CAPÍTULO 7 : LA MIRADA

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Elsa estaba realmente confundida con Hans, tenía que saber el porque de ese comportamiento, porque se inventó semejante embuste, nadie salvo sus padres sabían de sus poderes cuando era niña, sabía que debía de aparcar esos pensamientos, por lo menos durante la visita del monarca y centrarse por completo en el rey Mieszko.

Escogió un vestido elegante, digno de una reina, todo el mundo iría vestido de gala.
Su vestido era de un rojo sangre, una raja en la falda dejaba ver su pierna, uno de sus hombros estaba descubierto y la manga continuaba como si fuera un guante largo, mientras el otro lo cubría una manga larga y colgaban del hermoso vestidos, telas transparenta que salían desde las mangas.

Elsa echó un vistazo al vestido, si ese era perfecto, volvió a su despacho a echar un vistazo a los documentos de su padre, para que le ayudaran a escoger bien en los negocios. Así estuvo estudiando cada palabra, hasta que Kai le informó de que el rey Mieszko se encontraba en Arendelle.

Después de anunciar a la princesa Anna y organizar a los miles de súbitos que observaban la llegada del rey Mieszko, anunciaron la llegada de Elsa. Anna se entusiasmo con el vestido de Elsa, al igual que Anna, ninguno quedó indiferente ante ella, las gentes de Arendelle hablaban entre ellos y comenzaron a escucharse gritos que decían; Qué guapa es la reina, Larga vida a la reina Elsa...
Elsa sonreía y saluda a sus súbitos, un carruaje entró a los jardines del castillo y un lacayo anuncio al rey Mieszko. Cuando el rey bajó del carruaje lo vio por primera vez, el rey era alto, delgado, demasiado delgado para el gusto de Elsa, llevaba un elegante traje color morado, con botas negras. Su rostro tenía ojos pequeños, nariz aguileña, pómulos marcados y rostro alargado.

- Hola reina Elsa. - Dijo cuando estuvo frente a ella.

- Rey Mieszko. - Dijo Elsa mientras hacía un ademán con la cabeza. - Sea bienvenido a Arendelle.

- Usted y yo tenemos mucho de que hablar Reina Elsa. - Dijo el rey, mientras movía su dedo índice arriba y abajo.

- Estoy de acuerdo, adelante. - Dijo Elsa y los dos reyes entraron al gran salón. Pronto sería la hora de comer y el servicio ya se encontraba preparando las mesas.

- Le presento a la princesa Anna mi hermana y Kristoff, su prometido. - Dijo Elsa haciendo las prestaciones, el rey agarró la mano de Anna y la besó, miró a Kristoff y asintió.

- Encantada de conocerle Majestad. - Hizo una reverencia Anna, Kristoff hizo los mismo.

- Majestad, pronto servirán la comida. - Informó Elsa. - Acompañeme a mi despacho, pronto estaremos de vuelta.

- Me parece una excelente elección Majestad. - Dijo Mieszko, ambos reyes fueron al despacho de Elsa, una vez llegaron allí estaban a solas.

- Soy un hombre directo Reina Elsa y sabe que he venido a negociar con usted. - Aclaró el rey, mientras se sentaba en uno de los cómodos sillones del despacho de Elsa.

- Estoy abierta a escuchar propuestas. - Dijo Elsa mientras se sentaba y cruzaba sus piernas, por la abertura de su falda su pierna se destapó.
Hans al oír las voces puso atención, a través del conducto que recientemente había descubierto.

- Arendelle es el mayor exportador de hielo, el negocio es simple. Hielo a cambio de un trocito de tierra. - Dijo el rey.

- ¿De cuanto hielo?¿Y de cuanta tierra estamos hablando? - Preguntó Elsa.

- Veintidós navíos de hielo, por diez poblados de Arendelle en Polonia. - Dijo mientras hacía el gesto con tres de sus dedos.

- Es tentador. - Dijo Elsa pensativa.

- Solo se llama negocio, cuando ambas partes salen ganando reina Elsa. - Dijo el rey con seguridad.

En esos momentos las siguientes palabras de Hans resonaron en la cabeza de Elsa : "Presume de ser un gran hombre de negocios y seguro que te dirá que cuando ambas partes salen ganando, a eso se le llama negocio."

- Estudiaré su proposición. - Dijo de forma pausada Elsa.

- Majestad, no tarde mucho en pensarlo. Me iré dentro de tres días. - Dijo el rey.

- No se preocupe, será más que suficiente. Será mejor que bajemos, ya estarán a punto de servir la comida. - Con esa frase, Elsa dio el tema por zanjado. El rey se dirigió al gran salón y Elsa se quedó en su despacho.

Volvió a visitar a Hans, esta vez se ahorró los formalismos con él.

- ¿Cuál es la mayor ambición del rey Mieszko? - Preguntó nada más entrar, Hans se encontraba de Espaldas a Elsa, mirando hacía la ventana.

- ¿Ahora si te fías... - Al girarse, Hans se quedó asombrado ante la belleza de Elsa. - ... de mi. - Acabó la frase, después de unos segundo de espera, Elsa se percató con claridad de la reacción de Hans.

- ¡Contestame! - Reclamó Elsa.

- Elsa lo que más desea, es adquirir lo mejor de un reino sin dar nada a cambio por ello. - Aclaró Hans.

- Él también tiene que poner de su parte, es una estupidez lo que dices. - Dijo Elsa.

- ¿Estupidez? Te ha ofrecido tierras en su país, cuando le des los veintidós navíos, matará a las gentes que hallas mandado allí y ya está. Será tan fácil como mandar a su ejército a que arrasen tus poblados. Así tendrá el hielo y sus trocitos de tierra que te ha prometido. - Dijo Hans.

- ¿Cómo sabes eso? - Dijo Elsa sin dar crédito. - ¿Cómo sabes lo que hemos hablado?

Hans se dio cuenta de lo que acababa de hacer y solo le quedó asumirlo.

- Os he escuchado, todo lo que se habla en tu despacho se escucha aquí. - Aclaró Hans.

- ¿Cómo? - Preguntó Elsa.

- Hay una especie de comunicador, es ahí. - Hans señaló el orificio, Elsa no lo veía.

- A simple vista no se ve, es aquí. - Hans se acercó y se lo mostró. La reina no daba crédito. Miró a Hans con mala cara.

- Eh, no he hecho nada malo, solo escuché, esto estaba aquí, no es algo que haya hecho yo. - Dijo en su defensa el príncipe.

- Luego me encargaré de eso. - Dijo Elsa, cuando se disponía a salir.

- Elsa. - Reclamó su atención, la muchacha miró al príncipe.

- Eres preciosa. - Dijo mirándola por completo.

- Y tu un traidor. - Dijo a la defensiva.

- Sí, pero sigo siendo un hombre. - Sonrió con picardía.

Sin decir nada Elsa salió del dormitorio, volvió a sonreír sin querer mientras caminaba por los pasillos del castillo, realmente le habían gustado las miradas de Hans y aunque sabía perfectamente que Hans no sería el hombre que la cortejaria, se sentía bien ante sus miradas. No sabía explicárselo a si misma, ni tampoco iba intentar comprenderlo, solo sabía que pronto alejaría a Hans de ella para siempre.

EL ENEMIGO EN CASA. (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora