CAPÍTULO 26 : EL DECRETO REAL

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Un mes y medio después en Arendelle, las únicas noticias claras que llegaban eran que estaban en guerra, Arendelle y Corona, contra Mieszko, pero esa información no era relevante.

Anna, Rapunzel y Elsa se encontraban en el gran salón. La Reina Elsa no había probado bocado, charlaba con ellas y nada más.

- ¿Por qué no comes? - Preguntó Anna.

- Ellos están bien. - Dijo Rapunzel con seguridad.

- No me encuentro bien, necesito descansar, disculparme chicas. - Dijo La Reina Mientras se levantaba de la mesa.

- Esta bien. - Dijo Anna.

- Qué descanses Elsa. - Dijo Rapunzel en tono afectivo.

Elsa asintió y caminó hacía la puerta para abandonar el salón, antes de llegar a ella se desmayo.

Mientras tanto en Polonia, Hans, Eugene, Kristofff y sus hombres se encontraban sentado en la misma mesa que El Rey Mieszko.

- Será mejor que dejemos los formalismos, ya me habéis tocado bastante los huevos saqueando mis pueblos, al grano ¿Qué queréis? - Preguntó El Rey Mieszko mientras se servía vino en su copa.

- Parece que no es consciente de la situación en la que se encuentra. - Dijo Eugene mirándole a los ojos.

- ¿Crees que porque seas El Rey de Corona no puedo mandarte a matar por alta traición? Les recuerdo que están en mi casa, mi país, mis normas.

- Nuestros deseos serán satisfacidos con un decreto donde ponga con su puño y letra que no volverá a perjudicar a Arendelle y su comercio. - Aclaró Eugene.

- Me parece justo. - Dijo Mieszko después de unos momentos de espera.

- ¿Cuándo obtendremos el documento? - Preguntó Eugene.

- Mañana, en cuanto lo tengan se marcharán de mis dominios. - Ordenó El Rey Mieszko. - Hasta entonces, podrán quedarse aquí como invitados, aunque no en mi palacio.

            
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- Es obvio que no nos quiere cerca. - Dijo Hans, mientras abandonaban el Palacio de Mieszko.

- Claro que no, somos invasores. - Rió El Rey Eugene.

- Mi pregunta es ¿ahora que? - Preguntó Kristoff.

- Asombrosamente El Rey Mieszko nos ha dado el documento que declara la paz entre ambos reinos. - Dijo Eugene.

- ¿Eso significa que volvemos a casa? - Preguntó Kristoff esperanzado a que Hans o Eugene dijeran que si. Eugene miró a Hans.

- Arendelle es el mayor perjudicado por El Rey Mieszko, un tratado de paz a última estancia no repara esos daños, aunque oficialmente ya no estamos en guerra con él.
- Pues a mi me da la sensación de que seguimos en guerra en con ellos. - Anotó Kristoff.

Mientras hablaban los hombres de Hans y Eugene cruzaban el bosque  todo se quedó en absoluto silencio. Eugene se detuvo.

- Sssshh... - Los hombres guardaron silencio y no se escuchó ni un ligero sonido.

- ¡Es una emboscada! - Exclamó Hans, mientras desenfundaba su espada, los hombres hicieron lo mismo, al mismo tiempo que se cubrían del ataque, ante la orden que dio Hans, gritando; ¡Escudos!
Se formó una batalla en el corazón del bosque, Kristoff no era un espadachín sobre saliente, pero si era excelente con el hacha, era como una pluma en sus manos, se cobró la vida de varios hombres, decapitandoles como si mantequilla estuviera cortando, librando en una ocasión al Rey Eugene de una muerte segura.
Victoriosos los hombres de Hans, acababan con la poca vida de los hombres moribundos del Rey Mieszko.

- ¡Caballeros, ya habéis visto como respeta los decretos reales El Rey Mieszko! - Dijo en alta voz Hans a los supervivientes.

EL ENEMIGO EN CASA. (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora