Un año en espera

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Día presente...


No sabia como agradecerle al chico de cabellos cobrizos. Simplemente se había convertido en el ángel de la guarda que tanta falta le había hecho durante esos meses.

No la dejaba a sol y sombra, sobre todo en el proceso por el que su cuerpo debía pasar. Sería mentira si no admitiera que estaba aterrada, su mente aún que estuviera consciente de lo que vendría no podía imaginar lo mucho que su vida cambiaría.

¿Acaso podía empeorar mas de lo que ya estaba? Lo dudaba.

Mientras cocinaba algo de pollo, la puerta sonó. Limpio sus manos y abrió la puerta. Sonrió con total honestidad.

Kelvin llevaba en las manos una caja grande de la más sabrosa pizza de la ciudad.

-Hola... - sin mas, paso y ambos se propusieron saborear una peculiar he inusual cena de fin de año.

Sabia que Kelvin al igual que ella, estaba sólo en esa ciudad. Así que viendo las pocas posibilidad de pasar una familiar cena de fin de año, decidieron compartirla y hacerse compañía mutuamente.

Tal vez no seria lo mejor visto, pero el como la vieran las demás personas era algo que ya no le importaba demasiado.

En la habitación sonaba un poco de musica blues. La calefacción era nueva así que agradecía no pasar esos días muerta del frío. Con lo mal que estaba el pequeño edificio, no lo dudaba.

-Bueno, debo decir que el haberte conocido, fue una de las mejores cosas de este año tan desgraciado en mi vida Odette. Gracias - Kelvin levanto la copa con un poco de vino barato y un pedazo de pizza en las manos.

-Digo lo mismo... ¡Por que este año sea un poco menos horrible que el anterior! Te deseo lo mejor Kev - bebió un poco, y las agujas del reloj se habían juntado en el doce de la media noche. Oficialmente estaban en otro año mas.

Kelvin se levanto, boto la copa y dejó la pizza a un lado. Tomo a la castaña de las manos y la miro a los ojos.

La abrazo, tan cálidamente que Odette no había podido evitar sujetarse con fuerza de él.

Su labio temblaba y no había duda de que su cuerpo también lo hacía.

Podía sentir el aliento cálido del chico en su oreja.

-No tienes que pasar por esto sola... Puedes confiar en mi. Se que... No soy el mas indicado para decirlo pero... ¡Te ayudare en lo que pueda! No voy a dejarte.

El suéter de lana se sentía tan cálido y tan suave, que Kelvin creía poder tocar su piel.

La estrecho más si era posible.

-Kelvin... Tengo miedo, miedo de pasar por esto sola. No lo voy a negar. Gracias, gracias por estar conmigo. No se como agradecerte tanto.

-Entones... Dejame entrar en tu vida para ayudarte. No tienes que sobrellevar esto sola. Yo estoy aquí.

La Pequeña Del Alpha © #Lunaroos2020 #BeautyWordsBSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora