CAPÍTULO 1 : EL PRÍNCIPE HANS

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El verano había vuelto a Arendelle y los súbitos de Elsa habían aceptado sus poderes extraordinarios, parecía que todo regreseba a la normalidad, aunque de mucha mejor forma. Ana y Elsa estaban más unidas que nunca, por primera vez en muchos años no habían secretos entre ellas.

Elsa se despertó temprano como todas las mañanas, en los pocos meses transcurridos había crecido mucho como reina, aún le quedaba mucho por aprender, pero era intuitiva y fría, eso hacía que tuviera un control total de sus funciones.

Volvió como siempre a su despacho después de desayunar, Anna dormía hasta tarde los findes de semana.
Mientras se encontraba revisando misivas, tocaron la puerta de la Reina.

- Adelante. - Elsa levantó la cabeza del papeleo.

- Majestad. - Dijo el capitán de su guardia, mientras hacía una reverencia.

- Traigo noticias de los calabozos, no son temas adecuados para usted, pero creo que le interesa saberlas. - Anunció el capitán.

- Hable capitán. - Dijo con seguridad ella.

- Se trata de Hans...

- Habla Gaspar. - Dijo sin una gota de paciencia.

- Fue condenado a ser trasladado a las Islas del sur hacer trabajos forzosos como bien sabe, pero su reino lo desprecia y se avergüenza de él, no quieren tener nada que ver con El Príncipe Hans, que conserve su título es pura fachada ante otros reinos vecinos, aunque sus condiciones son peor que las de un plebeyo. - Informó el militar.

- Eso no es problema mío. - Dijo con frialdad. - ¿Por qué me cuenta esto?

- Majestad, como bien le he dicho su reino lo desprecia, ni si quiera le trasladaron a las Islas del Sur. - Reveló el militar.

- ¿¡Qué!? ¿El Príncipe Hans continua en Arendelle? - Preguntó la reina sorprendida.

- Así es Majestad, espero sus órdenes para saber que hacer con él. - Guardó silencio Gaspar.

Elsa caminó por su despacho ante el capitán de la guardia, llevando una de sus manos a su frente, mientras intentaba pensar.

- ¿Esta en calabozos? - Dijo deteniéndose.

- Sí Alteza.

- Quiero verle. - Afirmó Elsa.

- No es buena idea que le traigamos aquí Majestad, la gente podría verle y ...

- Yo iré. - Dijo cortando las palabras del Capitán.

- En... Entendido Alteza. - Dijo Gaspar sorprendido, los calabozos no eran lugar para una reina. - Prepararé yo mismo su carruaje.

- Mejor a caballo, no quiero que todo Arendelle me vea desplazarme. Sea discreto. - Ordenó la reina.

- Sí Majestad, le avisaré en cuanto terminé, con permiso. - Dijo Gaspar, La Reina le hizo un ademán y el militar abandonó la sala.

Intentaba aclarar sus ideas, una cosa era que estuviera vivo pero lejos y otra muy distinta tenerle en Arendelle, sabía que tendría que condenarlo, pero ni si quiera sabía cual sería el castigo acertado o más bien si lo sabía, pero la condenaba a muerte del que su día fue un soberano podría hacerle parecer fuerte y mala. Como bien dijo Gaspar, el mismo preparó los caballos y salieron del castillo sin llamar la atención de los habitantes y escoltada por un solo hombre, Gaspar.

Cuando llegaron a los calabozos, se adentraron por una enorme fortaleza, los guardias abrían y cerraban rejas, permitiendo el paso a Gaspar, Elsa iba junto a él, aunque que su rostro iba cubierto, llevaba un vestido oscuro y sobrio. Gaspar se detuvo frente a una celda.

- Es aquí Majestad. - Susurró.

- ¿Esta encadenado? - Preguntó Elsa antes de entrar.

- Sí Majestad.

- Bien, espera aquí fuera. - Ordenó Elsa, Gaspar asintió.

La joven reina se adentró en el calabozo...

EL ENEMIGO EN CASA. (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora