HabÃan pasado dos semanas desde que zarpó, al fin habÃa llegado a Arendelle. Hans se sintió alegre, pletórico por regresar y además con buenas noticias. Su desembarque fue rápido, paso por su casa en el pueblo, donde se aseo, afeito y se vistió con una camiseta blanca que marcaba su pecho y un pantalón verde caqui, junto a las botas marrones, caminó por las calles de Arendelle, llegó al Castillo, entró por la puerta del servicio con el pretexto que traÃa un encargo para la casa real, a ninguno de los trabajadores le extraño, pues Hans se habÃa hecho muy buen comerciante en Arendelle y ya le conocÃan. Caminaban por los grandes pasillos del Castillo, lo más probable era que Elsa estuviera en su despacho, abrió el portón con delicadeza y pasó al despacho, ni rastro de Elsa, pero si de sus guardias, que reducieron y apresaron a Hans de malas maneras. Los dos hombres llevaban a Hans prácticamente a tirones, la pareja de guardias se cruzaron con Elsa, que iba de camino a su despacho.
- ¡Hans! - Exclamó La Reina intentando disimular su gesto de alegrÃa. - ¡Soltarle! - Dijo recomponiendose, ambos guardias soltaron a Hans sin rechistar.
- Pueden retirarse. - Dijo Elsa con gesto serio, los dos guardias caminaron abandonando el pasillo. Hans y Elsa se miraron en silencio, a la misma distancia en la que se encontraban, cuando al fin estuvieron solos, Elsa caminó adentrándose en una alcoba y Hans la siguió con precaución. Cuando la puerta se cerró, Elsa y Hans se besaron de forma pasional, mientras El PrÃncipe la abrazaba con ansia.
- Te extrañado. - Dijo Hans agarrando con suavidad su cara.
- Y yo a ti. - Dijo Elsa, volvieron a besarse, entrelazando sus lenguas, mientras la manos de Hans acariciaba su cuerpo, las de Elsa recorrÃan el pecho de Hans. Entre besos los dos caminaron hasta caer sobre la cama, los labios de Hans buscaron el cuello de Elsa, ella echó su cabeza hacÃa atrás disfrutando de los besos en su cuello, mientras sus manos presionaban la cabeza de Hans, las manos traviesas de Hans se perdÃan debajo de la falda de Elsa. SentÃa como sus dedos recorrÃan sus muslos, La Reina suspiró, todo su cuerpo estaba impaciente, ambos comenzaron a desnudarse mutuamente, entre besos y caricias. Las ropas de los dos quedaron sobre la cama y el suelo, el cabello recogido de Elsa, acabo suelto.
Hans volvÃa a perderse entre las piernas de su Reina, su boca recorrÃa la intimidad mojada de Elsa, los gemidos de La Reina se escuchaban por toda la habitación, volvió hacerle enloquecer con sus caricias y estÃmulos, llegando a un orgasmo mucho más que placentero.
Volvieron a besarse, los dedos de Hans jugaban en la intimidad de Elsa, lo mismo hizo Elsa, agarró el miembro de Hans y lo masajeo de forma delicada y continúa. La respiración de Hans era excitada y Elsa sentÃa toda su dureza, entre besos los dos rodaron en la cama, quedando La Reina sobre él. Hans acarició sus caderas mirándola hipnotizado, Elsa se encontraba sentada sobre él, sus sexo estaban unidos.
- Eres perfecta mi reina, te quiero. - Dijo Hans observando el cuerpo de Elsa y llevó sus manos a los pechos de La Reina. Ella buscó su boca y se besaron pasionalmente.
- Yo también a ti. - Mientras Elsa decÃa esto guió con su mano el miembro de Hans y se sentó sobre el, las manos de Hans agarraban sus caderas.
- Mmmmmmm.... - Mordió su labio, ahogando un gemido, Hans se encontraba admirando a Elsa, disfrutando de cada segundo de placer. Cuando la albina comenzó a moverse sobre él, sintió una sensación electrizante por todo su cuerpo, deseaba y amaba a Elsa como nunca antes lo habÃa hecho, sentir y ver como se perdÃa en su interior le causaba un placer que nunca imaginó. Los dos gemian de forma constantes, aunque los gemidos de Hans eran más leves, entre susurros y besos.
El ritmo se aceleró por ambas partes, Elsa cabalgaba sobre Hans, El PrÃncipe también comenzó a mover su pelvis, los dos se encontraban en un punto donde sólo querÃan ir a más, metiendo las manos bajo los muslos de Elsa, la impulso, echándose sobre ella, Hans continuó haciéndolo, de forma más rápida, sin brusquedad, Elsa se agarró a él, abrazandole, con sus piernas rodeandole, aunque debido a lo corpulento que era Hans, no llegaba a cruzar sus piernas tras él. El nombre del PrÃncipe era un gemido constante en lo labios de Elsa.- Elsa... Mi amor... - Gemia Hans mirándola a la cara sin cesar en sus movimientos.
- Hans... Yo... - Antes de que pudiera acabar la frase, rompió entre gemidos, llegando de nuevo al éxtasis. El prÃncipe y ellos se quedaron unidos por unos instantes, sin parar de besarse, El PrÃncipe sonrió juguetón, notaba lo mojada que estaba Elsa y eso le daba un gran placer. Los dos enamorados, continuaron amandose mutuamente, cambiando sus posturas dejandose llevar.
Esta vez era Elsa la que se encontraba bajo de Hans, El prÃncipe sujetaba sus piernas por los muslos, mientras ella se abrazaba a su cuello, la penetración se hizo más intensa y los gemidos de los dos eran constantes. Los dos se besaban y el ritmo era frenético, Elsa sentÃa el placer recorrer cada centÃmetro de su cuerpo, sabÃa que volvÃa a estar cerca del climax, se aferró a Hans. El prÃncipe la sujeto con fuerza y los dos se fundieron juntos, llegando al orgasmo. Elsa arañó la espalda de Hans de forma inconsciente, El prÃncipe no se apartó de ella, continuó besandola de forma apasionada, los dos quedaron abrazados, impregnados en sudor y calmando sus respiraciones.
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EL ENEMIGO EN CASA. (Helsa)
FanfictionUna mujer fría, calculadora, digna de su título, hasta que un fantasma del pasado pone su vida patas arriba, un auténtico enemigo de ella y de su única familia, su hermana.