, mamá. Tengo mucho que estudiar...
―Y estudiá acá.
―No. Acá tengo las clases de consultas, compañeros para preguntar dudas, la fotocopiadora por si necesito buscar algo... no voy a ir a Ramallo ―sentencié.
―Darío tiene razón ―gruñó molesta y yo casi tiro el celular por la ventana―. ¿Te estás viendo con alguien allá? ¿Es eso? Porque Darío piensa que por eso estás así, que no querés volver. Nosotros no te estamos pagando las cosas para que vos te vayas a revolcar con uno allá.
―¡Podés dejar de repetir todas las pelotudeces de Darío! ―grité nerviosa. No quiero que se enteren aún de Emanuel, no quiero que mi ex pueda mover sus hilos y arruinármelo. Es demasiado importante―. Ya te expliqué por qué me quedo y para lo que me estás pagando es para que estudie y apruebe, eso es exactamente lo que hago.
―Mientras, todos nos quedamos esperando a que te recibas para reconstruir nuestras vidas ¿no? Sos tan egoísta. Pero eso es culpa nuestra, que te damos todo.
No pude creer lo que oía. ¿Me daban todo?
―No podés... ―empecé a decir y me interrumpió.
―Por suerte, lo tenemos a Darío. Ya nos dijo que seguro decías que no, así que se ofreció a cuidar a Tiago.
¡Dios! ¡Cómo lo odio!
―Decile a Tiago que, si quiere, se venga a Rosario conmigo. Yo lo cuido mientras estudio ―ofrecí con las fuerzas agotadas. No es que no quiera ver a mi hermano, lo extraño horrores, lo que no quiero es que mis viejos sigan evadiendo sus responsabilidades. Yo pagué un precio muy caro al verme sola y vulnerable a los catorce, no quiero que le pase lo mismo a Tiago.
―No entiendo la diferencia entre que vengas vos o vaya...
―Ya expliqué. Pasame con él y le pregunto qué prefiere ―repetí cortante.
Por supuesto, mi hermano me eligió a mí. Así que acá estamos con Ema, en la terminal otra vez, esperando por él.
―Ya compré clonazepam, por si no se duerme ―bromea y me da un beso en la frente. Yo me río.
―¡No vas a drogar a mi hermano! Además, duerme como una roca ―agrego y me guiña el ojo de manera cómplice.
―No te hagas drama, la vamos a pasar bien ―dice al rato en tono más serio, sabe lo importante que es para mí.
Estoy preocupada porque tenemos los dos mucho que estudiar. No es justo que, en el medio, lo haga lidiar con un chico de once años que demanda demasiada atención.
Ema ya aprobó un final a principios de semana y, como decidió quedarse conmigo, empezó a preparar otro que no sabe si se va a animar a tirar. Yo estoy preparando el final de física con muchas más esperanzas de aprobar. La presencia de mi hermano nos cambia nuestra rutina de estudio.
Vamos a probar con las mañanas para estudiar, las tardes para pasarlas con Tiago y las noches... roguemos que mi hermano quede cansado.
―¿Trajiste el casco? ―le pregunta Ema a mi hermano cuando éste baja del cole, y lo despeina.
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Entonces, me abrazó (Completa)
RomanceMartina está atrapada en una relación de la que sabe debe huir, pero no encuentra la fuerza para hacerlo. Hasta que conoce a Emanuel. Emanuel Aguirre le enseñará la diferencia que existe entre los lazos sanos y los enfermos, entre entregarse a a...