Carta: El amor triunfa

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Para cuando hayas perdido tu fe en el amor.




Un adorable desorden se hacía ver por el salón principal de una hermosa y espaciosa, pero a la vez humilde casa.

Sin duda ese se podía llamar un hogar.

Corriendo por todo el salón se veían dos niños de no muy avanzada edad para ser llamados "adolescentes". Uno con un cabello rubio como el sol y una mirada cual cielo. Otro, el más pequeño, tenía el más hermoso cabello azabache y unos llamativos ojos esmeraldas, heredados de su padre, de seguro.

En el sillón, indiferente al desorden que provocaban sus hermanos pequeños, se encontraba una joven que bordeaba los 14 años. Tenía un cabello azabache que llevaba amarrado en una alta coleta y unos brillantes ojos celestes.

Sin duda era la esencia misma de su madre.

O al menos eso siempre le decía su padre.

De pronto se escucharon unos golpes en la puerta.

En seguida, Hugo y Luis detuvieron de golpe lo que estaban haciendo y se pararon tras la puerta a esperar que sus padres abrieran esta y poder abalanzarse sobre ellos.

Emma continuó en el sillón. Sabía que ya estaba grande para abalanzarse a los brazos de su padre.

- Hoy estas muy seria... - dijo Marinette a su hija, depositando un beso en su mejilla. La chica sonrió ante el gesto de su madre.

- No es nada - dijo, simulando una sonrisa. Pero las madres no caían tan fácil.

- Luego hablaremos sobre ese "nada" - dijo, depositando las compras sobre la mesa.

- Okey... Ya que no me necesitan más para cuidar a estos revoltosos... Me iré a mi cuarto - dijo, tomando un paquete de galletas de las recientes compras de sus Padres y sin dar tiempo a nadie para reclamarle su decisión.

- ¿No deberías decirle que ya sabemos por qué se encierra en su habitación? - dijo Adrien, abrazando a su esposa por la espalda y depositando unos besos en su mejilla.

- Buena idea... Tú se lo dirás mientras preparo la comida - respondió Marinette, besando al rubio en la nariz. Este la arrugó en señal de oposición, pero no se limitó a reclamar.

Lamentablemente a él no le había tocado la astucia de un gato, aunque suene irónico.

Emma cerró la puerta trás de si, asegurandose de que nadie pudiera entrar. Tomó una pequeña caja que había tomado del cuarto de su madre y la abrió. Tomó la joyería que se encontraba en esta: dos aretes rojos con cinco puntos negros cada uno.

Colocó estos en sus orejas y esperó a que la criatura carmesí apareciera.

- Hola Emma - saludó la kwami.

- Buenos dias, Tikki - dijo la chica, abriendo las galletas y dándole una a la kwami.

- Algo me dice que tú quieres conocer el final de la historia - dijo la kwami, disfrutando la galleta.

Emma asintió emocionada.

- Me dejaste en un gran suspenso el día de ayer - dijo la chica.

- Bien... - dijo Tikki - supongo que no te podía dejar con ese tipo de suspenso.

<< Tus padres derrotaron a Howk Moth, tu abuelo, quitándole su Miraculous y devolviéndoselo al guardián. Aunque prefirieron mantener la identidad en secreto... Y puede ser que al principio la relación entre Adrien y Gabriel era tensa, pero ya vez que las cosas se fueron aflojando. >>

Yo Confío En Tí [MLB Fanfic] //TERMINADO//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora