― ¡Así es como se hace Ash! ―gritó Bonnie a viva voz, cosa que sus amigos imitaron.
La batalla había empezado muy bien, de maravilla, pero no había que confiarse. Después de todo, por algo Kalm era el actual campeón, aunque utilizara siempre a los mismos para fortalecerse. Serena, que veía todo desde las alturas junto a Korrina, no despegaba su vista del azabache. Este sonreía triunfante y mentalizado en el campo de batalla. Se veía tal y como el Ash que viajó por Kalos, junto a ella.
―Oye Serena ¿No crees que Kalm se ve divino? ―preguntó Korrina con los ojos fijos en el entrenador y un leve rubor en las mejillas.
― ¿Tú crees? ―contestó la peli miel―. Si no te conociera, diría que estás más interesada en mi prometido que yo.
― ¿Yo? ¡Cómo crees! ―exclamó la rubia intentando ocultar su nerviosismo.
Volviendo a la batalla, Pikachu se había retirado del campo y su entrenador ya tenía una pokebola en sus manos. Kalm se mordió la rabia, mientras buscaba en su bolsillo la pokebola de su siguiente luchador. Cuando la encontró, no pudo evitar sonreír con profunda malicia.
― ¡Krookodile, yo te elijo! ―gritó Ash, adelantándose a la situación.
―Así que un tipo tierra ―sonrió Kalm―. ¡Gyarados, adelante!
El gran Pokémon lanzó un potente grito para intimidar a su rival, pero en vez de eso, solo logró mover sus gafas de sol. Krookodile, visiblemente molesto por ello, las colocó en su lugar. Gyarados miraba a su rival desde el pequeño riachuelo que había en el campo de batalla. El juez dio inicio al combate.
― ¡Krookodile, usa Tormenta de Arena! ―ordenó Ash, mientras repasaba su estrategia.
El campo fue invadido por una fuerte tormenta que impedía la visibilidad a ratos. A Kalm no le gustó eso, ya que intentaba observar con mayor precisión de donde vendrían los ataques del enemigo. Tenía que darle créditos a Ash: Había vuelto el campo a su favor. Por su parte, el pelinegro recordó los consejos de Misty y Alain, sintiéndose agradecido de que aquellas palabras no hubieran desaparecido de su mente.
― ¡Amigo, usa Terratemblor! ―ordenó Ash.
Kalm no sabía con exactitud dónde estaba su rival. Además, su Gyarados estaba atrapado en esa prisión de agua. Si no contrarrestaba rápido, lo más probable era que su amigo quedara bastante lastimado. Las ventajas de tipo se daban únicamente cuando el entrenador las sabía ocupar.
― ¡Gyarados, Hidrobomba! ―gritó Kalm, esperando y rezando que no fuera demasiado tarde.
El Pokémon Acuático lanzó un potente ataque justo en el preciso instante en que Krookodile realizaba el suyo. La Hidrobomba impactó de lleno en el cuerpo del cocodrilo, mandándolo a volar algunos metros para que finalmente se estrellara en las rocas del campo. Gyarados había acertado únicamente por intuición, aunque él no se pudo librar del ataque del otro. Este hizo que su única fuente de agua desapareciera entre las rocas que cayeron encima.
―Debo admitir que me has dejado sorprendido. De verdad eres un muy buen entrenador, pero te falta mucho más para lograr superarme ―dijo Kalm, mientras se acomodaba el flequillo―. Ahora serás testigo del verdadero poder de un Gyarados cuando está bien entrenado. ¡Gyarados, Furia Dragón!
El Pokémon rugió de entre los escombros, agitándolos levemente. El público observa atentamente lo que sucedía y sin dejar de apoyar a su favorito. La Tormenta de Arena no había cesado, por lo que no se sabía con seguridad en dónde había quedado el Pokémon de Ash. En las gradas, los niños pequeños se escondían detrás de sus padres con cada impacto. Ese Pokémon tipo agua parecía ser tan malvado como su dueño.
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De nuevo tú [EN EDICIÓN]
Fanfiction#1 EN ASHKETCHUM [05/06/19] #1 EN POKEMONXY [ 13/10/20] "Una invitación en sus manos y un nudo en la garganta fue todo lo que necesitó para que tomara la decisión de ir hasta Lumiose e impedir la boda de Serena, dueña de su ser y de todas sus primer...