Capítulo 6: Rústica ida.

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Antes de cualquier cosa, vengo a decirles que después de mucho tiempo vengo ahora, en mitad del año 2018 a seguir la historia que había parado hace dos años y no tengo argumentos para decir el porqué no continué xD (Bueno, sí, es porque he tenido que pasar por situaciones muy complejas que no me permitían en enfocarme en lo mío y bien, un poco deprimida y sin tanta imaginación :'v) PERO lo bueno es que estoy de vuelta con muchas ganas de continuar esto. Se me había olvidado por completo como iba la trama y tuve que leer casi todos los capítulos y casi me dió una hemorragia interna cuando leía lo que redacté en el 2016 pero bueno, así uno aprende ;v. Bien, basta de charla cristiana y vamo' a darle.

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-Y bien... el plan es muy simple, lo básico, crastrar (robar) una tienda, si soy más explícito, el de la calle Hartfields. El veco de ese mesto me botó de su local por no haber pagado la manzana que me comí mientras que recorría sus polvorientos pasillos de pacotilla...

-Oye Andy...-Mike habló.

-No me llames Andy, no soy un niñito.-Respondió secamente.

-Bien, Andrew, este plan no me gusta mucho ya que lo único que hacemos es vengarnos inútilmente, estuvo bien ayer con los Springfield aunque ahora estoy confundido con los hechos, se me apetece otra cosa...

-Ah... y ¿qué quiere el niño?-Preguntó Andrew irónicamente dándole la espalda a todos y comenzó en hacer gestos con sus rucas.-¿un tren de madera?, ¿un soldadito verde de color cala? o ¿una super noche con las chicas del Balcón Negro?. Vamos, ¡dilo!. -Dio una breve pausa antes de vernos a la cara, su conversación la había expandido ya que nos videaba a todos con una mirada desafiantemente cínica- y no olvides la palabra mágica, druguito mío...-Sonrió ante la última réplica, estaba más claro que nunca que sus provocaciones hacían que él tomara la autoridad y que diera la sensación que estábamos acorralados entre sus suposiciones.

Algo que no podía soportar de Andrew que aún recuerdo haber vivido muchos años atrás, es la manera que humilla a las personas que le son queridas. Desde pequeño, por lo que presencié, él ridiculizó a Alex cuándo había recitado un poema del día de San Valentín en la escuela. Y bien lo recuerdo, aquel poema le fue dedicado a Rachel McLewdy, una linda chica de una honrada familia australiana. Ella, atormentada y avergonzada de tal burla, le rechazó el lindo poema y juró por su vida que nunca tendrían algo juntos, ahora de lo poco que me deja creer y saber sobre mi viejo amigo, seguro que ha sido capaz de haber tenido una cita con ella y mejor no les cuento lo que pudo haber seguido...

-Cállate, no soy imbécil cómo siempre quieres insinuar. No me gustan tus humillaciones, yo también podría hacerlo pero ves que no. Respeta a los demás.

-Perdona viejo drugo, no sabía que te había bajado la regla...

Y desde aquel momento, el impulso de los tolchoques fue de pura sorpresa y ambos demostraron una fuerza monstruosa. Al cabo de unos largos diez minutos, ya parecían unos bolnoyos (Enfermos) desenfrenados con carita de niños maldadosos.

Después de una ruda separación entre los dos drugos, salimos de tal mesto con algo de dificultad. Yo salí con Andrew primero y lo sostuve hasta llegar a una banca, ya alejados del resto.

-Odio que no reconozcan mi autoridad como líder. Me parezco a Alex, me pasa lo mismo que a él. Detesto compartir o sentir el mismo fracaso que mi hermano. Odio las conexiones que me unen a él.

Claramente se comportaba como un niño, pero caprichoso.

-¿Por qué lo odias?

-Por ser el primero en todo, cuando se piensa en los hermanos DeLarge, se recuerda primero a él y a mí, a mi... yo soy el plato de segunda mesa.

~As a Clockwork Orange~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora