Capítulo 33 "Blanca y radiante"

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Ash llegó hecho un mar de lágrimas al laboratorio. Para esa hora, la gran mayoría de sus habitantes se encontraban realizando diversas actividades. Un aire fúnebre se respiraba, sonámbulo, pestilente. Puni – chan no dejaba de observar el cielo. Algo había allí que lo atraía y hacía que el resto se pusiera nervioso. Bonnie preparó incontables aguas de hierbas tranquilizantes para que Ash las bebiera y se recuperara un poco, pero eso y ni otra casa logró una mísera sonrisa en su rostro.

Así pasaron dos días, y como si no fuera poco, al medio día del segundo llegaron unos cuantos sobres blancos y con detalles en dorado. Eran las invitaciones para la rápida boda entre Kalm y Serena. Para todos había llegado una, para todos menos para Ash.

―No iré ―sentenció Bonnie―. Para ir a un circo, prefiero ir a uno de verdad. Todos sabemos la verdad de la situación. Serena está haciendo esto, porque quiere vengarse de Ash.

―El corazón despechado suele estar confundido y ciego ―dijo Cilan. Simplemente dobló el sobre en dos partes―. Serena está sumamente dolida. De cualquier forma, yo tampoco iré.,

―Independiente de todo iré ―dijo Mairin, mirando a todos fijamente―. Haré lo que sea para convencer a Serena de que esto es una locura. Es decir, ¿Solo por un simple besito? ¿De verdad está tan loca como para arruinar su vida?

―Si algún día te encontraras en su misma situación, ¿Qué harías? Opino que lo mismo ―le dijo Alain mientras la abrazaba.

― ¿Eso es una amenaza?

― ¡Claro que no!

Entré las risas que provocó aquello, apareció Ash. Sus ojeras enormes hablaban de lo terrible que habían sido sus horas. No se había bañado y sin querer, descuidado sus funciones como entrenador. Sus amigos lo ayudaban con el cuidado de sus Pokémon. Los demás, al verlo, guardaron silencio y se limitaron a observar lo decadente que se veían. Por la mente de todos cruzó el mismo mensaje como una estrella fugaz: tenían que ayudar a su amigo.

―Ash, ¿Quieres que te prepare algo? ―preguntó Bonnie, poniéndose de pie enseguida.

―No, gracias ―dijo lo más triste que pudo. No quería la lástima de nadie.

Desapareció de allí y fue a recostarse en la que en algún momento fue la cama de su amada Serena. Todavía podía aspirar su suave aroma a pétalos de rosas. Por Dios, ¡Cuánto la extrañaba! Sin dilatar más su agonía, lloró. Lloró y gritó para quedar sin pulmones y sin garganta. Lloró y gritó para quitarse, en algo, el dolor que lo estaba ahogando. Lloró hasta quedar sin fuerzas y caer rendido sobre sus rodillas. Bonnie lloró con él cuando lo encontró, horas después, dormido en el suelo, con una foto de la peli miel entre sus manos.

La chica rubia, después de un rato, secó sus lágrimas y recostó a Ash en la cama. Lo tapó con una manta antes de salir directamente hacia el cuartel. Al llegar allá se encontró con la totalidad de sus miembros. Estos observaban atentamente una pizarra blanca llena de garabatos escritos por Cilan. Gary tomaba notas de cada cosa que se decía.

― ¿Qué hacen aquí? ―preguntó la chica.

― ¿Qué no es obvio? Ideamos un plan para acabar con todo esto ―dijo Mallow, mientras bebía un jugo natural.

―Hemos estado investigando ―intervino Kiawe―. No será un evento muy concurrido, ya que la cantidad de invitados es escasa.

―La seguridad será nuestro gran problema ―dijo Alain, adoptando una pose pensativa―. Hay que actuar rápido para no ser descubiertos.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora