CAPÍTULO 11 : ¿CONFIO EN TI?

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Los días pasaban y con ello los meses, el día de la boda se acercaba y desde que Hans se fue, flores y cartas de un admirador secreto llegaban a Elsa, además de otros obsequios como joyas, esos regalos Elsa no se los mostraba a nadie. Cada vez que el mensajero venía con un ramo de rosas la reina se emocionaba de forma inevitable, le había dicho a Anna y Kristoff que el portador de las flores era el rey de Francia, un joven que públicamente se había interesado por Elsa en varias ocasiones. Como tantas mañanas volvió a recibir una carta, junto a flores y un hermoso collar de diamantes. La carta decía así :

"Hola mi reina, preciso verte. Desde que me liberaste me he dedicado al libre mercado, los negociantes son desde humildes mercaderes, a los más grandes monarcas. Lo que tengo que decirte es mejor que sea en persona, perjudica a Arendelle, creo que te gustara saberlo. Si deseas verme nos vemos al amanecer, donde nos vimos la última vez, esperaré por ti, tu humilde servidor."

La firma en la carta no era más que un simple rayajo, irreconocible. Hans se refería a un pequeño riachuelo apartado del pueblo, la última vez la reina encontró allí al joven príncipe, fue una mera casualidad, ella se encontraba de picni, junto a su hermana y Kristoff,  él hablando con unos comerciantes, se vieron en la distancia y no intercambiaron ni una sola palabra, para que nadie se percatara.
Elsa quemó la carta para que solo existiera en su memoria, aquella noche Elsa se encontraba algo nerviosa, la idea de ver a Hans le gustaba.

Se pobro varios vestidos, aunque ninguno le parecía adecuado, quería sentirse realmente guapa y al fin lo encontró, era un vestido de falda larga, sin tirantes, ni mangas que lo sujetarán, mostrando un bonito escote, su pelo estaba suelto y alborotado, de una forma sexy. Se cubrió con una capa negra, que además llevaba capucha, tapando por completo su rostro y sus ropajes. Tomó rumbo al lugar de encuentro, Arendelle dormía y cuando estaba llegando divisó una figura encapuchada, parada al lado de un caballo. Elsa se detuvo frente a él y el individuo agarró las riendas del caballo de Elsa y caminó, se adentró en una de las pequeñas casas que habían frente al riachuelo, entrando por la parte de atrás donde habían un par de cuadras. La ayudó a bajar del caballo, agarandola de la cintura y ambos entraron a la casa, el sitio era pequeño pero acojedor, con un salón con chimenea y grandes sillones frente a ella. Hans destapó su rostro mientras se quitaba la capa, Elsa hizo lo mismo. El pelirrojo la observó hipnotizado.

- Estas preciosa. - Dijo boquiabierto.

- No hemos venido aquí hablar de eso. - Dijo Elsa aparentando frialdad, Hans sonrió. La reina se había fijado en el pecho marcado del príncipe, al igual que sus piernas y brazos, su cuerpo volvió a estar musculoso, fuerte y definido. Se había recuperado físicamente.

- ¿Vives aquí? - Preguntó Elsa.

- No, es una propiedad, para cuando hago negocios aquí. - Aclaró Hans.

- Entiendo.

- Y en uno de esos negocios descubrí que quieren perjudicar a Arendelle.

- Explicate Hans... - Aguardo la reina.

- Los pequeños comerciantes están al margen de esto, pero los responsables comerciantes del reino de Polonia y Arabia bajo las órdenes del Rey Mieszko y el rey árabe Faruk quieren sabotear tus entradas del comercio y robar parte de los navíos de tus barcos. - Explicó Hans.

- ¿Cómo te has enterado de eso? - Frunció el ceño.

- Me han ofrecido formar parte... A ojos del todo el mundo yo... Yo soy un traidor de Arendelle. - Dijo desviando la mirada de Elsa. La reina puso su mano sobre la cara del príncipe y levantó su rostro.

- Entonces eso podría beneficiar a Arendelle. - Dijo Elsa pensando con tranquilidad.

- ¿Qué tienes en mente? - Preguntó Hans.

- Quiero que les sigas las corriente y que les muestres tus ganas de volver a dañar a Arendelle. - Dijo Elsa.

- Entiendo, para saber los planes desde dentro. - Añadió Hans.

- Así es ¿Pero como es posible que Gaspar no sepa nada? - Dijo casi para si misma.

- Los hombres de Faruk y Mieszko se han asegurado bien de no levantar sospechas frente a él. - Dijo Hans.

- Harás lo que te he dicho y me informaras de todo. - Dijo Elsa, Hans asintió.

- Sí haces esto bien, podrás limpiar tu nombre ante el resto de los demás reinos. - Dijo Elsa mirándole a los ojos.

- ¿Y ante ti? - Preguntó Hans intrigado.

- No me falles Hans. - Dijo la reina mirándole a los ojos, Hans asintió.

EL ENEMIGO EN CASA. (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora