Tegami 20

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De niña tenía un sueño. Quería dibujar el paisaje más hermoso que mi mente lograse recordar. Y quería hacer un hogar en el que mi madre, mi padre, la abuela, Kakeru y yo viviésemos felices para siempre. Eternamente. Pero eso siempre fue imposible. 

Mis ojos estaban clavados en las manos torpes de Kakeru. El cual había mejorado bastante pelando manzanas. Escuchaba ''Auch''  ''Ag'' y ''Diablos''. Yo soltaba alguna risa y él me miraba formando pucheros en su cara. Sabía que había decidido quedarse por mi estado, incontables veces le dije que se fuese a casa a descansar pero negó mil veces.

—¿La abuela?— cada vez que le preguntaba algo, simplemente, optaba por una pregunta corta emitiendo una voz producida en casi un susurro. Él me miraba con una sonrisa ligera y dulce. Cálida. Cuando estaba con Kakeru solo había calidez. Incluso si había un hilo de tristeza envolviéndonos. Si mi hermano estaba ahí, no importa cuantas veces fuera rechazada o herida. Porqué él siempre fue mi protector, mi hogar, mi héroe. — Los padres de Suwa la acercaron a casa. No te preocupes.

—Si son ellos no me preocuparé tranquilo. ¿Y el resto, ya se fueron?— pregunté mientras aceptaba uno de los trozos de manzana que me ofrecía él. — Si. Ya era algo tarde, cuando te dormiste y no parecía que volvieses a despertar— Deberías ir a casa Kakeru— le dije.—No quiero, no intentes hacerme cambiar de opinión. Me quedaré contigo.

—Bien. Pero si luego te duele la espalda no te quejes, ni vengas lloriqueando. ¿Vale?— el comenzó a reír.

—Si, mama.— yo reí junto a él. Suspiré. Observe como su rostro sonriente. No pude evitar sonreír ante su expresión. Ah...dios. Como me encantaba ver que él era feliz. No me importaría ser infeliz durante toda mi vida, si podía ver la sonrisa de Kakeru permanecer más de diez años, más de veinte, cuarenta, hasta que ambos muriésemos. No quiero imaginarme un futuro sin mi hermano.

—¿Porqué me miras así?— preguntó él con mi misma expresión.—Solo pensaba...Que estoy realmente agradecida de tenerte aquí conmigo.— su rostro se tornó serio.— ¿Qué pasa?— pregunté. Él no dijo nada. Miró hacia el suelo.

—Lo siento. Por no ir a salvarte.— confesó, le miré extrañada hasta que una idea vino a mi mente.— ¿Te refieres a lo de papá?— pregunté, él me miro molesto.—No entiendo como le das la bendición de llamarle de esa manera.— Si él muriese estaría triste. No siempre fue así. ¿Recuerdas cuando nos llevaba a esquiar?— su rostro parecía haberse ablandando.— Recuerdo que ese día tu y yo nos caíamos cada vez que intentábamos mantenernos en los esquís. Tu siempre caías de frente —reí. Él me miró con una sonrisa.— Papá te agarraba y te ayudaba a levantarte— comencé a llorar.— y yo reía hasta que mi estomago dolía. Tu rostro estaba completamente rojo.— lo miré. Él estaba intentando no llorar. Sonreí, soltando algunas lágrimas.

—Eh...Kakeru. ¿Si hubiese una posibilidad de borrar tus arrepentimientos...lo harías?— él me miró confuso. Yo reí, mientras secaba esa humedad que había recorrido mi rostro.—No te preocupes yo— me interrumpió.— Lo haría.— le miré sorprendida.—Lo primero que haría, sería ir a buscarte. — mi boca se abrió ligeramente.— Lo segundo sería haber acompañado a mamá al hospital.— cerré mi boca con fuerza.—Lo tercero sería decirle a Suwa que saliera contigo.— comencé a sollozar.—Y lo último sería salir con Naho y pedirle disculpas.— dijo cerrando su puño. Me miró y sonrió.

—Kakeru...Tal vez no puedas borrar lo de mamá, pero aún hay muchas más cosas que podrás hacer. Entre ellas, salir con Naho. Tienes tiempo. Solo se sincero y hazlo.— le dije mientras apretaba las sabanas que me envolvían. Él se levantó. —Es hora de dormir, ya es tarde. Iré a por unas mantas.

Orange 「Re:」[E]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora